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Los Titanes

Juan Eduardo Martínez Leyva

¿Cuál es el origen de los Titanes en la mitología? En el árbol genealógico que Hesíodo elaboró en su Teogonía, se afirma que Gea, la Madre Tierra, engendró con Urano, el Cielo, a tres tipos de descendencia: a los Titanes primero; luego, a los Cíclopes de un solo ojo; y, posteriormente, a los Gigantes de cien manos. Dos tipos de seres monstruosos.

Urano temía que sus hijos le arrebataran el trono por lo que le impedía a Gea que los trajera al mundo. Sus hijos permanecían atrapados en el vientre de la madre. Crono, el más pequeño y valiente de los Titanes, urdió una trama con Gea para castrar a su padre. Armado con una hoz, Crono cortó los genitales de Urano y liberó a Gea de la opresión que ejercía sobre ella. Fue así como pudieron ver la luz los tres tipos de retoños de la Madre Tierra.

La historia se repitió en la siguiente generación divina. Crono, que gobernó el universo, con los Titanes como aliados, devoraba a sus hijos procreados con su esposa, Rea, por el mismo temor de ser derrocado por uno de ellos. En este caso, Rea y Zeus, el menor, se confabularon para destronar a Crono. Solo que en esta ocasión la lucha por el poder se dio tras una larga y sangrienta guerra.

La victoria correspondió a Zeus y sus aliados, por lo que los Titanes fueron sustituidos por los dioses olímpicos -hermanos e hijos de Zeus- en el dominio del mundo. LosTtitanes, con excepción de Prometeo y Atlas, fueron enviados al Tártaro, el lugar más profundo del inframundo.

Algunos estudiosos sostienen que los mitos de la castración de Urano y el destronamiento de Crono forman parte de una larga lista de mitos, frecuentes entre otros pueblos antiguos, que justifican la sucesión en el poder de nuevos líderes dentro de una comunidad, o el arribo al gobierno, de forma violenta, de personajes pertenecientes a grupos invasores. Los Titanes serían, de acuerdo con este planteamiento, dioses arcaicos que regían y normaban un orden político en una época anterior a la invasión de las tribus helénicas, las cuales lograron conquistar a las poblaciones locales e imponer a las deidades olímpicas en su lugar. (R. Hard).

El número de Titanes primordiales es colocado por algunos en doce y otros afirman que fueron catorce, o más. Se solían asociar en parejas y, en este caso, había un Titán junto a una Titánide. Se afirma que cuando los dioses crearon los siete planetas conocidos en esa época -incluían al Sol y a la Luna- pusieron a una pareja de ellos bajo su control y custodia. Fue así que la pareja de Titanes, Tía e Hiperión, se hicieron cargo del Sol; Febe y Atlas, de la Luna; Dione y Crío, de Marte; Metis y Ceo, de Mercurio; Thémis y Eurimedonte, de Júpiter; Tetis y Océano, de Venus; y, Rea y Crono, de Saturno. (R. Graves).

La mayoría de Titanes o Titánides carecen de relatos que arrojen luz sobre sus atributos o características. Algunos son conocidos en los mitos porque se les menciona como padre o madre de algún personaje de mayor importancia. Por ejemplo, Hiperión es considerado el padre de Helio, el dios del Sol; O Ceo y Febe, que son abuelos de Apolo y Artemisa.

Sin embargo, hay algunos Titanes o Titánides de suma importancia mitológica. Thémis, divinidad de la justicia y la equidad, llegó a presidir el oráculo de Delfos antes de que fuera tomado por Apolo y sus sacerdotisas. Se representa con una venda en los ojos, sosteniendo una balanza con la mano izquierda y una espada en la derecha, símbolos de la imparcialidad, la equidad y el castigo, respectivamente.

Los Titanes hermanos: Prometeo, Epimeteo y Atlas, tienen también historias que han sido de mucha relevancia. Prometeo tuvo especial interés entre los escritores trágicos de la Grecia clásica y de épocas posteriores. Es considerado un héroe de la civilización y el progreso, protector de los humanos frente a la tiranía de los dioses. Luchó del lado de Zeus en la rebelión contra Crono, razón por la cual no fue enviado al Tártaro, como el resto.

La tragedia escrita por Esquilo conocida como Prometeo encadenado, presenta a este Titán como más astuto e inteligente que el propio Zeus. Mediante un engaño a Zeus, Prometeo estableció el reparto del animal sacrificado entre los dioses y los mortales, dejando la mejor porción para los humanos y la peor para los dioses. Sustrajo del Olimpo el fuego para entregarlo a los mortales, lo que tuvo gran impacto en el desarrollo de la civilización. Fue castigado por ello y pasó un largo tiempo encadenado a una roca, donde un águila le picoteaba el hígado diariamente.

Zeus castigó también la insolencia de Prometeo haciendo que su hermano, Epimeteo, aceptara, pese a las advertencias de no hacerlo, a la hermosa Pandora, quien portaba una caja que contenía todos los males de la humanidad.

Atlas fue el caudillo que dirigió a los Titanes en la guerra contra los Olímpicos. Es padre de algunas ninfas, como las Pléyades y las Hespérides. No fue enviado al inframundo, como la mayoría de los titanes, pero recibió la pesada carga de permanecer en una posición inmóvil, sosteniendo el cielo en sus hombros, por toda la eternidad.

Se dice metafóricamente que tal o cual tarea es titánica cuando consideramos que rebasa o está en el límite de las capacidades humanas. Dentro de las tareas titánicas se encuentran las que requieren de una enorme fuerza bruta, como la que utiliza Atlas para que no se caiga el mundo; sin embargo, también existen aquellas que requieren de la inteligencia, la elaboración intelectual o del diseño de reglas para la mejor convivencia, para hacer avanzar la civilización y el progreso de la humanidad, como las que están representadas simbólicamente en las figuras de Prometeo y Thémis.

Gobernar un país es, sin duda, una tarea titánica. Se puede optar por hacerlo mediante la imposición de una fuerza hegemónica e inamovible, impermeable al diálogo, a la crítica y al consenso; es decir, mandando a los perdedores a lo más profundo del infierno, olímpicamente; o, por el contrario, se puede escoger la ruta más sofisticada: la de la inteligencia. Hacerlo mediante el funcionamiento de las instituciones, el respeto a las minorías y la atención de sus legítimos planteamientos, pero, sobre todo, mediante la equidad y la justicia en el ejercicio del poder.

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