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Letras Desnudas

Mario Caballero

 

PRD: cuentas pendientes

Al leer el boletín del IEPC del jueves pasado, en el que anuncia la pérdida del registro del PRD como partido político en Chiapas, entre otros cuatro partidos (dos locales y otros dos nacionales) que no merecen ni siquiera ser mencionados, me pregunto cuánto le quedó a deber este partido a los chiapanecos, cuántas cuentas pendientes dejó por saldar en lo político, social, vaya, en lo económico, porque durante todos estos años que estuvo vigente recibió cientos de millones de pesos del erario público para el financiamiento de sus actividades y ¿cuáles fueron los beneficios que entregó a cambio?

Es lamentable el deterioro que sufrió esta institución. Se lamenta sobre todo por lo que significó desde finales de los ochenta para la política no sólo chiapaneca, sino para la nacional.

El PRD fue por muchos años la organización que le dio voz a las minorías, que se levantó como una auténtica opción política ante el otrora avasallante PRI y el derechista PAN, y que representó las causas fundamentales de la izquierda.

Hoy, sin embargo, no es más que un cascarón, una caricatura de lo que hace más de treinta años idealizaron Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, quienes hace mucho dejaron de militar en él por diversas razones, entre éstas la pérdida de su identidad.

Al respecto se parece mucho al Partido del Trabajo y al PVEM, que también traicionaron sus fundamentos ideológicos. En el PT, por ejemplo, no hay trabajadores y nada que se parezca a un sindicato. En el Partido Verde ni hay causas ecológicas ni nada que logre justificar el color de su emblema. Con la historia de estas dos agrupaciones políticas basta para probar que la democracia en México ha sido madre de la competencia política, pero también del oportunismo y la corrupción.

Veamos. El PT nació durante la administración de Carlos Salinas de Gortari con la intención de debilitar a la izquierda política, que para entonces se estaba congregando alrededor del PRD. Vale mencionar que el fundador de ese partido y desde entonces único líder nacional, Alberto Anaya, tenía una vieja amistad con el expresidente y su hermano Raúl.

Por muchos años, el PT fue uno de los mayores aliados del PRI, incluso al definirse como “de izquierda”. Sin embargo, estar del lado del tricolor le ayudó a mantener el registro y seguir recibiendo miles de millones de pesos de financiamiento público.

Pero en 2006, viendo el auge de Andrés Manuel López Obrador, repentinamente se pasó al bando del PRD. Y durante el sexenio pasado, con la vuelta del PRI a la presidencia de la República, se alió al PAN para competir contra los priistas, pero con el objetivo primigenio de no perder el registro.

En 2015, no alcanzó el 3 por ciento de la votación requerida para retener el registro, por tanto, el INE declaró su desaparición como partido político. De no haber sido por que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que, mediante una sentencia amañada, con la clara intervención del gobierno priista de Peña Nieto, decidió devolverle el registro. Esta trampa se fraguó a través de una elección extraordinaria en uno de los 300 distritos electorales federales. Ahí, el PT, con la colaboración del PRI y el PRD, despilfarró millones y millones de pesos en la compra de votos en esa votación que al final de cuentas le permitió conservar el registro.

Tres años después, en 2018, traicionó al PRI que lo había rescatado y, viendo nuevamente la popularidad del AMLO, se sumaron a Morena, obteniendo una votación histórica. Aquí una vomitiva historia de traiciones y oportunismo.

Pero volvamos al PRD, cuya historia no es menos desagradable.

 

EL FRACASO

Como decíamos antes, el PRD nació bajo la inspiración de líderes políticos que al fracasar en el intento de impulsar una corriente democratizadora en el PRI dieron origen a una nueva institución política que abrazaba las viejas causas de la izquierda, que se oponía a las prácticas corruptas del partido de Calles y que pretendía la conformación de un gobierno plural e incluyente. Pero enfoquémonos en el terreno local.

En Chiapas, el PRD tuvo mucho éxito. Ganó la gubernatura en 2000 y en 2006, además de importantes gobiernos municipales y una importante representación en el Congreso del Estado. ¿Pero qué fue de ello?

En las elecciones de 2000 ganó de la mano de Pablo Salazar Mendiguchía, quien logró unir a otros siete partidos en aquella histórica elección que inauguró la alternancia democrática en Chiapas.

No obstante, tras ese significativo triunfo el gobierno de la Revolución Democrática no se distinguió por canalizar las demandas de la ciudadanía, ni por la creación de una provechosa agenda de gobierno. Todo lo contrario, se le recuerda por secuestrar al Poder Judicial con uso de la fuerza pública, en un hecho contundentemente ilegal y antidemocrático que no hace honor a su nombre.

Asimismo, por las muertes de 35 recién nacidos en el Hospital K de Comitán, de las que el gobierno fue declarado culpable por omisión. También por la persecución política del entonces presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, el presunto desvío de once mil millones de pesos que la federación destinó para la reconstrucción de los daños provocados por el huracán Stan, el fraude electoral de 2006 que llevó a Juan Sabines Guerrero al Gobierno del Estado y del arresto del exgobernador Salazar Mendiguchía, acusado de peculado, asociación delictuosa y ejercicio indebido del servicio público.

El gobierno perredista siguiente, el de Juan Sabines, se recuerda, entre otras cosas, por la corrupción, el uso de empresas fantasma para el desvío de recursos públicos, el enriquecimiento inexplicable de los funcionarios cercanos al exgobernador y, sobre todo, por el sobreendeudamiento público de más de 40 mil millones de pesos.

Pero en un fracaso tan monumental como este hay muchos protagonistas. Otro de ellos es César Espinosa Morales, “La Cesarona”, quien no sólo fue acusado por los perredistas de no pagar sueldos, de endeudar al partido, de falta de transparencia y de hacer uso indebido de las prerrogativas, sino también de operar políticamente con recursos de la institución a favor de actores políticos de otros partidos, especialmente del PVEM.

En otras palabras, Espinosa Morales traicionó al partido y se le señala de haberse llenado los bolsillos vendiendo al PRD a los anteriores dueños del poder en Chiapas.

 

LA CULPA ES…

A la sazón, no hay por qué rasgarse las vestiduras. La culpa de que el PRD en Chiapas haya perdido su registro como partido político es del mismo PRD. Sus líderes prostituyeron sus ideales por las ganancias fáciles. Cuando fueron gobierno no supieron gobernar, sino saquear y erigir regímenes autoritarios y déspotas. Y al momento de mostrarse ante el electorado como una opción política, se inclinaron por el oportunismo.

Qué mal que el histórico PRD que en los noventa y principios de los dos miles nos devolvió a los chiapanecos las ganar de volver a creer en la política haya perdido su registro. Pero qué bien que lo perdió, porque con ello dejaremos de mantener a una runfla de vividores que hizo de la democracia un negocio y del partido del Sol Azteca una franquicia comercial.

 

@_MarioCaballero

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