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Contrario a su frase de campaña que no le temblaría la mano para poner orden en San Cristóbal, el edil fue obligado a firmar un papel en blanco por ambulantes que no quieren remodelación del mercado “José Castillo Tielémans”; la exhibida se viralizó en redes

Enrique Buenrostro/ San Cristóbal 

Comerciantes indígenas del Mercado Público José Castillo Tielemans, humillaron y obligaron al alcalde de San Cristóbal, Mariano Díaz Ochoa, a tragarse sus palabras de que no le temblaría la mano para poner orden y meter en cintura al comercio ambulante.

Los inconformes se mofaron y obligaron a Díaz Ochoa a firmar un papel en blanco, para no realizar el proyecto de remodelación de dicha central de abastos que en próximos días presentarían.

A pocos días de anunciarse una inversión superior a los 160 millones de pesos para rehabilitar y modernizar el principal centro de abastos de esta colonial ciudad, los locatarios en su mayoría jóvenes indígenas, increparon y amenazaron con linchar al presidente municipal, cuando pretendía celebrar la sesión ordinaria de cabildo en el Centro de Convenciones “El Carmen”.

Hasta ese lugar llegó un numeroso contingente de locatarios y vendedores ambulantes, quienes enardecidos gritaban consignas contra el munícipe, quien inútilmente buscaba calmar los ánimos gritando “no vamos hacer nada porque a la fuerza ni los zapatos entran. Si ustedes no quieren pues no hacemos nada”.

A pesar de sus gritos y aplausos que él mismo se brindaba en un franco nerviosismo, Mariano Díaz Ochoa fue obligado a tomar una libreta y un lapicero para escribir con su puño y letra que la obra de rehabilitación y modernización del mercado público no se realizará.

En varias ocasiones fue obligado a escribir todo lo que le dictaban y a leerlo en voz alta, muy a pesar de su molestia. Durante más de 20 minutos de gritos acalorados, donde amenazaban con amarrar y golpear a la primera autoridad del municipio, los comerciantes le advirtieron que, si faltaba a su palabra y a su firma, regresarían con más gente para obligarlo a cumplir.

Pocos fueron los directores de la administración municipal que se acercaron para acuerpar a su jefe, por lo que él solo resistió el cúmulo de agresiones verbales, siendo la peor humillación que ha recibido un alcalde en funciones en los últimos 20 años en San Cristóbal.

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