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El delegado federal sin superpoderes y, sin empleo

Desde mi Trinchera

Diego Victorio

 

El delegado federal sin superpoderes y, sin empleo

“Es un albur. Lo ratifican o se va exhibido”, así inicié mi columna de veintiséis de julio, en franca alusión a los dos rumbos que podría tomar la carrera política de José Antonio Aguilar Castillejos.

Y es que, como lo expliqué en la entrega de la última semana de julio, su permanencia en el cargo de “superdelegado” iría en función de los resultados de la desacreditada consulta de si se enjuicia o no a expresidentes de México.

Y, como bien anticipé, supeditarse a un ejercicio ridiculizado por su ambigüedad, no solo por la oposición sino por mismos miembros de la izquierda, es, tan riesgoso, como el propio éxito de la consulta.

Por eso me atreví a adelantar que, el plebiscito de uno de agosto, sería el último hálito de vida de Aguilar Castillejos.

El delegado de programas federales en Chiapas perdió sus presuntos “superpoderes” tras la caída de su progenitor político Gabriel García Hernández, desde ese día hasta la fecha, José Antonio dejó de ser ese influyente personaje aldeano y, en Chiapas, ya vislumbran su reemplazo.

Obtuve información de que ha Aguilar Castillejos se le había presentado una especie de última oportunidad de rescatar su continuidad en la nómina de la federación: lograr el porcentaje -algo así como 37 millones de votos a favor del padrón nacional- para que mandatarios sean juzgados en la Corte.

Una fuente segura compartió el dato de que desde Palacio Nacional habían confiado, en los 32 superdelegados del país, la tarea operativa del ejercicio ciudadano, llevar a la urna a no menos de 40 por ciento de empadronados en el Instituto Nacional Electoral (INE).

La cifra no era nada halagüeña, al menos para el futuro de Castillejos.

Porque el compromiso de las entidades federativas era aportar -como mínimo- un 40 por ciento del padrón de votantes.

Si tomamos en cuenta de que nuestra entidad federativa cuenta con un padrón de 3. 7 millones de votantes, entonces, el cuarenta por ciento debió ser 1 millón y medio de votos.

Es decir, ni el Presidente Obrador, en 2018, obtuvo esa cifra.

Como una mera muestra espejo, los comicios intermedios de seis de junio pasado, Morena, en el cuadrante de diputados federales, acopió 789 mil sufragios, la mitad de la posible meta que debió entregar el delegado, ayer domingo primer día de agosto.

Con esas referencias cuantitativas intuí que Castillejos y su ejército de servidores fracasarían.

Y aunque a la hora de escribir esta columna no había resultados oficiales publicados, las postales y videos del abstencionismo eran tan explícitas que no era necesario el informe.

Las urnas lucieron desiertas, no hubo participación ni labor operativa, esta última presuntamente fue cedida en su totalidad a José Antonio.

El villano favorito de entre morenos organizadores e impulsores del ensayo será el delegado sin superpoderes, José Aguilar Castillejos.

Empero, quienes aplaudían este ejercicio deberán asumirse culpables, aunque ya lo son confesamente, no es recomendable que quieran jugarle al ensarapado para que Castillejos se coma toda la derrota.

Será mejor aceptar que la operación política no fue la correcta.

Bajo esa premisa, la fallida consulta va a dejar cadáveres y lesionados, políticamente hablando. Al Tiempo.

 

Comentarios Atrincherados

***El dirigente estatal del PRI Rubén Zuarth Esquinca, fue uno de los más grandes críticos del ensayo.

Ayer, los hechos le dieron la razón.

 

***La alcaldesa Rosa Irene Urbina, apareció, en un ejercicio demoscópico, entre los mejores treinta alcaldes evaluados del país.

Razón lógica de porque Urbina obtuvo una votación histórica el seis de junio que, la convierte en la primera presidenta municipal reelecta en la historia de Tapachula. HASTA PRONTO.

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