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Letras Desnudas

Mario Caballero

Servil y corrupta

Encuentro razón en las voces que dicen que Carlos Morales Vázquez ha elegido a Karla Burguete Torrestiana como su sucesora en la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez, porque él -según cuentan- ya decidió ir por la reelección en 2021.

La síndico Karla Burguete no es, ni de lejos, la mejor para ocupar la alcaldía capitalina. No es una funcionaria hábil en el arte de gobernar. Pero reúne las características que necesita Carlos Morales para retirarse con toda confianza. Esas virtudes son el servilismo y la complicidad.

En política el servilismo y la complicidad son costumbres. No hay gobierno en el que no haya funcionarios a modo. No importa si el que fue designado es bueno o malo, si cuenta con el perfil idóneo para ocupar el cargo, si tiene experiencia o no, lo importante es si es manipulable, ambicioso, si sabe repartir, si es obediente a su superior. La honradez y la rectitud son cualidades que salen sobrando. Es más, estorban.

Por eso Luis Echeverría, quien supervisó la estrategia del gobierno para reprimir el movimiento estudiantil del 68, recibió carta blanca del presidente Gustavo Díaz Ordaz para asumir la presidencia de la República tras su salida. Por servilismo Juan Sabines Guerrero, quien había cumplido cada capricho, obedecido hasta la instrucción más absurda y ejecutado cada orden que le había dado Pablo Salazar Mendiguchía, logró que éste negociara su candidatura al gobierno del estado con la cúpula del PRD y pusiera a su disposición todo el aparato gubernamental para convertirse en su sucesor. En ambos casos el fin fue el mismo: quien dejaba el poder necesitaba la protección de un sucesor a modo.

Aunque, a la verdad, el caso de Burguete Torrestiana se parece más al que protagonizaron Juan Sabines Guerrero y Rosario Pariente Gavito hace más o menos 15 años.

En ese entonces, Sabines Guerrero era presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez. Llegó por las siglas del PRI en una carrera meteórica, pero bajo el respaldo de Pablo Salazar. Todo fue finamente arreglado para que el supuesto hijo del Ciclón del Sureste (el respetado y querido exgobernador Juan Sabines Gutiérrez) llegara a la alcaldía sin el menor problema. Pero los quince meses de su gestión fueron un carnaval de rapiña y simulación.

Para empezar, elevó la deuda pública municipal en más de 230 millones de pesos. Además, desvió recursos de los fondos federales y estatales, dejó obras inconclusas, llenó de aviadores la nómina del Ayuntamiento, destinó una bestial cantidad de dinero en la promoción de su imagen, negoció plazas con los líderes de los sindicatos para sus amigos y compadres, pagó obras que nunca se realizaron, convirtió al Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado en una agencia de colocaciones y del cual desvió recursos para sus proyectos políticos personales, entre otros.

Por tanto, al pedir licencia al cargo para hacer campaña política por la gubernatura tuvo que dejar en su lugar a alguien de todas sus confianzas, a alguien capaz de cubrir los desfalcos que él había provocado al erario de los tuxtlecos. Y encontró a su sucesor a modo en la persona de María del Rosario de Fátima Pariente Gavito, quien ocupaba el cargo de regidora.

Chachita Pariente, como popularmente se le conoce, venía de ser regidora de Tuxtla Gutiérrez para el periodo 1999-2001, tras eso no había nada importante en su trayectoria política. Y como buena contadora pública, tuvo la destreza para encubrir los desfalcos de su antecesor. Incluso, presuntamente desvió dinero del erario municipal a la campaña de Juan Sabines Guerrero. No es todo. Se sirvió del puesto para beneficiar a sus empresas personales.

Durante su gobierno interino terminó su gestión privatizando el servicio de limpia y recolección de basura. Ella, Sabines y Jaime Valls Esponda fueron los que contrataron a la empresa Proactiva, hoy Veolia.

FUNCIONARIA A MODO

No hay mucha diferencia entre Chachita Pariente y Karla Burguete. De entrada, las dos alcanzaron el éxito siendo cómplices de políticos corruptos. Son, indiscutiblemente, personajes reconocidas por su servilismo y corrupción.

Las funciones que Burguete Torrestiana debería desempeñar como síndico municipal son, entre otras, representar jurídicamente al Ayuntamiento, velar por los intereses municipales y vigilar que los recursos financieros sean aplicados conforme al presupuesto aprobado, es decir, con honestidad y ajustado a la ley. Pero no. Ella, que ocupa un cargo administrativo cuando es licenciada en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, está más ocupada en proteger a su jefe que en cumplir con el trabajo por el que los tuxtlecos le pagamos un sueldo.

En mayo de 2019, el gobierno de Carlos Morales gastó más de 24 millones y medio de pesos en servicios de lavandería, limpieza, higiene y fumigación, pero en realidad ese dinero fue entregado a la empresa Veolia. Y Karla Burguete lo permitió.

En julio del mismo año, hubo un gasto de 98 millones 458 mil 492 pesos por “servicios personales”; 225 mil 220 pesos en asesoría jurídica y contable; 556 mil en estudios e investigaciones; más de 172 mil en fotocopias; 13 millones -otra vez- por servicio de lavandería, limpieza, higiene y fumigaciones; 3 millones 454 mil 225 pesos en desayunos escolares de los que no se tiene ninguna información. De todo ese derroche de dinero, Burguete guardó un silencio cómplice.

El año pasado, Carlos Morales quiso establecer un impuesto del 2% sobre el consumo de energía eléctrica bajo tretas legaloides, incluso tratando de engañar al Congreso del Estado con documentos falsos, y la síndico Burguete Torrestiana hizo todo lo que tenía a su alcance para que éste fuera aprobado. No le importó si la economía de los tuxtlecos se veía afectada con esa medida arbitraria e insensible.

Hace poco, el Ayuntamiento capitalino le compró por adjudicación directa 3 mil 834 contenedores de basura a Veolia por un monto de 28 millones de pesos. Entre las irregularidades están comprar contenedores que no cumplen con los requerimientos y con sobreprecio, tergiversar la ley para beneficiar a dicha compañía, mentir sobre la exclusividad de la patente o marca de los contenedores y realizar la transacción cuatro días antes de haber sido aprobado el presupuesto. Lo que indica que todo fue planeado.

Karla Burguete, que debió vigilar que la adquisición se hiciera entre los parámetros de la legalidad, salió públicamente a defender el ilícito. “El proceso de compra directa de 3834 contenedores para continuar con el programa de contenerización en la ciudad está apegado a derecho”, dijo.

GARANTÍA DE IMPUNIDAD

No parece haber nadie mejor en el círculo inmediato de Carlos Morales para garantizarle impunidad que Karla Burguete. Nadie mejor que ella para encubrir la magnitud de los delitos. No sería la aptitud y el profesionalismo, sino el servilismo y la corrupción las razones por las que la síndico municipal, una funcionaria de baja estofa, podría convertirse en alcaldesa interina de la capital de Chiapas. ¡Chao!

@_MarioCaballero

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