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Letras Desnudas

Mario Caballero

 

El Circo del ratón de Orlando

Hace unos días, Juan Sabines Guerrero sacó un comentario en Twitter en contra del Instituto Nacional Electoral que es una reverenda impertinencia. Creo que a nadie debió sorprenderle por venir de él, quien es un maestro de la frivolidad, del engaño, pero es censurable dado lo que significa su investidura como representante del Estado mexicano en el extranjero. Si algo tiene que decir, tiene que ser por los canales apropiados y de acuerdo con las funciones que le han sido encomendadas. Nada tiene que andar haciendo con politiquerías.

En el tuit alega que es un abuso por parte del INE condicionar a nuestros compatriotas residentes en Estados Unidos ejercer su derecho a votar a través de la credencial de elector, de la que afirma que su obtención es “complicada y discrecional” (sic). Propone que todos los migrantes mexicanos voten con su pasaporte, puesto que todos tienen, dice

Aquí las dos preguntas de fondo son si con la propuesta de Sabines el derecho a votar de los inmigrantes queda garantizado e inviolable y, segunda, si él es la persona indicada y moralmente apta para cuestionar los lineamientos del INE, que hoy por hoy es una de las instituciones del país con el mayor grado de aprobación y credibilidad.

 

RESPONDIENDO A LA PRIMERA PREGUNTA

Respondamos de manera rápida al primer cuestionamiento. Juan Sabines se equivoca al asegurar que todos los mexicanos residentes en la Unión Americana cuentan con pasaporte. Eso demuestra que no es apto para desempeñar el cargo diplomático y el nivel de su incompetencia. ¿Acaso ignora que nada más en el estado de Florida, en el cual él es cónsul en la ciudad de Orlando, hay cientos de miles de mexicanos que radican de manera ilegal?

Además, los pasaportes se encuentran en la lista de los documentos más falsificados en México, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Frente a ello, la credencial del INE, que es de fácil acceso y gratuita, cuenta con distintos elementos de seguridad para evitar su falsificación y es el instrumento por el cual los electores pueden votar con la seguridad de que su identidad no será plagiada y su derecho, violado.

Gracias a ésta, por ejemplo, se pudo comprobar el fraude en la elección del diputado migrante en 2015, en la que varios exconsejeros del IEPC manipularon las listas nominales para hacer pasar a miles de chiapanecos como residentes en el extranjero. Por la credencial de elector, que mostraba la residencia real de los votantes, se supo la cantidad y la identidad de las personas que fueron defraudadas, y se canceló la elección. Al final, todo el consejo electoral fue destituido. Situación que no hubiera podido solucionarse con el pasaporte.

 

LA COLA LARGA

Respecto a la otra pregunta, la respuesta es no. Si alguien es el menos indicado para cuestionar al INE es Juan Sabines Guerrero.

Para empezar, es una rotunda incongruencia que él salga supuestamente a defender el derecho a votar de los migrantes cuando hace apenas algunos años él alcanzó cargos de elección popular a través del fraude a la voluntad de los ciudadanos, y siendo gobernador de Chiapas utilizó el poder para manosear las elecciones.

Primero lo primero. Juan Sabines no es un demócrata. Jamás le han importado los derechos de las personas, mucho menos los políticos y electorales. Y como muestra está él mismo, un político hecho al vapor, un funcionario inventado, que, gracias a personas de buena fe, que creyeron y confiaron en él, en menos de diez años pasó de ser un perfecto desconocido a líder municipal del PRI, diputado local, alcalde de Tuxtla Gutiérrez y gobernador del estado.

Recordemos que cuando llegó de la Ciudad de México a finales de los noventa vino con una mano por delante y otra por detrás. Pero un grupo de empresarios y políticos samaritanos, que tanto le ofrecieron un lugar donde vivir como dinero para que les diera de comer a su esposa y a sus tres hijos, le abrieron el camino en la política, empezando por convertirlo en dirigente del Comité Municipal del PRI en Tuxtla Gutiérrez.

Sin embargo, una vez que llegó al poder a todos les mordió la mano. A algunos los persiguió judicialmente, a otros metió en la cárcel, otros tuvieron que huir por sus amenazas de muerte y hubo casos en que acosó a sus benefactores con la mismísima Interpol. De ese tamaño fue su felonía.

Uno de ellos fue el exgobernador Pablo Salazar Mendiguchía, quien creyó hacer una buena obra al impulsar la carrera política del hijo de Juan Sabines Gutiérrez, exgobernador de Chiapas del que él recibió mucho apoyo en sus años de juventud.

Salazar hizo un trato con Sabines: él lo respaldaría a cambio de obediencia absoluta. Fue así que Sabines Guerrero fue diputado local y alcalde de la capital, y no movía un dedo si el oriundo de Soyaló no se lo permitía. Y cuando su candidato no fue aceptado por la cúpula del PRD, Pablo se reunió con los líderes perredistas para que hicieran candidato a la gubernatura a Sabines Guerrero. Lo logró.

Luego se supo que Salazar utilizó recursos del erario de los chiapanecos para financiar la campaña de Sabines y hasta dispuso de personal del gobierno, automóviles oficiales y del helicóptero para que su ahora candidato se trasladara de un evento a otro en los distintos municipios de la entidad.

Aun con todo eso, Sabines ganó por una pírrica diferencia en medio de unas votaciones polémicas, en las que fue acusado de rebasar el tope de gastos de campaña, compra de votos y de recibir el apoyo del gobernador Pablo Salazar, quien después de haber hecho tanto, incluso de cometer delitos electorales en favor de su protegido, Sabines lo metió a la cárcel acusándolo de peculado, asociación delictuosa, entre otros delitos.

En su momento, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa escribió: “El cuervo creado por Salazar Mendiguchía está sacándole los ojos”.

Así se construyó la carrera meteórica de Juan Sabines Guerrero, a través del fraude, la traición y la corrupción. ¿Dónde está su vocación de servicio en todo esto? En ninguna parte. Llegó al poder por el poder mismo.

Ahora podrá salir a las redes sociales a mostrarse como un defensor de los derechos electorales de los migrantes mexicanos, pero en 2009 y 2012 abusó de su autoridad para controlar al órgano electoral local, a los partidos políticos y derrochó cientos de millones de pesos de las arcas públicas para imponer a su gente en el Congreso del Estado y en las presidencias municipales.

Asimismo, trascendió que en 2012 Sabines se convirtió en el principal proveedor económico de la campaña de Enrique Peña Nieto para ganar la Presidencia de la República, lo que le valió ser nombrado por primera vez cónsul por allá de 2015.

 

¿PERDIÓ LA RAZÓN?

Dicho todo esto, no hay tal defensoría de los derechos electorales de los migrantes y la democracia, lo de Sabines se trata de vil simulación.

Una de dos. O Juan Sabines hizo ese comentario en contra del INE pretendiendo quedar bien con el canciller Marcelo Ebrard y el presidente López Obrador, o tanto consumir estupefacientes le hicieron perder la razón.

Como sea, el llamado “Ratón de Orlando”, por aquello de corrupto, cada vez se asemeja más a un personaje de caricatura, que a punta de tuits está convirtiendo el servicio diplomático en un circo de politiquería, con payasos y todo.

 

@_MarioCaballero

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