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Marco Alvarado/ Diario de Chiapas

La imagen de un hombre acostado bocabajo, en la entrada a las salas de la universidad Descartes, ejemplifica la queja de uno de los dueños de un establecimiento cercano: la autoridad municipal no se preocupa por cuidar a los pocos comensales.

“Este joven llegó hace como una hora, tambaleándose, no sé si drogado o tomado, y se tiró al suelo, dejó un vaso que vaya usted a saber qué contiene”, explica el dueño del establecimiento ubicado atrás de la Catedral de San Marcos, en el corazón de la capital.

Se refiere al contenido del vaso porque, cuenta, algunas de las personas en situación de indigencia dejan en vasos sus necesidades, y en este lugar, asegura, el olor a orín es insoportable porque no han conseguido que la autoridad municipal intervenga y cuide para que no lo conviertan en un ‘orinadero’.

Es un abandono total sin que ningún policía intervenga, “ya hemos tenido problemas porque la gente quiere comer algo o tomarse un café y es molesto, algunos se acercan a pedir dinero y están en muy malas condiciones, entonces las personas se molestan, pero ya nos cansamos”.

Algo similar ocurre en el atrio de la Catedral, donde un recorrido muestra el abandono; la administración actual no hizo nada por reparar el quiosco, al que le faltan secciones completas de la herrería decorativa, como sucede con varias partes de las jardineras cercanas.

Para vergüenza de los capitalinos, incluso secciones completas de las áreas destinadas al ascenso y descenso de pasajeros, sobre la Calle Central, y otros similares donde trabajan los lustradores de zapatos, están en malas condiciones.

“La madera de los techos está podrida, otras secciones ya se cayeron porque nunca le dan mantenimiento”, señala Miguel Jiménez, quien trabaja lustrando zapatos en este parque desde hace 20 años.

El hombre muestra cómo la madera está sujeta con algunos clavos, pero si éstos ceden terminará por caer la sección completa, de lo que alguna vez se pensó que serían áreas decorativas de este parque.

A esto se suma la presencia de personas en situación de indigencia o enfermos alcohólicos, que toman las jardineras como áreas de vivienda, afectando la imagen que los turistas tienen de este lugar, un abandono ignorado por la autoridad municipal, pese a que es la carta de presentación de Tuxtla Gutiérrez.

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