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Al final el debate de la reforma eléctrica acabará mal y si acaba bien, es que aún no termina

Al final el debate de la reforma eléctrica acabará mal y si acaba bien, es que aún no termina

 

Juan Carlos Gómez Aranda

Parodiar en la cabeza de este artículo una frase proveniente del mundo cinematográfico, ocurre porque por lo que hemos visto durante el Parlamento Abierto organizado por la Cámara de Diputados, difícilmente los argumentos ahí vertidos serán tomados en cuenta, sobre todo las visiones críticas de la reforma eléctrica.

Entre el 17 de enero y esta fecha se han efectuado19 sesiones en tres formatos diferentes; han desfilado más de 92 expertos y algunos no tanto para exponer sus puntos de vista en una consulta positiva para conocer aspectos que de otra manera se mantendrían en el campo de los iniciados en materia energética.

Se trata de un tema fundamental para el país porque tiene que ver con el crecimiento económico, la creación de empleos y la activación económica nacional. No se trata de una discusión más, por ello tiene relevancia que se ventilen los argumentos, porque habrá algunos legisladores que tomen notas para convertirlas en propuestas.

Tirios y troyanos han expuesto razones, cifras y citas, así como retórica dura y pura cargada de ideología, adjetivos y también lisonjas al poder. Al alimón en conversaciones paralelas, centenas de personas participan como porristas con consignas en un maratón de frases sin sentido, particularmente en contra de quienes presentan aspectos que contrastan con la versión oficial.

Lo que hemos visto hasta ahora es que unos y otros parecen platicar con la pared. Nadie cede un milímetro ni reconoce argumento alguno diferente al propio. Los defensores de la iniciativa son los rudos en esta arena, mientras que algunos adversarios se muestran con timidez y estoicamente aguantan las descalificaciones que les propinan un día y otro también, en un ejercicio de desahogo y frustración.

Mientras unos presumen su voluntad democrática al hacer los foros, otros les recuerdan que en la realidad es que se vieron obligados a realizarlos por los contrapesos legislativos.

En el ínterin vimos el tropiezo del embajador de los Estados Unidos, quien por cortesía diplomática dijo que apoyaba la revisión del marco legal energético, declaración que al traducirse en noticia se difundió como un apoyo explícito a la reforma en sus términos, lo que obligó a realizar las aclaraciones del caso para establecer que su país ve con desconfianza la iniciativa de reforma, tal y como está planteada hasta ahora.

Ahora viene una campaña nacional de información que será un diluvio de exposiciones y de propaganda para generar una ola de opinión pública favorable que presione a los legisladores en el territorio, por tierra y aire, en los medios de comunicación y en las redes sociales, principalmente.

Para continuar con el proceso legislativo, vendrá el debate, la elaboración del dictamen y la votación en las comisiones del tema y en el pleno del Congreso, que será donde veremos si los argumentos calaron en los legisladores e incluyen las aportaciones del Parlamento Abierto para mejorar la iniciativa del Ejecutivo.

Sin embargo, es posible que al final demos un giro de 360 grados para llegar al mismo lugar de donde partimos: la negociación política se impondrá, porque el asunto es político, no técnico.

El propósito de los foros y el debate es escuchar todas las opiniones que puedan fortalecer la propuesta para que contribuya, por una parte, con la transición energética que requerirá inversiones millonarias, con la modernización de la CFE para que esté en condiciones de aumentar su participación en el mercado de las energías limpias, fomentar la competencia en el sector y ofrecer certidumbre jurídica, fortaleza y seguridad al sistema eléctrico nacional.

Por otra parte, también debe propiciar el desarrollo nacional garantizando el crecimiento de los sectores productivos, comerciales y domésticos, asegurar el bienestar social y mejorar las tarifas en beneficio de todos los mexicanos.

¿Lo lograremos? La moneda está en el aire.

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