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Letras Desnudas

Mario Caballero

Hablemos del PRI

Mucho se dijo que luego de las elecciones de julio de 2018 el PRI quedaría sentenciado a ser nomás que un cascajo. Un despojo del que sería difícil imaginar lo que alguna vez fue el partido hegemónico de México. No pocos aludieron la idea de que desaparecería del mapa político y que si lograba resistir la envestida no pasaría de ser una parodia. Incluso se dijo que buscaría un nuevo lugar como partido minoritario a través del auxilio y de la colaboración con el presidente López Obrador. Un año y diez meses después, nada hay de eso.

Más allá de los prejuicios comprensibles, del recelo que pudiera inspirar, el PRI que vemos actualmente representa un antagonismo lúcido, inteligente, fresco, que se desprende de su carga reaccionaria. Parte, a mi juicio, de una crítica que asume como propia la agenda que el presidente de la República ha puesto en el centro del debate público, y que la entiende no como mero desahogo retórico, ni como prédica moral, sino como un complejo desafío de la responsabilidad pública.

Hay en la oposición del PRI no confrontación con el poder ni con el partido gobernante. No responde a la agresión del mandatario federal con la misma moneda. Si lo llaman “cueva de ladrones”, “camarilla de traficantes del poder”, “partido alcahuete”, no muerde el anzuelo. Si los militantes morenistas lo descalifican o lo culpan de los problemas que presenta el país, lo toma con sobriedad. En lugar de responder la afrenta con violencia, propone soluciones, cuestiona las políticas del gobierno y critica con buenos argumentos las malas decisiones tomadas por la administración federal.

No pretendo justificar lo que por todos es conocido, pero sí dejar en claro que el PRI fue subestimado. Tras la elección del 18 quedamos sin oposición y muchos pensaron que sería el PAN el que asumiría la responsabilidad del antagonismo, pero no fue así. El PAN, al parecer, sigue de vacaciones, atarantado después de la paliza de hace dos años. Sigue sin entender lo que sucedió, sin comprender lo que está pasando.

El Partido Revolucionario Institucional no es malo. Fue fundado con los mejores estatutos y en sus inicios fue reconocido como la plataforma política más progresista de América Latina, entre otras cosas, por impulsar la correcta distribución de la riqueza, el desarrollo del país, la paz interna y la buena diplomacia.

Los malos fueron quienes antes lo dirigieron. Por ellos recordamos al PRI como esfinge de la corrupción. Como pirámide de la disciplina y el autoritarismo mexicanos. Como el partido de las negociaciones silenciosas y cacicazgos inconfrontables. Esa es la historia que tenemos en mente, la del PRI de la ilegalidad.

Pero ahí está también la otra historia. La del PRI que puso los cimientos del Estado mexicano y le dio institucionalidad a la vida pública del país. La del priismo que impulsó la educación pública gratuita y que construyó el sistema de salud, que nada más las instituciones de seguridad social atienden a cerca de la mitad de la población nacional. También erigió a PEMEX, que por muchos años financió el desarrollo del país.

Logró estabilizar la vida política de un México incendiado por las revueltas posrevolucionarias, contribuyó a fortalecer las principales instituciones del Estado y auxilió, en calidad de instrumento, a romper la dinámica de desigualdad del país a nivel internacional. Asimismo, puso fin a la época en que las luchas electorales, las disputas por el poder político, se solucionaban con cruzadas militares y muertes dramáticas. Pues antes de que sucediera la primera alternancia democrática, instaló lo que conocemos como INE, para que los ciudadanos pudieran elegir libremente a sus gobernantes.

OPOSICIÓN CRÍTICA

Alejandro Moreno Cárdenas ha aprendido bien las lecciones del pasado. Para el nuevo líder nacional del PRI ser antagonista no es una opción, sino una necesidad primigenia para nuestra democracia.

Ha sabido imprimir en la militancia el ánimo de reconstruirse, de volver a la esencia del PRI, de hacer política al lado de la gente. Ha incentivado el espíritu de colaboración entre los priistas y reducido el de la confrontación. También se puede ver la reagrupación y hay visos de una refundación del partido que busca ser una oposición seria, que se oponga a los autoritarismos y desaciertos, que ofrezca candidatos capaces de competir en una elección y, sobre todo, equilibrar el poder con crítica y propuesta.

Él ha puesto el ejemplo. Ha alzado la voz para reclamar los bajos índices de crecimiento económico, mismos que son confirmados por organismos autónomos como el Inegi, situación que no se había registrado desde hace una década, cuando el PRI gobernaba. Igual hizo para dejar en claro que se están perdiendo empleos y que la gente no puede salir de casa porque el Estado no es capaz de garantizar las condiciones mínimas de seguridad. El 2019, el primer año del presidente López Obrador, es el más violento desde que inició la guerra contra los cárteles de la droga.

También ha sido crítico en cuanto a la asignación del presupuesto. Lamentó que el gobierno morenista diga que no hay dinero para reactivar el campo, pero sí para destinar más de 400 millones de pesos para programas sociales que no tienen reglas de operación, sin padrones públicos y que dejan abierta la puerta a su ejercicio discrecional y clientelar.

La oposición del PRI reconoce la importancia de las instituciones. Por ello, ha venido censurando el intento del gobierno federal de estrangular la autonomía de éstas, como la del INE, de la CNDH. Así, ha mostrado preocupación por la afrenta diaria que sufren los medios de comunicación, que son tachados de conservadores, reaccionarios, paleros de la mafia del poder, por el hecho de ejercer su derecho a la libre labor periodística.

Moreno Cárdenas criticó duramente el plan de reanudación de las actividades productivas, acusando al Consejo de Salubridad General de no haber escuchado y atendido las necesidades de los sectores económico y social del país. Para corregirlo propuso la realización de pruebas eficientes y efectivas que ayuden a redefinir las condiciones de reapertura en los municipios, y así evitar el colapso de hospitales y más muertes.

Ante la reciente propuesta de Morena de que el Inegi mida la concentración de riqueza de las personas, Alejandro Moreno dijo: “Es una ocurrencia. Es para distraer la opinión pública del enorme desempleo y de la enorme cantidad de muertos que ya hay en nuestro país. Hay que precisar que el Inegi es una institución pública autónoma que ha hecho un extraordinario trabajo a lo largo de muchos años. Por ello, no podemos aceptar una propuesta como esa que atenta contra la privacidad de las personas y sus derechos individuales. Hay un doble discurso al decir que hay que confiar en el pueblo y por el otro lado meter un funcionario público a la casa. Lo que preocupa es que Morena quiere crear un marco legal que enfrente a las familias mexicanas con las instituciones públicas”.

LIDERAZGO DE OPOSICIÓN

Por un tiempo, todo lo que se movió fue por impulso del gobierno y sus aliados. Todo lo que avanzó, lo que se detuvo o lo que retrocedió fue por determinación de un grupo compacto. No hubo resistencia ni argumento crítico que se opusieran, hasta ahora.

Alejandro Moreno y el PRI están asumiendo un liderazgo de oposición capaz de representar a los mexicanos insatisfechos con el gobierno de López Obrador. Eso es muy positivo para México. ¡Chao!

yomariocaballero@gmail.com

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