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México: la elección presidencial y sus violentos vociferadores. ¿Qué viene?

Carlos Alberto Ríos Gordillo

Macron no es de derecha ni de izquierda, encarna al homo oeconomicus que ingresó a la política. No quiere una oposición del pueblo a la élite, propone al pueblo la élite como modelo. Su léxico es el de la empresa y de los bancos: quiere ser el presidente de un pueblo productor, creador, dinámico, capaz de innovar y de… obtener ganancias. Pero mientras la ley del mercado domine al planeta, los perdedores siempre serán la inmensa mayoría, y esto seguirá alimentando el nacionalismo y la xenofobia.

Enzo Traverso, Las nuevas caras de la derecha. Conversaciones con Régis Meyran. (Col. Mínima) Siglo XXI Editores, Argentina, 2018, p. 56.

1. En México, tras la elección presidencial del 2 de junio, asomó la victoria para la coalición de la izquierda partidista. Desde temprana hora de la mañana y soportando el sol abrasador, millones de personas cubrieron las calles en filas intergeneracionales para emitir su voto en todo el país y en los principales consulados mexicanos de Estados Unidos y Europa. Mayor que la elección del año 2018, la participación ciudadana causó asombro desde el principio: ¿a quién favorecerían todos esos votos? La incógnita dio pie a las más variadas reacciones el mismo día de la elección. 

Antes del cierre de las casillas electorales, las empresas encuestadoras comenzaron a emitir los resultados preliminares. Una de ellas, la tendenciosa Massive Caller, dio a conocer el triunfo de la candidata conservadora Xóchitl Gálvez, quien, poco después, reunida con la plana mayor de su equipo de campaña, anunció en conferencia de prensa la contundente victoria en la presidencia y en los nueve estados donde hubo elecciones, incluyendo la capital del país. Con un discurso preparado, exigió al Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que respetara el voto, mientras que al Instituto Nacional Electoral (INE), le pidió ratificar el resultado en automático.

Delirante y sin datos en la mano, asimilando la nutrida participación con una votación a su favor, la derecha celebró por anticipado una victoria: menos como farsa que como falso positivo. “Por esos resultados, está claro que ya ganamos”, exclamó mientras una algarabía estruendosa coreaba: “¡Presidenta!, ¡Presidenta!”. No obstante, los matices en el discurso triunfal denotaban lo que vendría horas después: “Estamos compitiendo contra el autoritarismo y el poder. Y son capaces de todo”, sentenció. Como si fuera un augurio, anunció la trampa que anidaba la supuesta victoria: “vamos a defender su voto, no nos vamos a dejar, vamos a defender esta victoria”.

Confundir, tergiversar y mentir por principio y hasta el final, fueron el eje de la propaganda de la derecha incluso antes de iniciar la campaña, pero si había sonado la hora de la derrota, ¿para qué?

2. La realidad no tardó en ser conocida y celebrada. Lo que la derecha festejaba era todo lo que no había ganado en su mundo enterrado: salvo cinco delegaciones en la capital y un estado del país, había perdido todo. De acuerdo con el Programa de Resultados Electorales Preliminares del INE, Xóchitl Gálvez había alcanzado el 27,9056% de la votación, casi dos veces más que el último competidor de la contienda: Jorge Álvarez Máynez, quien obtuvo el 10,4187%, pero quedando treinta puntos debajo de Claudia Sheinbaum, con el 59,3577% de la votación. Donde más cercanas estuvieron fue, curiosamente, en el extranjero: 86.554 votos a favor de la primera; 91.522, en favor de la segunda.

Con esos resultados, la mayoría calificada en el Poder Legislativo quedó en manos de la coalición liderada por el partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA); lo cual, en principio, le posibilita aprobar las reformas al INE y al Poder Judicial, en cuya ‘defensa’, la oposición disfrazada de “marea rosa” encontró tanto una causa para conectarse con los sectores de la población inconformes con el gobierno de López Obrador, como la legitimidad social que buscó con tenacidad durante todo el sexenio. Si en la coalición estos partidos encontraron una vía para no sucumbir por separado, en la ‘ciudadanía’ hallaron la legitimidad que los vivificó durante la campaña y les permitió obtener tan alto porcentaje en la elección del 2 de junio.

