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Lamenta Cardenal lucha por candidaturas

Félix Camas / Diario de Chiapas

La mala política se encuentra dividiendo al pueblo, opinó el cardenal y obispo emérito de esta ciudad, Felipe Arizmenv di Esquivel, quien se refirió a la lucha que se vive por las candidaturas a presidentes municipales, diputaciones y gubernaturas en todo el país.

“La división que se han dado en municipios indígenas, es la misma división que ahora se manifiesta en la lucha de los partidos políticos por designar candidatos a presidencias municipales en el país, a diputaciones y gubernaturas. La mala política divide mucho a los pueblos, con heridas morales que muchas veces llegan a ser heridas mortales”.

 En un escrito compartido, recuerda como dos municipios tsotsiles de Chiapas, Chenalhó y Chalchihuitán, desde hace muchos años se mantienen enfrentados por límites territoriales, pues ambos pueblos sostienen ser los dueños legítimos de tierras limítrofes que bordean un río, que era la división milenaria entre los dos municipios.

“Un documento hecho en las oficinas de la entonces llamada Reforma Agraria, sin tener en cuenta la historia, la geografía y la cultura, le quitó hectáreas a Chalchihuitán y se las dio a Chenalhó. Por ello, ha habido asesinatos, despojos, invasiones, diálogos, estudios, decisiones parciales de las autoridades, y el problema no se ha resuelto. Son pueblos hermanos por cultura y vecinos geográficamente, pero distanciados entre sí”, añade.

 Dejó en claro que eso “no es un conflicto religioso. La diócesis promovió caminos de reconciliación, pero sin resultado satisfactorio. Chenalhó tiene problemas semejantes con comunidades vecinas de otro municipio por la misma razón: la posesión de las tierras. Son conflictos muy preocupantes. ¡Cómo se anhela la fraternidad entre ellos!”.

 Arizmendi Esquivel, señaló que en pasados procesos electorales, hubo graves divisiones en Oxchuc, población tseltal, entre dos mujeres indígenas, que luchaban por posiciones políticas en el Ayuntamiento, donde ambas tenían sus seguidores, lo cual provocó asesinatos, quema de casas, desplazamientos y mucha violencia.

“La diócesis y la parroquia intentaron ayudar mucho para la paz social, pero los intereses son muy confrontativos. ¡Cuánto se sufre por la división! El demonio de la división y la mentira trabaja en todas partes. Tuvimos experiencias muy dolorosas por divisiones internas en comunidades creyentes, por las diferentes maneras de concebir y vivir la fe, unas más de tipo piadoso, otras más de tipo social”, reflexionó.

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