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Krzysztof Sliwa

Barranquilla, Atlántico, Colombia

El capitán Jerónimo Ramírez, natural de Alcalá de Henares, muy buen amigo del héroe de Argel, declaró que «¿de manera que siempre que acá vengo le he de hallar ocupado en los libros. Sosa. En una soledad como ésta y en un encerramiento tan apartado de toda plática y conversación en que este bárbaro de mi patrón tiene, ¿qué mejor ocupación que leer los libros santos y buenos? (Topografía, III: 1-2, 10-11, 15-16).

Igualmente, hago hincapié en que Cervantes enseñaba las oraciones: el Padre Nuestro, el Ave María, el Credo de los Apóstoles, y la Salve Regina en Argel; example gratia:

Juanico: «hazlo así Divino Amor, que con tu querer me ajusto. Deja aquesta niñería del trompo ¡por vida mía!, y repasemos los dos las oraciones de Dios».

Francisquito: «Bástame el Avemaría».

Juanico: «¿Y el Padrenuestro?».

Francisquito: «También».

Juanico: «Y el Credo?».

Francisquito: «Sélo de corro».

Juanico: «y la Salve?».

Francisquito: «Acude al Avemaría; verás qué fuerzas que tiene».

Cadí: «Pues, hijos, ¿en qué entendéis?».

Juanico: «En trompear, como veis, mi hermano, señor, entiende».

Carahoja: «Es niño, y, en fin; atiende a su edad».

Cadí: «Y vos, ¿qué hacéis?».

Juanico: «Rezando estaba».

Cadí: «¿Por quién?».

Juanico: «Por mí, que soy pecador».

Cadí: «todo aqueso está muy bien. ¿Qué rezábades?».

Juanico: «Señor, lo que sé».

Francisquito: «Respondió bien. Rezaba el Avemaría»…

Francisquito: «¿Ya os turbáis? Pues si es que aquesto os indina, ¿qué hará cuando me oigáis decir la Salve Regina? Para vuestras confusiones, todas las cuatro oraciones sé, y sé bien que son escudos a tus alfan (Los baños de Argel, II).

Hay que destacar también que sobran razones para confirmar que Miguel, sus amigos, y los escritores argelinos no sólo se reunían para aprender del doctor Sosa sobre la «Divina Escritura», los hechos del Rey Nabucodonosor, la destrucción de Babilonia, el Santo Patriarcha Noé, Caliomacho, Diagoras Milesio, Enomero Egiata, Epicuro, Luciano, Ovidio, Plutarco, y Protágoras» (Topografía, II: 5), sino también visitaban las bibliotecas y archivos argelinos, un tesoro literario, donde Cervantes exploraba los mapas para su evasión a «la Montagne des Lions». El capitán Jerónimo Ramírez, natural de Alcalá de Henares, muy buen amigo del héroe de Argel, declaró que «¿de manera que siempre que acá vengo le he de hallar ocupado en los libros. Sosa. En una soledad como ésta y en un encerramiento tan apartado de toda plática y conversación en que este bárbaro de mi patrón tiene, ¿qué mejor ocupación que leer los libros santos y buenos? (Topografía, III: 1-2, 10-11, 15-16).

Conforme al documento del 21 de octubre de 1580, Cervantes «se ocupaba en componer muchas veces versos en alabanza de Nuestro Señor, de su Bendita Madre, del Santísimo Sacramento y otras cosas santas y devotas; y algunas las comunicó con Sosa y se las envió que las viese» (Sliwa, Documentos, pp. 107-11). Aún, a través de Fernando, «El príncipe de los ingenios» voceó: «acábense nuestras fiestas, cesen nuestros regocijos, que siempre en tragedia acaban las comedias de cautivos» (Los baños de Argel, III), y comprobó que se escribían y cantaban romances a escondidos; un ejemplo ilustrativo es:

Ambrosio: «¿no hay gente que nos oiga? Bien decís, y pues que todos venís, comencemos tristemente. Aquel romance diremos, Julio, que tú compusiste, pues de corto lo sabemos, y tiene aquel tono triste con que alegrarnos solemos».

Cantan este romance:

a las orillas del mar, que con su lengua y sus aguas, ya manso, ya airado, llega del perro Argel las murallas, con los ojos del deseo están mirando a su patria cuatro míseros cautivos que del trabajo descansan, y al son del ir y volver de las olas en la playa, con desmayados acentos esto lloran y esto cantan:

!Cuán cara eres de haber, o dulce España!

Tiene el cielo conjurado con nuestra suerte contraria nuestros cuerpos en cadenas, y en gran peligro las almas. ¡Oh si abriesen ya los cielos sus cerradas cataratas, y en vez de agua aquí lloviesen pez, resina, azufre y brasas! ¡Oh si se abriese la tierra, y escondiese en sus entrañas tanto Datán y Virón, tanto brujo y tanta maga!

¡Cuán cara eres de haber, o dulce España! (Los baños de Argel, III).

Pese a ello, Sosa habló de la iglesia de los cristianos en Argel, absolutamente dejada en el tintero por los biógrafos cervantinos, ubicada cerca de «un baño grande, de 70 pies de largo y de 40 de ancho, que está repartido en altos y bajos y con muchas camarillas y en medio una cisterna de linda agua, y a un lado debajo, está la iglesia o oratorio de los cristianos, donde sea el Señor bendito, todo el año se dice misas, y muchas veces en fiestas solemnes cantadas y solemnizadas con sus vísperas y muy bien acordadas, porque nunca faltan sacerdotes cautivos, y suelen pasar el número de 40, de toda nación y calidad, y aun muchos muy buenos letrados, doctores y maestros, religiosos y clérigos, seglares, y adonde también se administran algunos sacramentos y se predica a veces la palabra del Señor, y como nunca por la gracia suya faltan cristianos devotos, hay gran concurso de ellos que los domingos y fiestas suelen, los que pueden, oír allí misa, y en las Pascuas suelen ser tantos que no caben, y es necesario algunas veces los guardianes del baño, turcos y moros, no dejar entrar alguno que no pague primero un áspero, de que sacan gran ganancia. Está este baño grande la puerta de Babazón a la de Babaluete, y como a 400 pasos comenzando de la puerta de Babazón para poniente» (Topografía, I: 163).

Por último, basándome en la documentación legal y sus testimonios literarios aseguro que Miguel, defensor de la fe católica, vivió como verdadero y virtuoso cristiano porque «la honra y las virtudes son adornos del alma sin las cuales el cuerpo, aunque lo sea no debe parecer hermoso» (El Quijote, I-XIV).

«Laus in Exclesis Deo»,

Krzysztof Sliwa

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