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Gabriela Cruz López: la segunda Mujer Parachico

Jorge Éver González Domínguez

Chiapa de Corzo, Chiapas

“Lo que cuenta es la actitud, la edad no importa”

Ella trae en la sangre el folclore, la cultura, la alegría, la religiosidad de ser Parachico. Nació con ese espíritu, su madre desde los seis años la acompañaba al recorrido de los Parachicos, de la mano para que no se perdiera en medio de tanto júbilo, aunque hace cuarenta y cuatro años no salía la inmensidad de danzantes que salen hoy.

Desde niña se perdía en los colores, sonidos, en el ritmo y en el canto de los Parachicos.

Nunca sintió el rechazo por condición de género, y el Patrón de los Parachicos nunca se dio cuenta que era mujer, sólo su familia y amigos sabían que era ella, su padre Don Arturo Cruz Ruíz le regaló su primera máscara y desde entonces se montó en la danza y su corcel fue siempre la felicidad.

Actualmente sale con una máscara que su propio esposo elaboró: se la regaló cuando eran novios y con cariño la conserva y utiliza.

Gabriela es la segunda Mujer Parachico que ha existido en Chiapa de Corzo, ella es sobrina de María Elena Cruz Ruiz, la primera Mujer Parachico.

Es casada, madre de dos hijos y nunca ha interrumpido su danza durante los cuarenta y cuatro años de participación: cuarenta y cuatro veces ha esperado la fiesta para demostrar su fe, su religiosidad y cultura; cuando esperaba su primer hijo, con cuatro meses de embarazo, bailó, zapateó a la tierra para que las cosechas dieran frutos según la creencia; su chinchín apuntó al cielo en señal de respeto y su canto proclamó la alabanza que agradece a Dios.

“Siempre he cuidado mi peso, además cuando llega octubre o noviembre, me cuido más para no sufrir algún resbalón o torcedura, para cuando llegue la fiesta esté completa y pueda tener las fuerzas para salir y sentir la fiesta en mi espíritu y en mi piel.

Mi padre me enseñó cómo hacer el espacio, dónde girar al momento de ir danzando. Mis hijos danzan desde que están en mi vientre.

Cuando empiezo a vestirme me lleno de alegría, siento los pañuelos, la chalina, los listones, el sarape la montera, la máscara, salgo a la calle, cuando escucho los tambores me pierdo, me transformo y ya no soy Gabriela, soy la Parachico envuelta en un ritual de espiritualidad”, nos dice la segunda Mujer Parachico, que vive su cultura y su tradición con una emoción desmedida.

Dentro de la Fiesta Grande de la colonial Chiapa de Corzo, durante siete días salen los parachicos a danzar en honor al Señor de Esquipulas, los santos San Antonio Abab y San Sebastián Mártir en un sincretismo religioso, y durante esa jornada dancística, aparecen miles de personas vestidas de parachicos que salen del pueblo, de la cultura, de la identidad y de la fe, y en esa inmensidad de personas va bailando doña Gabriela Cruz López, que se ha fundido con la fiesta desde hace cuarenta y cuatro años ininterrumpidos y los seguirá haciendo porque ella no se hizo Parachico: ella nació Parachico.

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