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Jesús Martínez Soriano

Ottawa, tres décadas después

Ottawa, Canadá. A las 13 horas con nueve minutos del sábado 26 de septiembre de 2020, en la terminal de trenes de esta ciudad capital, arriba el convoy 52 de VIA Rail Canada, procedente de Toronto. Una empleada de la compañía ferroviaria da la bienvenida a cada uno de los pasajeros, entre los que se encuentra quien esto escribe, y nos indica la puerta de salida; al descender observo mi entorno con detenimiento y curiosidad; para mí esta visita tiene un significado muy especial, pues representa el regreso a dicha metrópoli después de casi tres décadas. Experimento una emoción indescriptible y una gran ansiedad por volver a observar las imágenes que se quedaron grabadas en mi memoria desde aquella ocasión, por recordar muchas de las situaciones gratas aquí vividas en el pasado y por conocer algunas de las cosas que han cambiado a lo largo de este lapso.

La inevitable evocación del pasado

Abandono la terminal y me dirijo a la estación Tremblay de la línea 1 del tren urbano (O-Train), denominada Confederación; es un día soleado y con un clima agradable, 19 grados centígrados; por momentos corre un intenso aire que refresca aún más el ambiente. Repentinamente y de manera inevitable me retraigo en el tiempo; viene a mi memoria aquella gélida mañana del segundo sábado de enero de 1991, cuando visité por primera vez la capital del país; llegué a la terminal de autobuses Greyhound, en donde un tablero electrónico registraba la temperatura exterior: -14 grados centígrados. Venía yo con un compañero de la Universidad, con el que recorrí la ciudad durante algunos días y con quien compartí muchos momentos gratos a lo largo de un año de estancia en este país; ambos entablamos una amistad entrañable, aunque terminamos por distanciarnos años más tarde. En todos nuestros recorridos llevábamos siempre con nosotros algún mapa impreso para poder orientarnos y acarreábamos cierto nerviosismo e inseguridad porque ninguno de los dos dominaba el idioma inglés, habíamos estudiado algunos cursos en la universidad, que apenas nos ayudaban para poder comunicarnos.

En aquel entonces no existía la tecnología con la que ahora disponemos para localizar nuestros lugares de búsqueda fácilmente. Era casi obligado preguntar a los transeúntes acerca de algunas direcciones en específicos, quienes en general nos trataron con extrema amabilidad; en particular, tengo muy presente el día que visitamos la Universidad de Ottawa; descendimos de un autobús y nos detuvimos para consultar nuestro mapa; un grupo de jóvenes nos observaron y se acercaron a nosotros para preguntar si necesitábamos ayuda, les respondimos afirmativamente y ellos mismos nos condujeron hasta el campus universitario.

A mi compañero y a mí nos impactó gratamente la ciudad; se veía espectacular, sobre todo la zona del centro, por donde cruza el Canal Rideau que, en las noches, ya iluminado, lucía atractivo y muy alegre con los arreglos y luces navideñas que aún adornaban sus calles, parques y avenidas. La capital nos parecía pequeña (entonces tenía unos 900 mil habitantes, incluyendo su área conurbada), en comparación con Toronto (que superaba los 3.8 millones). En tres décadas ha crecido de manera exponencial, hoy en día cuenta ya con 1.4 millones de habitantes (populationstat.com). En un primer momento imaginábamos que, por ser la capital del país, Ottawa sería la urbe más grande y poblada, pero como señala el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, veníamos de México con nuestro “pensamiento subdesarrollado”, creyendo que en todas las naciones las cosas funcionan igual que en la nuestra.

Una ciudad en evolución, una mirada distinta

Desde 1991, cuando realicé mi primera visita a la ciudad, hasta el día de hoy, muchas cosas han cambiado, como es natural. Sería difícil, y quizá hasta ocioso, hacer un recuento de dichos cambios en tan solo unos cuantos días de estancia, pero a simple vista resaltan algunas cosas que no existían en aquella época. De entrada, destaca el moderno tren urbano que abordo en la estación Tremblay, el cual luce espectacular, pintado de blanco, con una enorme hoja de arce roja, el emblema nacional, que parece incrustada en el frente del mismo, dejando ver solo la cubierta de la cabina de cristal oscuro. El tren es relativamente nuevo, pues apenas fue inaugurado en septiembre de 2019, según leo en su portal oficial (www.octranspo.com); sus vagones quizá no son tan sofisticados como los del metro de Toronto, pero en lo personal me parecen bonitos y funcionales. Agrada y entusiasma conocer y transportarse en el O-Train, que hoy en día constituye una de las grandes novedades de la capital.