Mientras el zócalo de la Ciudad de México era el escenario de una celebración popular en favor de Sheinbaum y los festejos pululaban por doquier, las reacciones internacionales no se hicieron esperar. Al igual que seis años atrás, el gran sociólogo Immanuel Wallerstein consideró que la victoria AMLO, había sido una “victoria de la izquierda”, significativa para toda la izquierda mundial, ahora, el intelectual y cineasta anglo-paquistaní, Tariq Ali, escribió en su cuenta de X: “Tremendas noticias desde México. Enorme victoria de Claudia Sheinbaum, una feminista de origen judío. Anti-Sionista y ecologista. Su victoria también es un símbolo de la popularidad de Amlo en el país. Un triunfo de la esperanza contra la desesperación. Un alivio tras el desastre de Argentina”.

3. Poco después de haber celebrado tan apoteósica victoria, los líderes de los partidos políticos de la derecha mexicana anunciaron otra conferencia de prensa, en donde hablaron de un mundo contrario al de la conferencia anterior: exigieron el respeto a la voluntad popular. Preparaban así el terreno de juego. En un lenguaje rebuscado, Alejandro Moreno, presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), expresó lo más revelador: “ganamos en esas seis entidades federativas. Estamos construyendo y consolidando los resultados para la elección presidencial, que deja claro que Xóchitl Gálvez no sólo tiene el respaldo del pueblo de México, sino que ganamos de manera clara en esas entidades federativas”. Del aire triunfal, en minutos los jerarcas de los partidos pasaron al tufo mediocre. Al ver que la derrota en la presidencia era un hecho, se aferraron a la pugna en sólo seis entidades federativas, que también estaban pérdidas para ellos.

Minutos después, con la aparición de los resultados preliminares del INE, la misma candidata tuvo que aceptar lo inevitable. Convocó a otra conferencia de prensa para reconocer que la votación a su candidatura no la favorecía, que las tendencias electorales eran irreversibles, por lo cual: no “hay información que sugiera que esto pudiera cambiar durante los cómputos distritales”. Este reconocimiento, según asumió ella, venía acompañado de “una firme exigencia de resultados y soluciones a los graves problemas del país y del indispensable respeto a la Constitución y a las instituciones democráticas”.

Con ello, reveló la reconfiguración de la estrategia surgida de la vergonzosa derrota electoral, pero en el marco de la sobrevivencia política de los últimos meses: la conformación de un movimiento de masas. “Saldremos a la calle las veces que tengamos que salir para defender a la República y a la democracia”, sentenció. Luego, enlistó las banderas de la lucha por delante: el apoyo a las madres buscadoras, la lucha de las mujeres, los derechos de los pueblos indígenas, el combate a la corrupción y, por supuesto, el impulso a las energías limpias y otras causas”. De nuevo, las banderas que la izquierda ha defendido, justo ante la embestida de la derecha.

Entre sus agradecimientos, además de los partidos políticos que la postularon a la presidencia, recordó a los ciudadanos de la “marea rosa”, lo cual guardaría por el “tiempo que Dios decida prestarme en esta tierra”. Una “guerrera”, así autodenominada, por un “México en el que se respete la vida, la verdad y la libertad”. Una guerrera por “la democracia”, quien advirtió: “no vamos a permitir que se atente contra ella”. Desangelado, el auditorio que hacía unas horas la había aclamado: “¡Presidenta!”, le devolvió un simple: “¡Xóchitl!”, como si la redujera a su cabal dimensión.

