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El Cristalazo

Rafael Cardona

En muchos casos las acciones gubernamentales causan reprobación. Los políticos y los funcionarios públicos suelen equivocarse y la reacción social hacia ellos es reprobatoria.

En otras circunstancias esa desaprobación se expresa en la conversión electoral; es decir, quien les había dado confianza y sufragio, prefiere ensayar por otros senderos políticos. Por eso ocurren las alternancias en el poder. Y eso es normal:

Lo anómalo; lo infrecuente, pero más grave todavía, es cuando las acciones (u omisiones) del poder público causan repugnancia. Como sucede hoy en México.

Este indigno juego de mentiras, exculpaciones, inculpaciones, escondites, disminuciones, disimulos, menosprecio por la realidad, distorsiones, es absolutamente repugnante. Y cobarde, en la mayoría de las actitudes. Nadie enfrenta sus culpas. Todos tienen sus disculpas.

No creo hallar en toda la república alguien ajeno a la madeja de sentimientos desatados por la hornaza juarense en la cual murieron 38 personas en las condiciones más espantosas imaginables. Pero por desgracia la chusma hipnotizada seguirá, a pesar de todo, votando por Morena, sin mermar ni un ápice la popularidad del encantador presidente.

Y aquí encantador, no es dulce y atento. Es domador de serpientes. “Snake charmer”, le dirían los angloparlantes.

“…y he de llevarte por lugar eterno,

donde oirás el aullar desesperado,

verás, dolientes, las antiguas sombras,

gritando todas, la segunda muerte;

y podrás ver a aquellas que contenta

el fuego, pues confían en llegar

a buenaventuras cualquier día;

y si ascender deseas junto a éstas,

más digna que la mía allí hay un alma:

te dejaré con ella cuando marche…”

Así cantaba Dante las penas del infierno.

Pero por desgracia los sucesos de Ciudad Juárez, no tienen poesías geniales para entonar el horror y el espanto con hermosuras literarias, cuando más tiene plumíferos domesticados por la Cuarta Transformación quienes hacen desesperados esfuerzos por desviar la responsabilidad de quienes dejaron morir a los cautivos.

Llegan al punto de arrojar culpas sobre la autoridad municipal, sin reparar dónde ocurrieron las cosas. Todo sucedió bajo el techo de la estación migratoria, del Instituto Nacional de Migración, dependiente de la Secretaría de Gobernación (de migratoria pasó a mortuoria); pues la conocida Comisión Intersecretarial para la atención integral es un órgano apenas de coordinación (no de sustitución), en materia migratoria (siempre supeditada al capricho y necesidad de los Estados Unidos); sin facultades operativas.

Basta ver los cheques de los empleados del INM, para saber quién les paga y de quien dependen. No cobran en Tlatelolco (o la Alameda), sino en Bucareli, así el señor Adán Augusto, quien, con ojitos de ambición y verbo de sacristán, acaricie la posibilidad (ahora disminuida internamente), de ser candidato a la presidencia y juegue al sueco y quiera responsabilizar a Marcelo Ebrard quien en este caso poca responsabilidad tiene.

Pero como la podredumbre iguala a los autodenominados desiguales, vale la pena reflexionar en torno de la subrogación de la vigilancia en la cárcel del INM en Juárez. Y la palabra cárcel es precisa, como precisas son otras: rejas, candados, espacios reducidos, sobrecupo, sobrepoblación, fuego, incendio, muerte.

Típico de Bukele o de Ortega.

Y si hablamos de Ortega, de Daniel Ortega el dictador fraterno de Nicaragua (fraterno de la 4 T, no de los demás), le comparto el más reciente hallazgo periodístico originado en la acuciosidad de Carlos Loret de Mola quien ha descubierto al concesionario de los servicios de seguridad (hágame el refabrón cavor) en el INM: Servicios Especializados de Investigación y Custodia (SEICSA), una Sociedad Anónima de Capital Privado, con diversidad de contratos con dependencias del Gobierno federal.

En Teléfono Rojo José Ureña secunda:

“Tiene mala fama (SEICSA), está asentada en la calle de Puebla, en la colonia Roma Norte, con presencia en varias partes del país y sobre todo un dirigente de altísima influencia: el cónsul (de Nicaragua; de Ortega, pues) en Coahuila… cuya firma tiene contratos con la Fiscalía General de la República (FGR), la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el Banco del Bienestar, el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep), el Instituto Nacional de Migración (INM) y el Seguro Social (IMSS).

“Trato de privilegio para este cónsul de Managua:

“Más de tres mil millones de pesos otorgados a través de 130 contratos a partir de marzo de 2021, dos de los cuales corresponden a Francisco Garduño Yáñez para el INM”.

Más allá de hacerle un favor a Ortega con sus custodios, como a Cuba se le hace con sus yerberos y babalaos disfrazados de médicos, no se entiende por qué instalaciones federales de seguridad deben contar con servicios de seguridad subrogados a particulares, cuando bien se podría disponer para ello a elementos de la Guardia Nacional.

Pueden cuidar el ruinoso Metro de la ciudad de México, pero no a las estaciones migratorias. Al parecer sólo sirven como “tapón” para las caravanas de centroamericanos, o vigilantes de los intereses electorales de la señora Sheinbaum.

Sobre el contrato con el INM dice Ureña:

“…Y no (es) una minucia: 460 millones de pesos… ¿para matar o dejar morir a los migrantes concentrados como delincuentes de alto riesgo en una estación de paso?

Pero no sólo a los periodistas les escuece el asunto. La ex embajadora de México en Estados Unidos, testigo y protagonista de las decisiones del gobierno nacional en materia de migración, se sobresalta y horroriza ante el caso y dice:

–“Eso no puede ser la imagen de México, no debe de ser, ¿dónde hemos perdido el compás moral?”.

Pues yo se lo digo; cuando llegó este gobierno al cual usted misma renunció, embajadora. Y lo hizo en buena hora, para su carrera, su ejemplo y su decencia.

Y luego se preguntó en una entrevista con Latinus:

“Hay que ver quién estaba a cargo de la seguridad, hay que ver quién era la cabeza de esa estación. ¿Cómo es posible que en medio del inicio de un incendio no hayan sacado a la gente de detrás de las rejas?, ¿cómo es posible que los hayan dejado asfixiarse y morir?”

¿Cómo es posible? Pues así, destruyendo el tejido institucional, pegando brincos con los tramos de responsabilidad, borrando de un plumazo años y años de tradición diplomática y política, jugando a las ocurrencias, gobernando con saliva y dádiva, así es posible, cómo son posibles tantos y tantos absurdos en la vida nacional.

La ex embajadora afirmó que lo ocurrido es una de las tragedias más graves que el país ha tenido en materia de migrantes: “Es imputable al Estado mexicano”.

“Martha Bárcena dijo que las autoridades tienen que informar si las víctimas habían sido deportadas por el gobierno de Estados Unidos bajo la política de deportación Título 42 o por el programa “Quédate en México”, con la que los solicitantes de asilo deben de esperar en nuestro país la respuesta del gobierno estadounidense.

“Si fuese así, diríamos que este incidente en Ciudad Juárez está directamente relacionado con los acuerdos que se llegaron con la administración (de Donald) Trump y ahora la administración (de Joe) Biden, debemos de tener estos datos precisos en la investigación para poder sacar conclusiones”.

A mí me parece obvio.

Y como final le digo, una vez más Porfirio Muñoz Ledo, en una breve declaración pone un ejemplo de calidad política: El incendio en Ciudad Juárez no es un accidente fortuito, sino un crimen de Estado.

Ahora pasen lista…

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