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Jorge Fons (1939-2022)

Edgardo Bermejo Mora

No encuentro mejor manera de homenajear a un director de cine cuando ha muerto, que simplemente ponerme a recordar –con el único auxilio de la memoria– aquellos fragmentos de sus películas que perduran en mí por muy diversos motivos.

Esto significa que su filmografía se ha incorporado a mi propia existencia y que persiste en los márgenes memoriosos de mi cabeza, como si cada película y cada secuencia recordada fuesen de alguna manera parte de mi vida, testimonios visuales de mí andar por el cine o por el mundo. En el caso de la cinematografía de Jorge Fons, suelto ahora mismo el libre flujo de la conciencia y esto es lo aparece:

1. Lo primero que me viene a la mente es la soberbia actuación de Ernesto Gómez Cruz (Rutilio) en El Callejón de los Milagros (1995), y particularmente la secuencia brutal en la que se encuentra en unos baños públicos con su joven amante, desnudos y enjabonándose felizmente bajo la regadera, hasta que son sorprendidos por el hijo (Juan Manuel Bernal), que medio mata a golpes al novio de su papá. Quizá una de las más impecables y desgarradoras escenas del desnudo masculino en la historia del cine nacional.

2. Pienso también en el magnífico guion de Vicente Leñero, que para adaptar la novela homónima del premio Noble egipcio Nagib Mahfuz construyó un artefacto narrativo no lineal a partir del azar y las piezas del dominó. La novela pasa de El Cairo al centro de la Ciudad de México sin perder un pelo en el traslado.

3. Y pienso en la no menos esmerada como mala actuación de la joven Salma Hayek, que se mantendría por ese camino en relación a su desempeño actoral, sin demérito alguno de su muy merecida fama internacional, que se la ha ganado a pulso.

4. Pienso ahora que la secuencia del baño público arriba mencionada –con la enorme violencia homofóbica que cifra–, se emparenta con esa otra secuencia mega violenta que desata el beso ente la Manuela (Roberto Cobo) y su galán (Gonzalo Vega) en El lugar sin límites (Ripstein, 1978) y pienso que ambas comparten la doble condición de resultar emblemáticas del odio y la violencia de género, y pioneras dentro del cine mexicano que sale en defensa de las comunidades LGTB y la diversidad.

5. Sigo recordando, y los laberintos de mi memoria me conducen ahora a una escena de 1978, cuando tenía 11 años. Se trata de la secuencia de Los Cachorros (1973) en la cual un niño de mi edad se encuentra duchándose en las regaderas de un colegio privado para familias ricas cuando es atacado por un perro que le arranca a dentelladas los testículos. La vi sin el permiso de mis padres una noche que se ausentaron y prendí el televisor. Conforme la trama avanza ese niño se convertirá en el junior ingobernable, impotente y frustrado al que le da vida el galanazo José Alonso.

6. Fue tal mi impresión que más tarde leí a escondidas la novela homónima de Mario Vargas Llosa –casualmente se encontraba en el magro librero de la casa–. Fue probablemente una de mis primeras lecturas completas, aunque tuviera muchos pasajes y muchas palabras que aún no comprendía. Recuerdo que el temor a que la mordida de un perro me convirtiera en eunuco me acompañó hasta la adolescencia, y eso también, de algún modo, se lo debo a Fons: su película me alejó de los perros.

7. Pienso ahora en el último de los tres mediometrajes que conforme la trilogía Fe, Esperanza y Caridad (1972). Fons escribió y dirigió “Caridad”: una fábula sobre los demonios de la desigualdad muy en deuda con Buñuel. Sara García, una anciana de alcurnia, le pide a su chofer que la lleve a un barrio marginal para aventarle dinero y dulces a los niños pobres desde la ventana de su limusina. Estos se enfrascan en una batalla campal en pos de las limosnas, la disputa pasa a las madres de los críos, de ahí a los padres y todo termina en una tragedia. También la vi cuando era niño y de algún modo Fons contribuyó a poner las primeras piedras, tanto de mi temperamento laico, como de mis primeros devaneos socialistas y justicieros.

8. Y ahora pienso en Adalberto Martínez “Resortes”, que habla como Resortes, se mueve como Resortes y actúa como Resortes en la adaptación de Fons a la novela de Leñero: Los Albañiles (1976). Fuera –o junto con Resortes– el elenco extraordinario de la película (López Tarso y Katy Jurado, entre muchos otros) no le alcanza para hacerle justicia al realismo impecable de la novela.

9. Avanzo ahora hacía ya bien entrada la década de los 80. Estudio historia en la UNAM y un viernes por la tarde mi novia de los tiempos estudiantiles y yo hacemos una larga loca para ver en el Cine Insurgentes “Rojo Amanecer”. La esperábamos con ansia, celebrábamos que no hubiera sido censurada y lo atribuimos a los nuevos tiempos de conquistas democráticas. Era 1989, y el 68 para nosotros seguía siendo la piedra de toque, el mito fundador y la simiente de todos nuestros afanes activistas. Confieso que me decepcionó. Como documento histórico es absolutamente inverosímil. Como pieza dramática es maniquea y previsible. Saliendo del cine le dije a mi novia: “a esta película le sobra el rojo y le falta el amanecer, vimos un filme gore sobre Tlatelolco”.

10. Curiosamente hace apenas unas semanas leí por primera vez El expediente de atentado de Álvaro Uribe, y sólo entonces me enteré que en 2010 Fons la llevó al cine. Me prometí verla en cuando pudiera averiguar de qué plataforma bajarla. No la he visto, y ese es acaso mi homenaje de despedida: la certeza de que seguiré viendo sus películas cada vez que pueda, tanto aquellas que aún recuerdo, como las que todavía no he visto. Descanse en Paz.

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