4. Azuzado el desconcierto, inseminada la confusión, la derecha capitalizó lo que llevaba meses sosteniendo: que si la injerencia de López Obrador en la campaña, que si la presencia del crimen organizado, que si el uso faccioso de los programas gubernamentales, había hecho de ésta una elección de Estado. En este tenor, un día después de la elección, Gálvez lanzó por la tarde un comunicado, donde, muy a tono con lo que muchos de sus simpatizantes han escrito en las redes sociales (clamando en ocasiones por el uso de la violencia), escribió:

(…) Esto no termina aquí. Sí presentaremos las impugnaciones que prueban esto que les digo y que todos sabemos. Y lo haremos porque no podemos permitir que tengamos otra elección igual a esta. Hoy más que nunca debemos defender nuestra democracia y nuestra república. Los contrapesos y la división de poderes siguen en riesgo. Este debe ser un gran momento de unidad para quienes creemos en la vida, la verdad y la libertad. Buscarán dividirnos y desalentarnos, pero no podemos darnos el lujo de claudicar. Sigamos nuestra lucha por ti, por tu familia y por México. Somos la resistencia y debemos hacer lo que nos toca: defender México del autoritarismo y el mal gobierno”.

El 4 de junio, Gálvez elevó todavía más el tono y lanzó un video “Iniciamos la defensa de tu voto”, dirigido “a todas y todos los que forman parte de nuestra lucha”, donde establecía los cuatro puntos de una estrategia en defensa de la democracia, convocando a revisar el 80% de las casillas, como si el resultado electoral hubiera sido cerrado. Además, denunció la “clarísima intervención del Presidente en el proceso electoral”, el “evidente uso de recursos públicos en la campaña de MORENA”, el “alto nivel de violencia y la intervención del crimen organizado”. Con el rostro desencajado, continuó señalando que “México no merece otra elección con la intervención del Estado y con el crimen organizado.” Fiel a su cinismo desvergonzado, sostuvo: “hemos iniciado con la resistencia para proteger nuestra democracia, nuestra Constitución y nuestra libertad”.   

5. Hasta el momento, dos parecen ser los ejes de la estrategia de la derecha. Primero. Exigir un recuento de votos para enrarecer el clima político y enturbiar la legitimidad de la elección y del INE (en cuya ‘defensa’ la “marea rosa” encontró uno de sus más caros emblemas), deslegitimando a quienes obtuvieron el triunfo electoral. Medida de presión y forcejeo que ha creado indignación, hartazgo y hasta movilización de las bases de la coalición política derrotada, esto contribuye a un clima hostil que quizá la misma derecha no pueda siguiera controlar, tanto en el sentido de conducirlo como en el de avivarlo. Con ello, la derecha pretende mitigar la acción reformista del nuevo gobierno, maniatarlo para que se modere y no profundice la reforma del Poder Judicial y del INE. ¿Cuánto más puede durar este clima y qué tipo de shocks serán necesarios para alimentarlo?

Segundo. Mantener la presencia y el liderazgo con su base votante, no sólo insatisfecha por la derrota, sino iracunda, cuya opinión había sido prejuiciada desde hace tiempo al incubársele el rumor de una elección de Estado, orquestada por el Presidente López Obrador. Eso ha obligado a Xóchitl Gálvez a mantenerse en la así llamada “resistencia”, cuando horas atrás había aceptado los resultados de la elección. De diluirse su figura, otros (o quizá nadie) podrían capitalizar esa indignación, que está siendo avivada por una corte de comentaristas en los medios de comunicación. Se perdería, entonces, la conducción de una fuerza social que los partidos de la coalición derrotada (si es que sobrevive el Partido de la Revolución Democrática, PRD) necesitan para tener legitimidad, por ahora, vía la candidata de los patriotas, de los defensores de la República y la Constitución, cuyo ‘discurso’ supo seducir a los votantes de la derecha, pero también a los inconformes del gobierno de López Obrador.

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1 Comentario

  • Carlos Alberto Ríos 16 de junio de 2024

    Soy el autor y me doy cuenta de que esta versión está editada. No está completa, puesto que se suprimió el final. No fui consultado y este procedimiento es una falta de respeto porque atenta contra la libertad de pensamiento, los derechos de autor y los derechos de imprenta.

    La versión original está en el sitio de Sinpermiso, con fecha de publicación: 08/06/24

    Exigo que el artículo de publique en su totalidad dando, además, la referencia de la revista internacional Sinpermiso y mis datos académicos.

    O bien, que este artículo y los de mi autoría que han venido publicando, sean retirados de este medio y se abstengan de publicar cualquier otro artículo que yo escriba en el futuro.

    Muy cordialmente,

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