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Razones

Jorge Fernández Menéndez

Vi mucho mejor a Santiago Taboada que a Clara Brugada en el debate del domingo pasado entre los aspirantes a gobernar la ciudad de México. Las encuestas van y vienen, pero las tendencias parecen indicar que ambas candidaturas están muy cerca y la elección será cerrada.

Creo que el debate del domingo (que por fin no fue una suma de monólogos compartidos sino un verdadero debate) confirmó esa tendencia. Tanto Santiago como Clara saben que la moneda está en el aire y que cualquiera de ellos se puede quedar con la ciudad, tan disputada como sus 16 alcaldías y sus diputaciones y senadurías.

Vi a Taboada más articulado, con mejores argumentos y atacando bien los saldos de 27 años de gobiernos de la 4T, con todas sus variables, en la capital, incluyendo los nueve de gobierno de Clara en Iztapalapa.

Ese argumento es tan inapelable como el que hizo que en el año 2000 se acabara con los gobiernos priistas. De poco sirven las propuestas de futuro si durante largos años de gobierno esos objetivos no se cumplieron. Escuchaba a Clara explicando qué haría, qué programas implementaría y lo menos que uno puede preguntarse es por qué no lo hicieron en casi tres décadas o por lo menos en los nueve años de Clara en Iztapalapa.

Que la contienda está competida lo demostró el que Clara utilizara una y otra vez el tema del presunto cártel inmobiliario contra Taboada, se hablara de lo que fuera. Era un caballito de batalla para todo uso. Pero un caballito inútil porque como le dijo Taboada si usando todo el poder de la fiscalía y el gobierno durante años no habían podido involucrarlo en nada esa insistencia no tenía sentido. Y cuando Brugada insistió en la corrupción y los permisos que se dieron para construir una torre en el sur de la ciudad, se quedó sin argumentos cuando Taboada le contestó que la alcaldía no dio esos permisos sino el gobierno de la ciudad cuando lo encabezaba Marcelo Ebrard.

Vi a Brugada nerviosa, leyendo demasiado (en el primer debate lo hizo mucho menos) y con un lenguaje corporal extraño, como si nunca se sintiera a gusto (algo similar a lo que le sucedió a Xóchitl Gálvez en el primer debate presidencial). Cuando Taboada sacó el tema de su relación con Bejarano incluso se quedó como sorprendida, no respondió.

En última instancia las propuestas también reflejaron esa visión de que Taboada estuvo mejor. Me asombró la generalidad con que Brugada trató el tema central del debate, el agua. Mostró unos mapas, diciendo que desde el sur de la ciudad se generaría el agua que serviría para alimentar la ciudad e incluso dijo que se volverían a llenar los lagos “ancestrales”, e insistió en que se continuaría la obra que hizo Claudia en ese ámbito.

Nada que implicará una verdadera renovación, la búsqueda de soluciones alternativas de fondo en un tema que será cada vez más acuciante y que en casi tres décadas los gobiernos derivados de la 4T no han podido resolver ni atender. Taboada hizo una serie de propuestas interesantes sobre utilización del agua, sobre el financiamiento para la reconversión de todo el sistema utilizando incluso fondos de organismos internacionales, le puso una cifra a la inversión anual en ese ámbito de 17 mil millones de pesos (muy superior a lo hoy invertido) y dejó entrever, y tiene razón, que, sin inversión público-privada, sin financiamiento nacional e internacional, no tendremos salida para un problema central para la ciudad. Su lenguaje corporal fue mucho más suelto que en el primer debate y se lo vio atento, sin recurrir a la lectura de sus notas y evidentemente a la ofensiva. Es el lenguaje corporal de alguien que sabe que puede alcanzar y ganar.

Pensiones

Se aprobó la expropiación de unos 40 mil millones de pesos de cuentas individuales del IMSS y el ISSSTE que servirán, es un decir, para financiar el Fondo del Bienestar, de donde se supone que saldrán los fondos para pagar una pensión universal para que toda persona pueda terminar su vida laboral con su último ingreso que no debe ser mayor a 16 mil 800 pesos.

Es una suerte de robo porque esas cuentas tienen nombre y apellido, es dinero que aportaron trabajadores a lo largo de su vida y el gobierno no tiene derecho a expropiarlo para sus fines. Pero, además, lo hace sólo como medida propagandística, para que el presidente pueda decir el próximo primero de mayo que se creó esa pensión universal.

Con esos recursos es imposible financiar esa medida. Se necesita por lo menos diez veces más. Los otros aportes al Fondo vendrán, se dice, de las utilidades del Tren Maya, el AIFA, Mexicana, que están a años luz de estar amortizadas y que, además, antes se dijo que estaban destinadas a financiar las pensiones de los militares. Sí hubiera alguna utilidad, que no la hay, ¿serán para el Fondo o para los militares pensionados?

Es una burla, pero es también una señal: con una decisión política se puede expropiar lo que la voluntad presidencial decida. Claro que finalmente esta decisión chocará con la evidente inconstitucionalidad, pero para eso pasarán semanas o meses. El presidente hará su anuncio el primero de mayo y servirá para la campaña. Casi como las inauguraciones de las grandes obras, todas ya inauguradas y ninguna sin concluir.

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