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La transferencia de la Guardia Nacional en impasse

Alto Mando

Miguel Ángel Godínez García

La transferencia de la Guardia Nacional al Ejército Mexicano entró a un impasse por tiempo indefinido. La decisión de la juez Karla María Macías Lovera, que concede la suspensión definitiva al decreto presidencial y ordena el regreso de la corporación a la SSPC, tiene un doble o triple efecto.

Para el presidente es un golpe porque el traslado podría no darse en lo que resta de su administración y quizá alcanzar el objetivo hasta el próximo sexenio, ya que, a poco menos de dos años de que concluya su mandato, la resolución deberá ser desahogada primero por un Tribunal Colegiado, y de existir impugnaciones, que seguramente las habrá, llegará a la SCJN, donde existen otras controversias constitucionales promovidas por senadores de oposición, que argumentan que la reforma es violatoria de la Constitución.

Sin embargo, también existe la posibilidad de que se resuelva al estilo de la 4T, antes de tiempo y de forma favorable por medio de la presión al Poder Judicial.

Por lo que toca a la institución, no es lo mismo estar bajo el mando de civiles, que, como se ha visto, no han podido con la tarea y no han sabido conducir a sus elementos, cuya formación y origen provienen de las Fuerzas Armadas.

Pero mientras se decide si la GN es civil o militar, la seguridad ciudadana sigue bajo el yugo del crimen organizado, que no da tregua a la violencia ni a los homicidios dolosos. Tan solo, el pasado fin de semana, entre el viernes 21 y el domingo 23 de octubre, fueron asesinadas en el país 243 personas.

Sonora, donde gobierna el que fuera titular de la SSC federal, Alfonso Durazo, está sumergida en un mar de violencia y la única respuesta son abrazos; el caso que indignó a la sociedad fue la ejecución, en Caborca, de un hombre frente a familiares y su novia, minutos después de salir de la iglesia donde se casó. En Jalisco, los asesinatos también están a la orden del día. Salvador Llamas Urbina, consejero nacional de Morena fue acribillado por ocho sicarios, pero el gobierno, como es costumbre, se niega a reconocer el fracaso de su estrategia.

Lo que sí es un hecho, es que sea cual sea el resolutivo final, el ADN de la GN seguirá siendo militar lo mismo que su mando.

¿De la verdad histórica a la verdad vergonzosa? En su momento lo comenté. El informe de la Covaj, que encabeza Alejandro Encinas, no tenía sustento y tarde o temprano se metería en un laberinto sin salida. Hoy el funcionario está frente a sus quimeras. En una entrevista con el NYT, reconoció una serie de irregularidades en las nuevas investigaciones y lo ponen en el patíbulo; de paso, lo hacen transitar de una verdad histórica a una verdad vergonzosa.

Encinas admitió, que cerca de 500 capturas de pantalla que contienen presuntos mensajes entre sicarios de Guerreros Unidos con militares del 27 Batallón de Infantería, que sirvieron para encarcelar al Gral. José Rodríguez Pérez, al Cap. José Martínez Crespo, al Subte. Alejandro Pirita y el sargento Eduardo Mota, no tienen sustento y no han podido ser verificadas. Es más, aceptó que quien los proporcionó “podría haberlos fabricado”. WhatsApp es una aplicación fácil de editar, incluso existe el Fake Chat Conversation, con la cual se pueden fabricar conversaciones.

López Obrador acusó en su mañanera que se quiere dinamitar la columna vertebral del caso, pero Encinas afirmó que la investigación se hizo al vapor para cumplir con los tiempos políticos marcados por el presidente.

De Imaginaria

Con base en tareas de inteligencia, el Ejército Mexicano realizó un excelente trabajo en Chiapas e hizo un histórico decomiso de cocaína de más de dos toneladas.

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