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Jaime Sabines, aniversarios 96 y 23

Marlene Villatoro
Ciudad de México
Reverberación y
fuego adentro de las palabras, hacen la
poesía de Jaime Sabines

Auditorio de la
Secretaría de Cultura,
25 de marzo de 2022.
96 aniversario de su nacimiento y 23 años de su muerte.

(Primera de dos partes)
Jaime Sabines nació sabiendo su oficio de poeta y fue su oficio más constante porque nunca dejó de hacerlo, así fuera vendiendo telas o siendo diputado.
Fue un poeta terrenal, anarquista, pero sobre todo intenso, escribía como dijo Octavio Paz: “como un ventarrón de bofetadas, su risa terminaba en un aullido, su cólera acelerada y su ternura colérica pasa del jardín de la infancia a la sala de operaciones, para Sabines todos los días es el último del año”.
A Jaime Sabines pareciera que le dolía vivir, le dolía amar, amaba la soledad y la increpaba, sentía el vacío y se revelaba.
1.- Sabines dijo en un poema: “Yo soy mi cuerpo, hígado y tripas, corazón ensartado en cada hueso”. Sabines es capaz de interiorizarse en su cuerpo al grado de convertir su propia filosofía en imagen poética; en otro fragmento, el poeta dice: “Aquí estamos todos fermentados/ brotándonos por todo el cuerpo el alma” porque efectivamente, el cuerpo está imbuido de espíritu a tal grado que los pensamientos nos enferman o sanan.
El cuerpo es entonces la manifestación material del alma, por eso la poesía de Jaime Sabines, gran poeta del Siglo XX conmueve hasta al menos sensible, el Gran Sabines tenía la capacidad de observarse a sí mismo, como de verterse, entregarse, escanciarse, darse al exterior, él podía disolver su yo entre los demás. En otro fragmento de su poesía, dice: “No soy este o el otro, soy ninguno”. El poeta es ninguno porque su condición es observar, estar en todas partes, participar y renunciar como los amorosos a toda conformación, convencido de que todo termina por ser insoportable. Este es el grado de tensión poética del maestro Sabines.
2.- Es de admirar en el poeta Sabines el ritmo de su poesía, su buen oído, cómo logra unir palabras sencillas y a veces tan obvias para hacerlas vibrar en sus cantos. Sabines se arriesga al crear en un tono biográfico, la capacidad de construir reacciones, andanzas románticas, transfiguraciones de impotencia, recuerdos tristes o noches de oprobio y de tedio en poemas con un ritmo concatenado de emociones.
En el siguiente verso nos dice el poeta: “Agua del tiempo que corre, muerte abajo/ tumba abajo no volverá” el ser humano vive la experiencia de la angustia, que no es otra cosa sino la confrontación con la nada, la cercanía con el vacío, con el no ser, que actualiza la presencia de la muerte dentro de la vida. Este sentimiento conforma nuestra vida y la temporalidad humana.
Sabines dice:
“Uno quiere encender cuatro cirios
en las esquinas de la cama al levantarse
para velar el cadáver diario que dejamos”.
Estos versos expresan que el remordimiento del cadáver del día no aprovechado a fondo, fingido, enmascarado, nos reclama desde la eternidad su incumplimiento y su vacío…
Continuará.

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1 Comentario

  • Luz Angelina Villatoro Armendáriz 2 de abril de 2022

    Maravilloso texto, que nos llena de recuerdos y sentimientos para los que tuvimos la suerte de conocerlo y disfrutarlo vivo
    Un abrazo con mucho cariño

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