Enrique Flores Amastal Ciudad de México
Tarde de lluvia
Esa tarde de lluvia
llegaste puntual a la cita;
el café humeante,
el reloj marcaba en punto
las seis.
Con el oleaje de tu aroma
invadiste a los comensales
te miraron y te hicieron suya.
Tú y la lluvia ahí
presentes, junto a mí,
con ese conjunto azul
igual a tus grandes ojos.
Aquellos años de sueños
corriendo de un teatro a otro,
siempre en tu compañía,
al cine Regis
y las muestras cinematográficas
con la gaviota de Chejov
bajo el brazo.
Una tarde de lluvia
bajo un techo común
descubrí que el sexo
ahonda la lejanía,
por eso, esa necesidad
perruna de estar contigo
todo el tiempo;
besar tus labios,
como si fuera
el ultimo día.
Cerca de la meta
el pensamiento me lleva
al Jardín Río de Janeiro,
en sus bancas está nuestra historia
en lenguaje críptico
que nadie puede leerlo,
fue nuestro lugar de encuentro.
Tarde de lluvia
con la lentitud juvenil,
sacudida de conciencias,
nuevos tiempos, mismos sueños
y tú junto a mí
soñador irredento.
Enrique Flores Amastal