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Que esperamos los ciudadanos de los debates presidenciales en México

Roger Heli Díaz Guillén.

El pasado 7 de abril fuimos testigos en red nacional de televisión de una guerra campal de denuncias personales y compilación de antecedentes públicos de candidatas que fueron exhibidos para denigrar al personaje, critica continuada a las acciones del gobierno que concluye y una serie de papelógrafos supuestamente para reforzar la comunicación con los ciudadanos; en un formato de debate que no optimizó los tiempos de exposición por una mayor cobertura de preguntas; no reguló centrar las exposiciones en temáticas sustantivas y dejó en libertad a los moderadores de determinar las preguntas a partir de un universo de interrogantes; perdiéndose el fin ultimo por el que se ha hecho tradicional los debates en México, pero si exhibiendo la madures democrática de las aspirantes, cayendo en provocaciones que perdieron el rumbo para marcar las diferencias.

 Los debates NO son foros para denunciar al gobierno que concluye por sus acciones existiendo otros espacios para ello, no siendo ético tal acción al no ser parte del mismo quedando en indefensión, además que la candidata del gobierno en funciones no tiene la responsabilidad de asumir ninguna defensa al no ser parte de este por ser representante de un partido y segmento de la ciudadanía. En este orden, los debates son escenarios y/o foros que su misma denominación lo vuelve un escenario de confrontación de ideas que se exponen, se argumentan, fundan y motivan; que exige profesionalismo, formación académica, madures política y democrática de sus participantes y; una debida regulación del formato y/o metodología de dialogo y uso respetuoso del lenguaje, centrado en temas básicos torales que cada candidato previamente proponga y que responda al interés público.

El problema de los debates no radica en la pobreza formativa o no de los aspirantes, porque precisamente los debates son escenarios para reflejar formación, madurez, claridad y objetividad del pensamiento expuesto en lengua o su deficiencia. El problema radica en el hecho que cada sexenio surge la iluminación de crear nuevos formatos para su realización perdiéndose el objeto central de los debates y objetivo claros y precisos, que no debe dar lugar a confrontaciones y denuncias personales o de grupos políticos; debiendo considerar el formato el uso de la moción de orden en su caso, bajo la responsabilidad de un moderador general.

La historia en el tema nos ubica en el debate del 2018 como experiencia reciente del uso indebido del formato con el candidato del PAN conocido como Ricky Riquin Canallín que se repitió en la misma actitud con la candidata de este partido y otros en el primer debate del 2024; que debemos asumir como retroceso democrático que debe corregirse y perfeccionarse como ha sucedido en el congreso de la unión donde se ha dado el mismo fenómeno, que en este caso ofende al recinto y ciudadanía las discusiones de “mercado” que hemos sido testigo por televisión por parte de diputados y senadores, que han llegado a los golpes y comportamientos de confrontación de grupos; cuyas conductas deben corregirse por el bien común, la razón, el derecho y la democracia, siendo ejemplo de orden y dialogo constructivo.

Los tiempos exigen responsabilidad democrática que deben expresarse en los debates presidenciales, asumiendo la importancia y necesidad de optimizarlo construyendo espacios de diálogos para redireccionar el formato a partir del objetivo de exponer, proponer y confrontar ideas por el bien y bienestar de los mexicanos; debiendo ser el parámetro temático las políticas públicas  del plan de gobierno de cada candidata y candidato que sean convergentes; ejemplo, educación, seguridad, cultura, ciencia y tecnología, desarrollo, tierra, territorio, etc; sobre las que se identificarán 3, 4, 5 a partir del tiempo considerado para el debate, en las que se construirán “preguntas generadoras” basadas en las consideraciones siguientes: Como ve el tema en México cada aspirante; que problemas generales y específicos identifica; que problemas considera importante atenderlos y; que propuestas sustantivas considera su proyecto de gobierno en el tema.

Lo anterior resulta sustantivo ya que su atención permite al ciudadano identificar si el aspirante conoce a México; si coincide su interés de atención con el interés ciudadano y; sustantivamente captar su saber y claridad de propuestas; dejando de lado lo que cada uno de los aspirantes sabe del otro, ya que para ello las redes sociales están llenos de memes que ya están cumpliendo con el objetivo de manchar la honorabilidad como ciudadanos de las candidatas y candidato, cuyo impacto está en la madurez de la nueva ciudadanía critica que está creciendo en México.

Los debates presidenciales es un logro de la democracia en 1994, cuya practica se instituyó en los últimos cinco gobiernos de nuestra historia, dos priistas, dos panistas, y el primero de morena, siendo un parámetro de observancia para no restar importancia a la propuesta de redimensionar y empoderar el espacio de dialogo que representan dichos debates presidenciales, donde un punto sustantivo es la cubertura y poco trabajo en la construcción del interés ciudadano en estos, destacando que en la audiencia del pasado debate fue algo similar a una final de futbol de la primera división nacional; debiendo ser en su proceso cada evento una mayor audiencia a partir de trabajo que se realice para tal efecto.

La inversión millonaria de recursos públicos en los debates justifica que los aspirantes hablen de nuestros problemas colectivos como mexicanos; de nuestro territorio; de nuestros patrimonios naturales y naturales; de nuestra educación y desarrollo; NO que nos hablen de sus problemas o de los otros. El mexicano lo primero que sabe es lo que los grupos políticos difunden en redes sobre la vida personal de las y los aspirantes; Necesitamos saber cómo piensan; que piensan de México y su problemática y; de los mexicanos como motor de sus objetivos de gobierno, a partir de como hablan, se expresan y comportan en un espacio que pagamos los mexicanos: Los debates presidenciales.

Los tiempos de transformación invitan a mejorar la comunicación con los ciudadanos y los debates son escenarios para demostrar de que está hecha nuestra democracia ante los ojos del mundo. Mejoremos y normemos los debates buscando promover siempre a hombres y mujeres con formación, vocación y compromiso de servir a México y a los mexicanos, con candidatos que demuestren formación política, apertura democracia y legitimación social. Ello será posible cuando la conciencia política sea rectora de la conducta ciudadana en la democracia. El segundo debate del 28 de abril será una experiencia para observar lo antes planteado.

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