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PRI prepara su entierro con el alcalde prepotente de Copainalá

Javier Eliecer Vázquez Castillejos ya no es “El Gallo”, ahora en Copainalá lo conocen como “El Loco”. El alcalde de este municipio tuvo la osadía de inscribirse ante el Instituto Electoral y Participación Ciudadana para buscar la reelección en el municipio, y a pesar de su triste pasado y presente que lo envuelve por un desempeño gris, sus aires de prepotencia y egolatría, está enfermo de poder.

Si, un poder municipal que no quiere dejar porque él, antes de buscar y procurar el desarrollo del municipio, prefiere atender, con el dinero del pueblo, su futuro de lujos y comodidades. El edil con licencia de Copainalá se inscribió la semana pasada para repetir por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) como presidente municipal y desde entonces no ha dejado de ser objeto de serias críticas en redes sociales por parte de la población que se ha arrepentido de haberle dado su voto.

Sin embargo, sobre su funesta personalidad, rodea una serie de acontecimientos públicos que han caracterizado su forma de conducir los destinos de este municipio enclavado en lo que se ha denominado la meseta de Mezcalapa, donde la cultura zoque tiene uno de los principales referentes en la entidad.

En estos casi tres años de gobierno municipal, Javier Eliecer Vázquez Castillejos, contra todos los pronósticos, se empeña en enterrar vivo lo poco que le queda al PRI en la entidad. No conforme con el historial negativo que arrastra el partido, el alcalde defenestrado por su pueblo por su pésimo comportamiento como gobierno, le pone un obstáculo más a la conducción que lleva con “pinzas” el actual presidente estatal de dicho partido, Rubén Zuarth Esquinca.

El Revolucionario Institucional, que debería de retomar el camino de la humildad y del compromiso ineludible de hacer bien las cosas, tiene que enfrentar piedras en el camino, solo por la ambición de un sujeto que ha sido exhibido en público como un funcionario prepotente.

La nota difundida por este medio, relacionada con los comentarios adversos que el alcalde obtuvo tras promocionar con bombo y platillo su decisión de buscar la reelección, puso colérico a “El gallo”, a quien solo le faltó echar espuma por la boca.

Lamentable que tipos como este sujeto, por sus acciones, prácticamente estén desapareciendo de la escena política a un partido que destacó por crear instituciones fuertes que hoy son parte fundamental de los servicios institucionales que brinda el gobierno.

Dicen en Copainalá que el alcalde aparte de soberbio es penco, para no decir otra cosa, pues a quien se le ocurre volver a querer ser protagonista cuando le tienen pisada la cola por denuncias que rayan en el maltrato y altanería.

Los episodios que se viralizaron en redes sociales cuando de forma por demás inconcebible, desafiaba a los ciudadanos que tuvieron la osadía de exigirle atención a sus problemas. Además, a quién se le ocurre llevar a su registro ante el IEPC a personal que labora en el Ayuntamiento. Significa ello que el ahora “Loco”, pese a la negativa ciudadana, está convencido de que podrá hacer transa para ganar.

Además, es de todos conocido que tiene incrustado en la nómina del Ayuntamiento a toda su parentela. Lo primero que tendría que hacer, la Auditoría Superior del Estado es una investigación sobre el manejo de los recursos del erario público, pero conociendo la forma fraudulenta de operar de José Uriel Estrada Martínez, es como pedirle “peras al olmo”. 

Y para ponerle la cereza al pastel, con qué cara enfrentará al gobernador Rutilio Escandón Cadenas, cuando la obra donde se construía la Clínica de Parto humanizado, está abandonada y hoy es ocupada como almacenamiento de los utensilios de Protección Civil.

La clínica, que se edificaría, por cierto, sobre la unidad deportiva, a pesar de la negativa de los habitantes del barrio Tejería Sur, se empezó a construir “por sus pantalanes”, haciendo de lado los argumentos de los deportistas, incluido niños y niñas que tenían un espacio especial para practicar su deporte favorito.

Bien dicen que lo que mal inicia mal y acaba, y ahora tendrá el PRI que pagar las consecuencias por tener un gobierno intransigente y derrochador, aunque aún está a tiempo de enderezar el barco.

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