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“Si deseas movilizar a la gente, debes buscar el punto de sensibilidad” Naguib Mahfuz

Reflexiones

Fernando Álvarez Simán

“Si deseas movilizar a la gente, debes buscar el punto de sensibilidad”

Naguib Mahfuz

Desde 1977 y hasta el 2011; es decir durante 42 años, el legendario Muammar Gaddafi gobernó Libia con mano férrea. Todo terminó ese año de 2011 en la “Batalla de Sirte”, su propia ciudad natal, cuando luego de un mes de combate, sus ya menguadas fuerzas leales no pudieron contener a los rebeldes agrupados en el Ejército de Liberación Nacional y el Consejo Nacional de Transición.

El 20 de octubre de 2011, un convoy de vehículos intentó huir de la ciudad de Sirte ya destruida por los ataques rebeldes. Gaddafi fue ubicado en las camionetas del convoy; en las afueras de la ciudad, sus últimos soldados leales sucumbieron y el dirigente de la nación fue encontrado escondido en unas alcantarillas. Una hora después de su captura y luego de ser torturado; el anuncio del fallecimiento de Gaddafi fue mundial.

Pronto, los rebeldes declararon que Libia estaba “liberada” y anunciaron planes para la creación de un estado democrático basado en la ley islámica. Finalizaba así la denominada “1ra guerra civil de Libia”. Esa guerra civil se desarrolló en el marco de la denominada “primavera árabe”. Una serie de protestas que iniciaron en el “mundo árabe” en el 2010 y se extendieron hasta el 2012, donde varios gobiernos fueron derrocados por grandes disturbios y manifestaciones callejeras sostenidas.

Sin embargo, esas protestas, en algunos países derivaron en más violencia contra la ciudadanía y en otros países en guerras civiles como Libia, Siria y Yemen. En Libia, las protestas iniciaron en enero del 2011 por promesas sin cumplir del gobierno en relación con la construcción de viviendas y la corrupción política.

Los disturbios llevaron en febrero a la organización militar cuando miembros de la policía, el ejército con varios altos oficiales y voluntarios se unieron. Pronto, Gaddafi acusó a la organización terrorista Al Qaeda de estar detrás del financiamiento a los rebeldes. En marzo, una coalición internacional ofreció respaldo militar a los rebeldes quienes avanzaban sin poder ser contenidos. En agosto tomaron la capital Trípoli y en octubre con la caída de Sirte, el fin llegó para Gaddafi concluyendo así la “1ra guerra civil Libia”

Esa guerra civil dejó diez mil víctimas mortales, cuatro mil heridos de guerra y 300 mil refugiados en una población de 5 millones de habitantes. Después de ella comenzó un proceso para formar un nuevo gobierno y poder también procesar a los aliados de Gadafi. Sin embargo, pronto se formaron milicias para “proteger la revolución” y, además, comenzaron a afianzarse grupos políticos y militares.

En el 2011, la constitución “interina” de Libia tenía el mandato de que el gobierno finalizaba en febrero del 2014. Pero ese acuerdo no fue respetado ya que el mandato se extendería hasta diciembre del mismo año. Ocho meses de guerra civil desembocaron en falta de acuerdos políticos entre dos facciones; la “cámara de representantes” con el liderazgo de Khalifa Haftar y el “gobierno del acuerdo nacional” dirigido por Favez al-Sarrai.

En consecuencia, una de las milicias lanzó una campaña denominada “operación dignidad” contra bases del gobierno establecido. Ese 2014 nació la “segunda guerra civil” de Libia que hasta la fecha continúa y que además involucra a las potencias mundiales y regionales.

La segunda guerra civil

Las dos facciones libias que pelean en la segunda guerra civil, agrupan también a otras facciones más pequeñas. El común denominador entre todas es que eran opuestas a Gaddafi. Cada milicia tiene su base en diferentes ciudades, luchando sus propias batallas. Porque las divisiones entre ellas son ideológicas e incluso culturales.

Algunos de los grupos que pelean en esa guerra civil son islamistas militantes o moderados, otros son secesionistas y otros son liberales. Además, hay milicias regionales, étnicas y locales. En Sirte, la ciudad natal de Gaddafi y donde también fue capturado; las tropas del Estado Islámico son las de mayor presencia. Es decir, también el grupo terrorista internacional tiene presencia bélica en Libia.

El propio presidente americano Barack Obama, durante su administración, al comprender la complejidad social, cultural y militar en Libia, dijo que el país es un “auténtico desastre” y también manifestó que intervenir en Libia fue definitivamente lo correcto; pero el “peor error” de su presidencia fue la incapacidad de prepararse para el derrocamiento de Gadafi.

A partir de febrero de 2015, el daño y el desorden de dos guerras consecutivas han sido cuantiosos. En todo el país los apagones eléctricos son frecuentes, existe poca actividad comercial y la otrora boyante industria extractiva de petróleo, ha perdido sus ingresos en un 90 por ciento con diáspora de empleados especializados. Incluso, no hay datos confiables sobre la cantidad de refugiados que huyen hacia Túnez, el país vecino.

Desde casi el inicio de la 2da guerra civil, Naciones Unidas ha intentado encabezar negociaciones de paz entre las distintas facciones en disputa bélica. Dos procesos de paz han sido interrumpidos por las distintas facciones. Adicionalmente a los esfuerzos de la ONU, el presidente turco, Recip Erdogan y su homólogo ruso, Vladimir Putin, hicieron un llamado conjunto a un alto el fuego, a inicios de este 2020, para poner fin a la guerra de poder en Libia. Pronunciamiento que tampoco fue escuchado.

