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Óscar Oliva, uno de los Grandes Poetas del Siglo

José Natarén
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
Con satisfacción, nos enteramos de la buena nueva: la Secretaría de Cultura dio a conocer que el Poeta Óscar Oliva es el ganador del Premio Nacional de Artes y Literatura, en el campo de Lingüística y Literatura, según el Acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación el 20 de julio del presente. Con esto se coronan las celebraciones por los 85 años del poeta realizadas por el Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, presidido por el Lic. Carlos Morales Vázquez, que postuló al autor tuxtleco a través del Instituto de Cultura que dirige el escritor Alfredo Palacios Espinosa.

En las bases de la Convocatoria se establece que: “el Premio se otorgará por el reconocimiento público de una conducta o trayectoria singularmente ejemplares o por la trascendencia de obras o actos valiosos en beneficio de la humanidad, del país o de cualesquiera personas”. En efecto, junto con una obra trascendente, inscrita en la historia de la gran poesía latinoamericana, y del arte entre dos siglos, destaca la voluntad del poeta Óscar Oliva para construir senderos para la salvación de la dignidad humana. Así como el poema (dice Oliva) habrá de “fracasar hasta encontrar su salvación”, así habremos de encarar vicisitudes, descender al abismo y dar saltos de fe frente a los heraldos del padre tiempo: enfermedad, decaimiento, pobreza, pandemias y violencia, hasta instaurar la posible serenidad. A esto, se une su solidaridad con las luchas de obreros y estudiantes, además de intermediar en los procesos de paz de los conocidos sucesos de 1994 en Chiapas.
Con la lectura de poesía -su apropiación y asimilación- así como de las enseñanzas y reflexiones de un genuino poeta, vate videns -el que ve más allá-el sabio original de la tribu, como es este caso, es posible resistir y alcanzar la salvación de la furia del mundo por la acción numinosa de la belleza, de la experiencia estética. Óscar Oliva, “Voz que permanece joven”, a decir de Óscar Wong. Su ejemplo de vida y la obra, son patrimonio de todos, de la humanidad, de nuestro país, de Chiapas y de su ciudad natal, desde la que escribe con un lenguaje al norte del futuro, como dijo Paul Celan.
Entre los temas del poeta: el erotismo, la lucha social, la posición del individuo frente al poder, el oficio poético y el lenguaje, hechos y condiciones refiguradas a través de la palabra, del cuerpo de imágenes y enunciaciones que se encuentran en constante derrumbe y surgimiento. Escucha el mundo y lo reinventa a partir de la multiplicidad de sus manifestaciones espirituales: las tradiciones literarias, la pintura y cinematografía, las ciencias, biología y astronomía, la filosofía, la historia. La historia vista desde su formación en el materialismo dialéctico, pero también desde la perspectiva del hombre renacentista del siglo XXI, del que persevera en el asombro por el legado de las eras, en una especie de actitud barroca en plena posmodernidad.
La creación -composición, escritura- de un corpus poético en sí mismo enriquece la realidad, con sentidos, significados y signos. Pero nada viene de nada. La obra de Óscar Oliva es un espacio para encontrarnos con tiempos y espacios, con el acervo de centurias y pueblos. La poesía como manifestación de las potencias colectivas. El poeta emerge como fruto de un proceso milenario, de las sociedades y actos humanos acumulados, nace. Pero también se hace, con disciplina y esmero, con lecturas y reflexiones ahonda en la condición humana. Y, sobre todo, el poeta vive: “Todos los días son grandes”, me dijo el maestro un día antes de saber la noticia. Es nuestro compromiso realizar esa sentencia.
Lo honremos. Leamos:
así se van acabando las vilezas del mundo antiguo,
y veo que estás en la cama, y lo festejo, como si hubiera recuperado
la última historia por contar, la última historia por cantar de David Bowie:
“en el centro de todo eso, en el centro de todo eso, tus ojos”.

Cuando cosida en mi costado, recuperamos el habla, leyendo en voz alta,
con la capacidad de volver atrás, con la fuerza suficiente para retardar el futuro.

¡Y no podré volver a estar alegre más que cuando me vea junto a ti!
¡El resplandor entre el resplandor y el resplandor, por siempre!

De: “Escrito en Tuxtla” (Aldus-ITAC, 2022, p. 58).

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