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La crónica hablará por Chiapas

¿Por qué hablo como hablo?

Marco A. Orozco Zuarth cronistaschiapanecos@hotmail.com

Compartimos esta nostálgica y sentida crónica, escrita por
Enrique Orozco González

La respuesta rápida y lógica es: “porque nací chiapaneco”.
A los doce años, como muchos, de Villaflores emigré a la Ciudad de México para continuar mis estudios, pero corrí con suerte, pocos meses después mi familia llegó a radicar a la gran urbe y con ellos llegó Chiapas: la comida, las costumbres, el modo de hablar.
Pero había que matizar, sobre todo, el habla, el dejo y las palabras de mi pueblo.
En la ciudad, muchos estudiantes chiapanecos nos labramos una carrera, un trabajo, un futuro.
Los fines de semana nos reuníamos y la nostalgia se adueñaba de nuestras jóvenes almas.
Chiapas formaba parte nuestra en todas las formas posibles.
Los 14 de septiembre, el salón Riviera o el Maxim’s, atestiguaban la alegría de ser chiapanecos y mexicanos.
Bailábamos el Bolonchón, la Tortuga del Arenal, Soy buen tuxtleco y zapateábamos al ritmo de nuestras marimbas.
La emoción nos taladraba el corazón oyendo declamar a don Manuel Bernal “El Canto a Chiapas”, de Enoch Cancino Casahonda.
En mi mente siempre vivió la ilusión del regreso a mis orígenes, a mi estado.
Cuando casado regresé a mi pueblo, sentí que parte de mi deseo estaba cumplido.
El destino me llevó a Tapachula y desde 1984 ahí vivo.
Pero en cualquier parte de Chiapas me siento en casa, en Villaflores por supuesto; Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas, Comitán, Cintalapa, Coita (calma), Berriozábal y un largo etcétera.
Nací chiapaneco y así moriré. Me gusta el pozol, la chanfaina, la bolona, el suspiro, el tamal de chipilín, la marimba, los parachicos, el mango Ataúlfo y mis paisanos.
Por eso, hablo como hablo.

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