Por si fuera poco, a propuesta de la ONU, las facciones en guerra acordaron un alto al fuego con motivo de la emergencia mundial por la pandemia del Coronavirus. Ese alto al fuego, solamente duró unos pocos días, reanudándose inmediatamente las hostilidades y dejando atrás otra propuesta de paz. Precisamente en estos momentos, Trípoli la capital, está bajo el asedio de facciones rivales al gobierno del “acuerdo nacional”.

Por esa anarquía, en los últimos años, el país ha sido un trampolín clave para los migrantes de los países del mundo árabe que se dirigen a Europa por el mar Mediterráneo y una fuente de constante preocupación internacional por el surgimiento de grupos yihadistas en su territorio. Para los ciudadanos libios, la tensión es permanente.

Las facciones que se disputan el poder

En un país donde el caos es permanente, solo las milicias tienen poder real y han construido instituciones que son paralelas. En la capital Trípoli, se encuentra el asiento del “Gobierno del Acuerdo Nacional”. Esta facción libia es la reconocida internacionalmente. El gobierno está bajo el liderazgo del Primer Ministro Fayez al-Sarraj, un ingeniero de profesión. Se establecieron en Trípoli en marzo de 2016, cuatro meses después de un acuerdo negociado por la ONU para formar un gobierno de unidad.

El otro poder es el Parlamento o “administración de Tobruk” que incluye a dirigentes del parlamento elegido en 2014 después de elecciones disputadas. Cuando luego de la caída de Gaddafi finalizaba el gobierno de transición que lo sucedió, muchos dirigentes se negaron a renunciar trasladando el parlamento al puerto de Tobruk, a mil kilómetros de Trípoli. Sus dirigentes no reconocen el acuerdo con la ONU de gobierno de unidad. Son dirigidos por Gen Khalifa Haftar, que dirige la facción más poderosa llamada Ejército Nacional de Libia.

Gen Khalifa Haftar ayudó a Gaddafi a tomar el poder en 1969. Militar de carrera, recibió entrenamiento en la ex URSS. Desde 1980 Haftar rivalizó con Gaddafi lo que provocó su exilio en Estados Unidos, en donde adquirió la ciudadanía. Regresó a Libia ante las revueltas de la primavera árabe que llevaron al país a su primera guerra civil.

Haftar es calificado como el hombre más poderoso de Libia. Sus fuerzas controlan la mayor parte del país y le disputa Sirte al Estado Islámico. También se cree que, en su poder, se encuentran la mayoría de las reservas petroleras libias. Haftar no oculta que una de las razones que busca para negociar la paz es la cancelación de una clausula firmada en los acuerdos con la ONU, que se refiere a que ningún militar podrá dirigir al país.

La ONU, los gobiernos occidentales y Turquía apoyan al gobierno del “Acuerdo Nacional”. Pero Egipto y los Emiratos Árabes Unidos abiertamente apoyan a las fuerzas Haftar. A quien también se le señala de recibir apoyo de Arabia Saudita e incluso de Rusia.

Haftar tiene el apoyo de quienes están rebasados por la inseguridad, la falta de control gubernamental, la corrupción y sienten que un hombre fuerte puede aportar algo de autoridad a la nación sin ley. Pero en Libia, también hay facciones que le reprochan su pasada relación con Gaddafi y quieren vía las armas, cortar todo vestigio del exdirigente.

Libia: un coctel explosivo de intereses

El consenso internacional es que las potencia regionales y mundiales, no tienen una estrategia clara sobre Libia que busque una salida negociada construyendo gobierno y restaurando una nación destruida. Cuando se habla sobre Libia, la diplomacia internacional siempre se refiere a detener la migración ilegal y el combate contra el Estado Islámico. 

En el terreno de las operaciones, los actores militares se enfrentan cotidianamente entre sí. La Unión Europea y Estados Unidos tienen el consenso de atacar primero al Estado Islámico y luego desarmar a las milicias nacionales.

Libia está dividida con el gobierno militar de Haftar en el este del país y el gobierno de Trípoli en el oeste dominado por islamistas y milicias de las ciudades costeras occidentales. Las esperanzas de reconstruir el país se estallaron cuando la cúpula militar vio cancelada la oportunidad de participar en la política nacional por los acuerdos con la ONU y tampoco se promovió el armisticio.

Todo se complicó cuando el proceso de paz al término de la primera guerra civil no contempló programas para fomentar el empleo. Muchos ciudadanos ante el desempleo, se armaron y se unieron a las milicias. Hoy Libia contabiliza alrededor de 500 milicias diferentes agrupadas en alguna de las dos facciones enfrentadas.

Incluso, al ser dividido desde su independencia en tres provincias federales: Cirenaica en el este, Fezzan en el sur y Tripolitania en el oeste con el control político otorgado a la mayoría étnica regional, al estallar la guerra civil, los demás grupos que se sentían sojuzgados, abrazaron las revueltas; beduinos contra islamitas, cirenaicos contra bereberes y luego todos contra todos. 

Libia en lo interno tiene dos gobiernos, dos bancos centrales, dos parlamentos, dos ejércitos nacionales; en lo externo a unas naciones potencias regionales que se enfrentan en el país y también a las potencias internacionales que no se ponen de acuerdo en buscar una salida pacífica a la crisis que urge ya sea encontrada porque la crisis humanitaria es ya evidente e inaceptable para la comunidad internacional.

*Docente-Investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas

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