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Consideran geoparque para el volcán Chichón

Jeny Pascacio/Marco Alvarado/ Diario de Chiapas

Para preservar el volcán Chichón, expertos proponen la creación de un geoparque que abonaría al ordenamiento del turismo y en cuidar su regeneración natural, incluso de actividades productivas como la agricultura y la ganadería.

“Un geoparque no se trata de aprovechamiento si no de conservación. Alrededor del tema de goeparques hay mucha confusión y es algo que nos toca trabajar con las autoridades porque relacionan lo de ‘geo’ con geotermia y no tiene nada que ver”, explicó Silvia Ramos Hernández, directora del Instituto de Gestión de Riesgos y Cambio Climático de la (Unicach).

El lugar no necesita implementación de la geotermia con la cercanía de la presa hidroeléctrica de Peñitas, por ello, insistió en no relacionar las dos palabras, aunque parecidas, distan mucho en sus significados.

El geoparque es una forma de ordenar el turismo con beneficio social.

Aunque en el caso del volcán Chichón aún no hay nada concreto debido a diferencias entre comunidades, “eso tiene que resolverse primero, porque debe ser un sitio seguro para el visitante y la Unesco no da una nominación si existe un conflicto”.

El volcán Chichón está en medio de Francisco León, Chapultenango, Pichucalco y Ostuacán, por ello la importancia de reunirse primeramente con las autoridades de los cuatro municipios y explicar lo que representa un geoparque, “es importante tomarlo en serio”.

Para la vulcanóloga, las comunidades tienen un gran beneficio en esto, “y nosotros como universidad y como Instituto, nuestra labor es solamente de ser asesores y la parte del monitoreo volcánico que es fundamental”.

Contrario a lo que sucede en el Tacaná, donde los lineamientos de Área Natural Protegida se ocupan para ordenar las visitas para prevenir la deforestación y las actividades agrícolas, el Chichón carece de normas.

“En cinco kilómetros a la redonda ya hay actividad como ganadería, y la idea sería que no suba el ganado más arriba pues causan inestabilidad en las laderas”.

Hace varios años, el volcán Tacaná y el Cañón del Sumidero fueron considerados para la creación de geoparques, pero al igual que el Chichón, están rodeados por varios municipios en los que la población, primeramente, debe ponerse de acuerdo.

CALMA VOLCÁNICA

Mientras las imágenes de la erupción volcánica en La Palma no dejan de causar asombro, la población no tiene por qué sentirse alarmada, el monitoreo de los dos colosos de Chiapas, el Chichón y el Tacaná, muestra que ambos tienen una actividad normal y no representan un riesgo para la población.

Sin embargo, esto no debe servir para olvidar que ante los riesgos es mejor estar preparados “los tres órdenes del gobierno se tienen que involucrar para mantener a la población informada”, opinó Ramos Hernández.

En el marco del Día Internacional para la Resolución de Riesgos de Desastres, que se conmemora hoy, recordó la importancia de mantener informados y preparados a los habitantes en las inmediaciones del volcán Chichón, al norte del estado, y quienes viven en las faldas del Tacaná, en la frontera sur con Guatemala.

“La riqueza natural y la fertilidad de los suelos volcánicos explican por qué las poblaciones humanas viven alrededor de ellos, eso sucede en todo el mundo, entonces es mejor estar preparados y saber qué hacer cuando el volcán erupcione”.

Por el momento Chiapas puede estar tranquilo en lo que a la actividad volcánica se refiere, aunque en este momento, alrededor del mundo, 50 volcanes están activos.

Se considera un volcán activo aquel que durante los últimos 10 mil años ha erupcionado al menos ocho veces, está condición la cumplen el Tacaná y el Chichón.

En el caso del Tacaná, que se formó hace 42 mil años, uno de sus tres domos erupcionó hace mil 950 años, pero en el año 1986 tuvo la última actividad fumarólica conocida.

Mientras que el Chichón, cuya formación se estima ocurrió hace 200 mil años, erupcionó por última vez en 1982, en dos eventos que mataron a dos mil personas.

Actualmente, con el crecimiento demográfico en la entidad, entre ambos volcanes viven poco más de 40 mil personas que estarían expuestas al riesgo en caso de que uno de los dos entrara de nuevo en actividad, destacó la investigadora

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