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Marco Alvarado/ Diario de Chiapas

Tenían seis meses de noviazgo cuando enfrentaron su primera discusión. Lorena recuerda que se gritaron, pero al siguiente día la reconciliación borró ese desencuentro.

Medio año después aceptó dar el siguiente paso. Tenía 24 años y muchas expectativas sobre el matrimonio “hasta entonces cuando nos enojábamos no había sentido que fuera agresivo conmigo”, recuerda.

Entonces, al poco tiempo de haberse casado, la relación tuvo un giro inesperado. “Empezó por sugerirme con qué amistades reunirme, luego a señalar los ‘defectos’ que él veía en las personas cercanas a mí, con tanto convencimiento que comencé a distanciarme”.

Tres años después de haberse divorciado, Lorena reconoce que los efectos psicológicos son más difíciles de superar que el jaloneo de cabellos y las cachetadas que se dieron una tarde de junio del año 2017.

“Terminó por crear a mi alrededor un vacío en el que yo estaba convencida que solo él podía llenar; creo que no presté atención a las señales del control que estaba ejerciendo sobre mí, muchas veces disfrazado de detalles”.

Lorena se siente afortunada de no haber transitado por más agresiones, como lo han vivido otras mujeres; sin embargo, dejó en su autoestima una marca que le ha impedido confiar de nuevo en otra pareja.

Buscó ayuda en una terapia, se reconcilió con sus amigos, pero sigue el miedo de pasar por lo mismo de nuevo “pierdes tanto de ti que te vuelves una mujer en blanco”, asegura.

Su caso ejemplifica una forma de violencia. En Chiapas 52 de cada cien mujeres de 15 años o más han experimentado al menos un episodio de violencia en su vida, como le sucedió a ella.

Violencia que fue ejercida, en tres de cada 10 casos, por la pareja; y son las mujeres en situación conyugal las que más padecen estos abusos, de acuerdo con la estadística más reciente.

Los números tienen nombres y apellidos. La mayoría no quiere ni recordar lo que pasó, y otras quieren que sus historias prevengan a otras.

A nivel mundial, este 25 de noviembre es un día dedicado a la lucha por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un fenómeno que ocurre sin importar la situación económica, social o de credo: las mujeres enfrentan, en general, un riesgo alto de ser agredidas de distintas formas a lo largo de su vida.

Como lo demuestra el último estudio del Inegi, por increíble que parezca, en Chiapas la violencia es mayor en las zonas urbanas, entre aquellas que tienen de 25 a 34 años; también es de llamar la atención que 73 por ciento de las mujeres violentadas tengan estudios de educación superior.

En las averiguaciones previas iniciadas, los principales delitos cometidos en contra de las mujeres son los relacionados con la violación, en un 59 por ciento de los casos, y el abuso sexual, en el 19.9 por ciento de los casos que se denuncian.

Y es el estado conyugal en donde se observa más violencia, seguido de las mujeres separadas, divorciadas o viudas, luego están las solteras, con un 53 por ciento de los casos reportados.

Lo preocupante es que estos números no cambiaron este año, al contrario, el hogar demostró ser, preocupantemente, un sitio inseguro y en donde comienzan los actos de violencia que luego se recrudecen en las calles.

El 34.9 por ciento de ellas han sufrido violencia por parte de la pareja actual, o última, a lo largo de su relación, mientras que 37.8 por ciento ha sufrido al menos un incidente de violencia por parte de otros agresores distintos a la pareja a lo largo de la vida.

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