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Jaime Sabines, aniversarios 96 y 23

Marlene Villatoro
Ciudad de México
Reverberación y fuego adentro de las palabras, hacen la poesía de Jaime Sabines

Auditorio de la Secretaría de Cultura 25 de marzo de 2022. 96 aniversario de su nacimiento y 23 años de su muerte.

(Segunda y última parte)
En 1956 escribe su libro Tarumba -el más apreciado por él- y para mí, su mejor libro. Alguien dijo que la palabra Tarumba la tomó de uno de los poemas de Federico García Lorca, no lo sé, pero si así fuera no importa, ese es un buen título para un libro; Sabines escribió su libro Tarumba cuando trabajaba en Tuxtla en la tienda de su familia. Agobiado de la cotidianidad en una ciudad donde no pasaba nada, el poeta crea el personaje Tarumba que no es más que él mismo, él es Tarumba y habla con sí mismo de su tristeza, deseos y angustia.
3.- Es un libro más concentrado, Sabines está más reflexivo en este libro, sólo en algunos momentos estalla como en este fragmento de uno de los poemas de su libro: “Me quejo de estar todo el día en manos de las gentes/ me duele que se me echen encima y me aplasten/ y no me dejen siquiera saber dónde tengo los brazos/ o mirar si mis piernas están completas/ Abandona a tu padre y a tu madre/ y a tu mujer y a tu hijo y a tu hermano/ y métete en el costal de tus huesos/ y échate a rodar, si quieres ser poeta” y así, lamentándose de su diario vivir vendiendo telas en medio de la cotidianidad, continúa el poema. (Este libro tiene poemas importantes y necesitaría yo hacer un análisis más concentrado para poder exponer a fondo la creación poética del mismo).
No sirve la memoria, no hay reconstrucción posible, no hay recomposiciones ni eufemismos, estamos ante la irreversible consumación del fuego porque el poeta se coloca a la intemperie, desnudo de sus defensas, a merced del advenimiento de la palabra justa, que irrumpe como un rayo, iluminando con una luz terrible las verdades del hombre. Se concluye que lo único cierto es el momento, que con energía nos invita a consumirlo y consumirnos en un estallido de presencias que se fusionan, por eso nos dice el poeta: “Yo, el último, os invito a bailar sobre el cráneo del tiempo”.
La poesía de Sabines se debate entre dos alternativas en el tiempo, la primera es el reposo que conduce a la contemplación, con esa indiferencia tan cercana al estoicismo, donde lo importante es no moverse, pase lo que pase. No sentirse afectado por lo circunstancial, para alcanzar un estado de serenidad que solo se alcanza cuando se han anulado todos los deseos. La segunda, la disolución, que mediante al paroxismo de la sensación y de la emoción, logra el poeta la angustia de transcurrir camino a la muerte.
4.- Hay en la poesía de Sabines un profundo escepticismo, porque todo en la vida es apariencia y confusión, su deseo de saber es absoluto y ante la imposibilidad de conocimiento denuncia esta impotencia dando un golpe radical a quienes, con fatuidad pretenden que saben y dice: “Hablemos poco a poco, nada es cierto/ nos confundimos, apenas si alcanzamos/ a decir la mitad de esto o aquello/ Nos ocurren las cosas como a extraños/ y nos tenemos lejos/ He aquí que no sabemos”.
Dicen que Jaime Sabines era un poeta popular, sencillo, de temas biográficos, lo dije antes; pero lo que no dije es que en el gran Sabines la semilla de su poesía está adentro, en su trigo, en su raíz, en su corazón y eso es lo que nos dejó en sus versos.

Marlene Villatoro

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