Otro cambio que se evidencia a simple vista en la ciudad es la ampliación de su infraestructura inmobiliaria, como sucede en las grandes urbes que, de manera natural, continúan creciendo, algunas de manera más acelerada que otras. Nuevos edificios y modernas construcciones atraen la mirada de los transeúntes; entre ellos el Centro de Convenciones de Ottawa, rebautizado como Centro Shaw (nombre de uno de los gigantes de las telecomunicaciones en este país), una colosal estructura de metal cubierta de cristal oscuro, localizado en la Avenida Colonel By Dr., mismo que fue inaugurado en 2011 y que luce espectacular desde cualquier ángulo que se le observe.

Un aspecto que quizá puede pasar inadvertido para algunos visitantes en la metrópoli, es la presencia de un mayor número de inmigrantes, sobre todo de color, cuando hace tres décadas la población parecía predominantemente blanca. Me remito a los datos y me percato de que actualmente a pesar de que la mayoría de la población continúa siendo de origen caucásico (75%), el 25% restante corresponde ya a no blancos, en su mayoría inmigrantes provenientes diversos países, principalmente del sur de Asia: India, Pakistán, Bangladesh, Nepal (Véase el sitio world population review). La población caucásica, pues, continúa extinguiéndose de manera dramática, en una tendencia que tiende a profundizarse en el futuro cercano en todo el país.

Un lugar inspirador

Una y otra vez camino por Wellington Street, una de las principales arterias de la ciudad, en donde se localiza diversos edificios públicos, museos y áreas verdes; especialmente llaman la atención las tres construcciones neogóticas del Parlamento, la sede de los poderes federales; de igual forma, recorro el famoso Canal Rideau, muy transitado especialmente desde la zona del centro, hasta su desembocadura en el Río Ottawa. Desde la parte superior del cruce entre Wellington y el Canal, se divisa el Puente Interprovincial Alexandra, una monumental estructura de acero de más de 500 metros de longitud, que conecta a las provincias de Ontario y Quebec; llego hasta ese lugar, en donde me encuentro con personas de todas las edades, algunas corriendo, otras caminando y algunas más conduciendo sus bicicletas.

Por la noche, la Ciudad adquiere un rostro verdaderamente fascinante, con los edificios, calles y comercios ya iluminado. Mientras camino a las afueras del Centro Nacional de la Artes, en la esquina de Elgin y Albert, el sonido de una pieza de jazz atrae mi atención, me acerco al lugar de donde proviene la melodía y me percato de que es una grabación insertada en la escultura erigida en memoria de Oscar Peterson, un músico nacido en Montreal que alcanzó fama internacional y a quien se observa sentado en una banca y con un piano al lado. La escultura del compositor e intérprete canadiense, fallecido en 2007, fue develada por la Reina Elizabeth II de Inglaterra el 30 de junio de 2010, según se lee en la placa respectiva.

Después de varios recorridos me siento en la acera de las calles Rideau y Sussex Dr. para contemplar cómo transcurre la cotidianidad en una noche de otoño. Ottawa me parece un lugar inspirador en muchos sentidos, una ciudad de ensueño que cautiva y atrae a cada vez un mayor número de inmigrantes; gracias a los atractivos y al potencial con que cuenta, se ha convertido ya en la cuarta metrópoli más poblada de Canadá y en el segundo mayor centro de desarrollo tecnológico del país, sólo después de Toronto (datos de 2018), de acuerdo con CBRE Group, Inc Canada, el gestor de inversiones inmobiliarias más grande del mundo (New study rates Canada´s best cities for tech talent, HYPERLINK «http://www.cisnews.com» www.cisnews.com). En mi último día de estancia en esta capital, casi a la medianoche recorro la calle Sparks, una arteria solo para el tránsito de peatones, y me dirijo al hotel en donde me encuentro hospedado; antes de llegar paso a comprar un café y me instalo en un comedor público localizado en el exterior; ahí me detengo a reflexionar sobre todo lo que he observado, atestiguado y experimentado en esta segunda visita a la capital de Canadá. Me invade una sensación de alegría, emoción y bienestar por encontrarme nuevamente en este lugar, al igual que la ocasión anterior, después de casi tres décadas, aunque con un inevitable sentimiento de nostalgia.

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