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Letras Desnudas

Mario Caballero

 

Hampón

Pocas veces es tan claro lo mal que puede resultar para un municipio elegir políticos inexpertos. El gobierno que encabezan es lógicamente un desastre. No resuelven nada. Todo lo contrario, lo empeoran todo. Si antes las cosas funcionaban más o menos bien, o regular, todo se viene abajo cuando uno de éstos que nada sabe de gobierno y de la administración pública asume la responsabilidad.

Es lo que sucedió en Berriozábal con Joaquín Zebadúa Alva, quien en 2018 se convirtió en presidente municipal sin siquiera tener trayectoria política. Sus resultados fueron los propios de un político improvisado. Tras su paso dejó muchos pendientes que prometió solucionar. No arregló el histórico problema del agua potable, sus políticas de seguridad fueron ineficientes, pues aumentaron los incidentes delictivos en la ciudad; no pudo generar las condiciones para atraer la inversión privada, abandonó el comercio local, se desentendió de los ciudadanos durante la pandemia y acumuló una larga serie de denuncias por corrupción y malversación de recursos públicos.

Este personaje corrió con la misma suerte que todos los que en la elección pasada ganaron una alcaldía o una diputación federal o local bajo las siglas de Morena. Muchos, según se sabe, ni siquiera hicieron campaña. Zebadúa Alva es uno de éstos. Fue uno de esos pececillos que fueron arrastrados por la enorme ola lópezobradorista. Pero ahora que es candidato a diputado federal por el Distrito IV electoral no correrá con la misma suerte. AMLO no estará en la boleta y él tendrá que enfrentarse a la memoria de los ciudadanos.

Joaquín Zebadúa es un tipo sin ética y sin ideología. Ha trabajado para gobiernos panistas, priistas y cuando vio la oportunidad de colarse a la elección y buscar la presidencia municipal de Berriozábal lo hizo a través de Morena.

Y si digo que no tiene ética es porque no la tiene. Para empezar, durante muchos años desempeñó un cargo para el que no tenía el perfil requerido. De haber sido congruente y honesto se hubiera dedicado a las ramas de su profesión, que es la sociología, pero irónicamente fue funcionario de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, dependencia para la que laboró durante once años hasta que fue despedido por incurrir en un error que un verdadero político jamás hubiera cometido.

Sucede que el 18 de agosto de 2017, Zebadúa Alva estaba en el Aeropuerto “Ángel Albino Corzo” a punto de abordar un helicóptero de la Marina que lo llevaría junto con dos prominentes funcionarios federales a un evento en la Reserva de la Biosfera La Sepultura, donde serían liberados varios pavones.

Los dos funcionarios eran Alejandro del Mazo Maza y Rafael Pacchiano Alamán, entonces titulares de la Conanp y Semarnat, respectivamente. Y Zebadúa que andaba con la comezón de ser candidato a la alcaldía de Berriozábal quiso pedirles su respaldo a estos personajes que son importantes dentro del priismo y el Partido Verde.

Al primero que le externó sus aspiraciones fue a Del Mazo Maza, quien apenas y lo volteó a ver. Pacchiano, en cambio, le puso un poco más de atención cuando Zebadúa le dijo que estaba caminando con los ciudadanos en busca de la candidatura. “¿Por qué partido?”, le preguntó. Pero en cuanto Pacchiano escuchó que Zebadúa le decía que por Morena su respuesta fue la más lógica cuando se trata de asuntos de esta índole: “Estás despedido”.

Obvio, Joaquín Zebadúa lo siguió de camino a la aeronave tratando de disculparse, pero Pacchiano lo refutó: “Pon tu renuncia, ni le busques, ya estás fuera”. Y cuando quiso subirse al helicóptero que los llevaría al evento, el alto funcionario casi le gritó: “Tú no subes”.

Un político con un poco de sentido común no habría cometido semejante torpeza. Sabría que, en la política, la forma es fondo.

 

¿CON QUÉ CARA?

Lo importante ahora es preguntar ¿con qué cara pedirá el voto a los ciudadanos que tanto afectó y saqueó? Es mentira lo que anda diciendo en campaña de que su labor al frente de la presidencia municipal de Berriozábal hizo realidad la Cuarta Transformación en el municipio, que combatió la corrupción, que hizo mejoras importantes en cuanto a infraestructura social y que sus acciones estuvieron enfocadas a lograr el bien común.

En primer lugar, ¿dónde está la Cuarta Transformación que tanto presume? Si durante su primer año de gobierno la delincuencia aumentó en un 70 por ciento, siendo los principales delitos registrados los asaltos a transeúntes, el robo a casa habitación y el robo de vehículos. Lo más grave fue la aparición de bandas de motociclistas que hasta la fecha tienen asolada a la población con asaltos violentos y robos a mano armada.

Un ciudadano berriozabalense, de nombre Carlos Mendoza, escribió en su cuenta de Facebook: “Es lamentable la situación que vivimos en Berriozábal, la inseguridad es indescriptible; es, en extremo, preocupante”. Contó que dos hombres armados irrumpieron en su casa, lo encañonaron a él y a sus dos sobrinos menores de edad, y se llevaron su automóvil, entre otras propiedades.

A la verdad, Joaquín Zebadúa no pudo combatir la delincuencia, no pudo darles garantías de seguridad a los ciudadanos y tampoco pudo frenar la corrupción. Todo lo contrario, la fomentó.

Para muestra un botón. Una de las obras que más presumió Zebadúa fue la pavimentación de cuatro calles y la construcción del techo de una escuela, con un costo superior a los 10 millones de pesos. Sin embargo, trabajadores del Ayuntamiento (que piden anonimato por temor a represalias) acusan que dichas obras están sobrevaloradas y cuyos contratos fueron asignados por adjudicación directa, es decir, al margen de la ley. Por si fuera poco, la mayor parte fueron realizadas por personas físicas venidas de fuera.

No es todo. Durante los dos años de su gestión fue señalado de ser un gobernante de oídos sordos, prepotente y corrupto.

Por ejemplo, en mayo del año pasado más de un centenar de personas marcharon en exigencia del servicio de agua en las colonias y pidiéndole al alcalde que transparentara el uso de los más de 40 millones de pesos del proyecto de agua potable. Zebadúa, sin el mínimo tacto que debe caracterizar a todo buen político, contestó: “Yo no tengo por qué darle explicaciones a nadie porque soy el alcalde, y si no llega el agua aguántense hasta que les toque”.

Tristemente, hay miles de familias en distintas colonias de la ciudad que gastan entre 280 y 350 pesos por cada pipa de agua. Lo peor es que el Ayuntamiento les cobra el servicio cuando no se los proporciona.

Por último, ¿qué pasó con los más de 40 millones de pesos que fueron destinados para la renovación completa de la red de agua potable que ayudaría a resolver la escasez de agua en el municipio? Simplemente, desaparecieron.

Una investigación periodística reveló hace pocas semanas que Joaquín Zebadúa se basó de empresas fantasma para desviar los recursos. Quien fue su cómplice en el fraude fue el ex tesorero municipal, Jorge Acero, que fue designado por el partido Morena como candidato a la alcaldía de Berriozábal.

En fin, Zebadúa Alva, el sociólogo metido de político, terminó siendo un gran pillo de siete suelas. Ahí están las evidencias. ¿Volverán a votar por él?

 

yomariocaballero@gmail.com

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