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Letras desnudas

Mario caballero

El estigma de Zoé Robledo

Interesante lo que ocurre en torno a la figura de Zoé Robledo Aburto. No encuentro otra palabra para describirlo. Después de sufrir uno de los dramas más difíciles de su vida, que incluso auguraba la eliminación de toda aspiración política de su familia, hoy es uno de los funcionarios más influyentes del país y ocupa uno de los puestos más relevantes y significativos de la estructura gubernamental: la Dirección General del IMSS.

Si algo hay que reconocer en la personalidad de Zoé Robledo es su inteligencia. No hablo precisamente de sus logros académicos, que los tiene. Pues es politólogo egresado del ITAM y tiene una maestría en Derecho por la UNAM. Cuenta, además, con el diplomado Liderando el Crecimiento Económico, de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, de la Universidad de Harvard.

A lo que me refiero es a su capacidad para superarse a sí mismo y salir adelante a pesar de los impedimentos. Nadar contracorriente, le llaman algunos.

Lo que él y su familia enfrentaron aquel 14 de febrero de 1995 pudo ser para otros un trauma insuperable. Eduardo Robledo Rincón, su padre, un priista distinguido y respetado en el ámbito nacional y en su partido, fue obligado a abandonar la gubernatura de Chiapas tras haberla ganado en una campaña histórica. Ernesto Zedillo le pidió la renuncia y lo nombró embajador de México en Argentina.

Mucho se dijo que el obispo Samuel Ruiz estuvo detrás de las presiones de la renuncia del exgobernador, creyendo que un cambio político, ilegal, por supuesto, lograría la estabilidad del estado. Los diputados locales nada pudieron hacer para defender la legalidad. Y Robledo Rincón aceptó la decisión con ética, con patriotismo, y renunció no sólo al cargo sino al proyecto que había trazado para devolverle la paz y la gobernabilidad a Chiapas.

Imagino que en un evento similar cualquier otro joven de la edad de Zoé, 16 años entonces, hubiera elegido un camino diferente a la política. No fue su caso. Siguió su vocación por el servicio a los demás, pero demostrando formación política. Nunca se ha visto en él deseos de venganza, ni sentimientos de rencor. Todo lo contrario, es un político congruente, de pensamiento liberal, comprometido con su tiempo y en los distintos cargos ejercidos ha buscado siempre sumar esfuerzos para lograr el bien común.

Dieciséis años después de aquel funesto episodio, nos dio una enorme lección de civilidad política.

Era 10 de noviembre de 2011, el Congreso del Estado escribía en el muro en letras doradas el nombre de Samuel Ruiz, honrando su memoria. Zoé Robledo era diputado local, y subió a la tribuna para describir sorprendentemente al obispo como “un hombre de paz porque realizó una gran obra de reivindicación de los pueblos indígenas y de defensa de los derechos humanos”.

Robledo no sólo no desacreditó al que mancilló impunemente la honra de su familia, sino sepultó lo pasado en el pasado. Con esa actuación dejó en claro que era un político coherente y de buena estura moral. También demostró que no se dejaría arrastrar por viejas sombras, que no dejaría que infortunados pasajes de su vida mancharan su carrera y que tampoco permitiría que otros personajes se interpusieran en su futuro político.

Por eso mismo, ¿por qué ahora consiente que figuras non gratas del sabinato nublen su porvenir y pongan en tela de juicio su desempeño como titular del IMSS?

ZOÉ

Nadie puede negar que Zoé Robledo tiene un futuro político por delante. Y tiene una trayectoria que lo respalda.

En 2010, ganó la diputación local con cabecera en el municipio de Motozintla. Fue elegido presidente de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, convirtiéndose en ese momento en el político más joven en alcanzar esa distinción.

Ahí creó la primera ley en el mundo que trata el problema de las personas desplazadas a nivel subnacional, la cual fue ampliamente reconocida por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la ONU y fue aprobada el 14 de febrero de 2012 en el Congreso estatal.

El 1 de julio de 2012 logró un espacio en el Senado de la República, presidiendo la Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales y posteriormente la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía. En 2014, fue el primer político mexicano en presentar su 3 de 3, iniciativa para que funcionarios hagan públicas sus declaraciones de intereses, fiscal y patrimonial.

En 2015, fue el segundo en el ranking de mejores senadores de la plataforma Atlas Político. En 2018 gano la diputación federal, pero solicitó licencia en noviembre de ese año para ocupar la Subsecretaría de Gobierno en la Secretaría de Gobernación. El 22 de mayo de 2019, fue designado director general del IMSS por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Como podemos ver Zoé Robledo es un político que ha dejado su marca personal en cada puesto que ha ocupado. No ha sido un funcionario holgazán y de mal prestigio. De ahí que se piense que el destino le prepara grandes retos.

Por tanto, no es extraño que desde ahora se suponga que está construyendo una estrategia para sus proyectos políticos a mediano plazo en Chiapas, especialmente considerando los nombramientos que ha hecho en días recientes. Como el de Humberto Pedrero Moreno o de Eduardo Thomás Ulloa, quienes asumen como director administrativo y jefe de operación financiera en el IMSS, respectivamente. Ambos con buena trayectoria política, hábiles en el cabildeo y de amplio conocimiento en la administración pública. El primero ya fue secretario de Hacienda en el estado y el segundo, director general del ISSTECH.

ESTIGMA SABINISTA

Pero una manzana podrida pudre a las demás. Todo el prestigio, tanto de Zoé como de su equipo, son ensombrecidos por el pasado turbio de Nemesio Ponce Sánchez.

¿Por qué Zoé Robledo lo mantiene en el cargo después de la ola de cuestionamientos que provocó el nombramiento de Ponce Sánchez como coordinador de Políticas en Salud del IMSS? Sólo él lo sabe.

Sin embargo, debería considerar que más allá del aprecio o la deuda que tenga con dicho sabinista, está su futuro político. Porque Nemesio es una suma que resta. En la memoria colectiva de los chiapanecos es un político corrupto, déspota, arbitrario, que abusando del poder ordenó encarcelamientos injustificados, persecuciones y hostigamientos a los opositores del exgobernador Juan Sabines Guerrero. Violó la ley para enriquecerse y es uno de los principales cómplices del saqueo que hipotecó a Chiapas por más de 40 mil millones de pesos.

Lo peor del asunto es que la sola presencia de Nemesio Ponce en el IMSS nos da a entender que detrás de Zoé Robledo está la sombra de Juan Sabines y toda la pudrición que significó su gobierno. Y que de concretarse alguno de sus otros proyectos políticos, también. Dime con quien te juntas y te diré de qué pata cojeas.

Si Robledo tuvo la inteligencia para deshacerse de la ignominia que le provocó a él y a su familia la infamia de Samuel Ruiz, ¿por qué no sacudirse el estigma del sabinato? No se trata de hacerle al Judas, sino simplemente de deslindarse de las personas que tanto daño le hicieron a los chiapanecos.

Roberto Albores Gleason nunca quiso desmarcarse de Sabines, y en el pecado llevó la penitencia. Al tiempo. ¡Chao!

yomariocaballero@gmail.com

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