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HAY DENUNCIAS, PERO NADIE HACE NADA  Río Santo Domingo, en  Chiapa de Corzo, agoniza

Indiscriminada extracción de arena está matando este ecosistema, creando un paisaje desértico y alterando los ciclos de recarga en los pozos

Marco Alvarado / Diario de Chiapas

El río Santo Domingo, en Chiapa de Corzo, agoniza tras años de un implacable dragado que no solo ha modificado el cauce, también está provocando una crisis hídrica en la región.

Durante años los habitantes de las localidades cercanas al río han denunciado la actividad extractiva, pero sorprendentemente ninguna autoridad ambiental ha detenido o regulado “el saqueo de arena” que ocurre día y noche, como lo denuncian habitantes de las localidades Galecio Narcía y Francisco Sarabia, a donde se movieron las excavadoras en el último año.

En esta parte del río, desde los accesos que ofrece la finca Dolores, se observa la inocultable consecuencia del dragado en el terreno: el riesgo de desbordamientos y deslaves en la época de lluvias, y el paisaje desértico que dejan a su paso estas máquinas durante la temporada de sequía.

Como cuenta uno de los habitantes del lugar, que por temor a represalias omite su nombre, río abajo los operadores de los camiones volteo han sido corridos o se han enfrentado con los pobladores, hartos por el daño ambiental que deja el negocio de la arena.

“Deben ser compromisos económicos muy fuertes como para que no intervenga la Conagua o la Semahn; hay varios escritos dirigidos que no son atendidos, en los que se evidencian las consecuencias de la extracción de arena, casas que se han cuarteado, terrenos que se han perdido por modificaciones en las márgenes y, como ya está ocurriendo aquí en Galecio y Francisco Sarabia, la falta de agua en los pozos que usamos para riego y consumo”.

Sobre los pozos asegura que ahora deben ir más a fondo, más de ocho o 10 metros para encontrar agua, cuando anteriormente el líquido afloraba a tres metros con relativa facilidad.

Debido al “rasgado” que provocan las dragas el cauce del Santo Domingo ha sufrido modificaciones en diferentes partes, en algunas incluso se han creado pozas en donde menores han perecido ahogados.

Pero nada parece importar tanto como para detener la extracción y verificar el impacto ambiental de esta actividad, que se observa continuamente, con cientos de camiones volteos que salen del río llenos de arena, un material que está haciendo posible obras de construcción a un precio ambiental muy alto.

Como lo muestran recientes imágenes de Diario de Chiapas, el ecosistema está cambiando hacia un paisaje desértico en varias partes del río; el mismo río parece ser otro en diferentes partes, ya que en algunos tramos es un riachuelo donde flota el aceite que dejan las dragas.

Mientras este habitante señala los cambios en el terreno como consecuencia de la extracción de arena, la máquina llena uno tras otros los camiones que se turnan para hacer los acarreos, hacia Tuxtla Gutiérrez, principalmente.

Si bien no tienen idea del volumen de extracción diaria, de las toneladas que transportan estos camiones y de las ganancias que esto deja, comenta que un viaje de arena, para ellos que viven cerca, llega a tener un costo cercano a los mil pesos.

Sin embargo, lo que les preocupa es que este negocio lo están pagando ellos, al no tener acceso al agua, y con el riesgo que implica el debilitamiento de las paredes del río, que se ha ido “comiendo” terrenos y casas.

“Algo deben hacer las autoridades con este tema porque el río se ve bastante dañado, incluso ya no podemos pensar en pescar algo porque está vacío en muchas partes”, asegura.

El daño en el río Santo Domingo no debe continuar siendo ignorado, porque pese a que Chiapas aporta más del 30 por ciento de agua dulce al país, es un estado vulnerable a los efectos del cambio climático.

Y pese a ello el agua de Chiapas está en riesgo por actividades extractivas, como la denunciada en el río Santo Domingo ante las autoridades federales, que no han hecho nada por detener esta alteración medioambiental que ya resulta inocultable.

Si estos recursos no se protegen, el panorama desolador que ya se observa en diferentes tramos del río Santo Domingo podría extenderse a otros cuerpos de agua que, además, tienen problemas de contaminación por la deforestación de las zonas altas y el uso de agroquímicos.

La situación de este río hace crecer las sospechas entre los habitantes, acerca del negocio de la arena, los beneficiarios y la red de corrupción que hacen posible que continúen extrayéndola al costo que sea, aunque ello signifique dañar irremediablemente una de las venas del río Grijalva.

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