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Cómo viajar al lugar más remoto del planeta

Showbizz Daily / Zeleb.es

En un mundo globalizado como el que vivimos, estamos acostumbrados a llegar a cualquier sitio con total facilidad. Pero aún siguen existiendo lugares que, a pesar de estar habitados, son más inaccesibles de lo que pudiéramos pensar. ¿Y cuál es el más remoto de todos ellos? Viajemos a un lugar perdido en medio del océano Atlántico.
Para llegar al lugar habitado más remoto del planeta tenemos que desplazarnos al Atlántico sur, donde, en medio del inmenso océano, a 3,360 kilómetros del subcontinente sudamericano y a 2,816 de Sudáfrica (exactamente en las coordenadas 37º 06’ de latitud sur, 12º 16’ longitud oeste) se encuentra Tristán de Acuña o Tristan da Cunha (en su versión británica).
Tristán de Acuña es un archipiélago formado por tres islas (Tristán de Acuña, Inaccesible y Ruiseñor). La isla principal fue descubierta en 1506 por un navegante portugués, quien dio su nombre a ese pedazo de tierra. Fue anexionada posteriormente a la Corona británica (a quien pertenece actualmente) en 1816.
La división administrativa británica que incluye el archipiélago remoto del que hablamos, se denomina oficialmente: Santa Elena, Ascensión y Tristán de Acuña. Sí, Santa Elena es la isla atlántica donde fue desterrado Napoleón, pero está a 2,173 kilómetros al norte de Tristán de Acuña.
Como dijimos, además de la isla principal, Tristán de Acuña, el archipiélago que lleva este nombre incluye otras dos islas: Innacesible, con una extensión de 14 kilómetros cuadrados, y Ruiseñor (o más bien las Islas Ruiseñor), 3.4 kilómetros cuadrados divididos en tres pequeños islotes: Ruiseñor, Middle y Stoltenhoff (0,1).
Las islas, de origen volcánico y gran biodiversidad, tienen un clima húmedo subtropical con frecuentes lluvias, poca luz solar y mucho viento, con una temperatura media anual de 16 grados centígrados, veranos cortos e inviernos largos.
Y es el lugar más remoto de la Tierra no solo porque se encuentra a más de 2,100 kilómetros de cualquier otro sitio habitado, sino porque el acceso a ella es ya de por sí muy complicado: no cuenta con aeropuerto y su costa está compuesta casi al completo por acantilados de más de 600 metros de altitud.
La única población de Tristán de Acuña es Edimburgo de los Siete Mares, un nombre oficial de cuento que debe al príncipe Alfredo, duque de Edimburgo, quien en 1867 dio la vuelta al mundo y paró allí. Pero los lugareños se refieren de un modo más sencillo a ese lugar: lo llaman ‘El asentamiento’ o ‘La aldea ‘(The Settlement o The Village).
Según un reporte de la BBC, la mejor forma de viajar a Tristán de Acuña es desde Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, desde donde “hay que encontrar un velero que nos lleve, navegar durante 18 días en uno de los mares más agitados del planeta y esperar a que la niebla dé un poco de tregua para echar un vistazo a la impresionante masa de la isla principal”.
A partir de ese momento, siempre según la BBC, conviene “rezar para que los vientos se apacigüen y haya tiempo suficiente para atracar y bajar del bote. Importante sacar la embarcación fuera del agua antes de que las olas la rompan contra las rocas o mejor prepararse para decirle adiós. Bienvenido a Edimburgo de los Siete Mares, la capital de Tristán de Acuña (y única población)”.
Una travesía salvaje que, sin embargo, como también aclaran en la BBC, puede hacerse de forma más ágil, en “solo” seis días, a bordo del SA Agulhas, un barco rápido que, sin embargo, tiene un gran inconveniente: solo realiza esa ruta una vez al año.
De las tres islas que conforman el archipiélago, la única habitada en Tristán de Acuña. Es la más grande, con 98 kilómetros cuadrados y tiene una población de 245 habitantes (133 mujeres y 112 hombres en el último censo de 2016).
“A menos que se abandone la isla, pronto resulta evidente que las personas con las que se va a la escuela serán las mismas con las que habrá que compartir el día a día durante el resto de la vida”. Palabras a la BBC de Alasdair Wyllie, que pasó allí algunos años como asesor agrícola.
Pero la demografía de esta isla está viva y también nacen nuevos isleños. Eso sí, para evitar complicaciones y en busca de la clínica adecuada, las mujeres suelen viajar a Sudáfrica antes de dar a luz.
Con motivo de la pandemia de la Covid-19, en la isla celebraron el nacimiento del primer bebé en muchos años dentro de su propio territorio. A la fuerza, ya que el confinamiento había cortado toda comunicación con el exterior.
En la isla existen ocho apellidos repartidos entre sus 80 familias. Según un recuento de la BBC dichos apellidos son: Glass, Green, Hagan, Laverello, Repetto, Rogers, Swain y Patterson. Solo hay dos habitantes procedentes de fuera de la isla (casados con isleños) y un médico y un profesor con contratos temporales enviados desde Londres.
En 1961 una erupción volcánica hizo que las autoridades desalojaran la isla y enviaran a sus habitantes a Gran Bretaña. Cuando pasó el peligro se les ofreció quedarse pero todos decidieron regresar a Tristán de Acuña, su hogar.
Edimburgo de los Siete Mares cuenta con una cafetería, un salón para eventos sociales, una oficina de correos, un pequeño y moderno hospital, una escuela y un pub llamado The Albatross.
Los habitantes de Edimburgo de los Siete Mares son fundamentalmente pescadores y ganaderos, mientras que gran parte de las mujeres dedican su tiempo a la fábrica de conservas de langostas, según una descripción de National Geographic.
Alojarse en Tristán de Acuña puede costar unos 60 euros por persona y noche, recurriendo como alojamiento a las propias casas de los isleños. Un destino diferente, donde desconectar completamente…

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