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Imaginando la democracia participativa

Opinión y Propuesta

Andrés Vázquez López

Imaginando la democracia participativa

Para comenzar esta columna, quisiéramos pedirle amable Lector, que mentalmente mencione el nombre de su Diputado Local y abusando un poco, el Partido al que pertenece. De igual manera, mencione los mismos datos de su Diputado Federal; y acto seguido de sus Senadores. La verdad es que, si lo supo, es usted una verdaderísima excepción a la regla general de los mexicanos: Ni lo saben, ni les importa; ¿y por qué de esto? Bueno, quizá porque sienten que quienes hoy son sus representantes populares, únicamente los visitan una sola vez cada tres años y ya no los vuelven a ver hasta la siguiente campaña política, cuando se presentan ante el electorado, para pedir su voto. Para seguir con este ejercicio, ¿podría mencionar cuándo fue la última vez que asistió a un Informe de Trabajo de alguno de ellos? Probablemente ni siquiera sabía que rendían informes, ¡pero sí! Esta desconexión de los mexicanos con sus representantes populares, hace que los primeros piensen equivocadamente que participar en política se limita al mero acto de votar. Muchos ciudadanos incluso desprecian este acto, ya que lo consideran insuficiente; y lo es.

Nuestra democracia, es de tipo representativo, pero ha caído en el extremo de desconectar a representantes y representados y, además, ha inventado una serie de pretextos para justificarlo. Veamos: En el actual gobierno, el presidente de la República ha abusado y manoseado las consultas populares, denigrándolas a un mero acto de levantamiento de manos en medio de un mitin, y adjudicándoles a estas pantomimas una validez que no tienen; ya que dichas consultas ni fueron convocadas para ello, ni son representativas ni vinculantes, no se sustentan en un padrón y tampoco en una metodología mínima que les dé tantita seriedad ni credibilidad. Es como ya se ha dicho, un abuso y una mentira; por muy legítimas que sean las preguntas y las respuestas que en ellas se trate. Por otro lado, la oposición, en ese afán contestatario y simplón, en lugar de proponer y/o legislar sobre cómo hacer una consulta en forma, se ha dedicado a descalificar al presidente (obvio) y al pueblo que es consultado, tildándolo de ignorante. Probablemente en esta último tengan razón; pero se equivocan en dos puntos: Primero, señalan despectivamente la ignorancia del pueblo. Y a todas luces, despreciar a la gente, que es lo más valioso que tiene cualquier país, éste incluido, es un error. Y segundo, porque olvidan que nuestro pueblo, por impreparado que sea, es un pueblo sabio. Y no, no lo decimos como lugar común ni parafraseando al presidente. Quizá gran parte del pueblo mexicano no cuente con conocimientos técnicos o científicos, pero ciertamente sabe lo que es bueno para sí y lo que no. Sólo como ejemplo, viene a nuestra mente la consulta sobre el Tren Maya: Por un lado, una consulta presidencial amañada para validar el proyecto y por otro, una serie de sectores sociales, entre ellos algunas comunidades indígenas que se oponen al mismo. Otro ejemplo podría ser la oposición a la cervecera que quería instalarse en Baja California. Nuevamente una consulta que se tilda de amañada con una resolución, en este caso, rechazando el proyecto, con las consecuencias económicas de ello. Nos parece que en ambos casos el pueblo mexicano, con todas las limitaciones en su preparación formal que se quiera, pero también con todas las fortalezas que su experiencia le da; ha decidido bien: El Tren Maya no puede ser porque afecta el medio ambiente; y la Cervecera tampoco por las mismas razones y más allá de cualquier consideración económica. Y entonces, ¿qué pasa? ¿por qué la disonancia, por qué el Tren sí se va a realizar y la Cervecera no, por qué en el primer caso hay ciudadanos inconformes y en el segundo también? Y para efectos de este artículo; ¿dónde quedaron los representantes populares en todo este cuento?, ¿no tendrían algo que decir al respecto de éstos y muchos otros temas, los representantes de nuestro pueblo? ¿por qué no lo dicen, por qué lo que pasa en las calles no repercute en San Lázaro? Bueno, pues por la desconexión existente entre unos y otros.

Ahora, viajemos a un país imaginario donde los representantes populares tienen que ir constantemente a consultar a sus representados, sobre TODOS LOS TEMAS. Leyó usted bien: Todos. No es tan difícil de hacer y menos en una era digital como la que vivimos, pero más allá de las tecnologías, puede hacerse en los parques y plazas públicas, para invitar a los ciudadanos a informarse y debatir; pero sobre todo para consultarlos y entonces sí, llevar efectivamente su voz a donde corresponda para hacerla escuchar. Muchos integrantes de nuestro pueblo, probablemente no tienen un título universitario, pero no son tontos ni mucho menos. Si un representante popular les explica con sencillez y paciencia algún tema; primero hará algo histórico, ¡en verdad!, ¡nadie lo hace, nunca! Y con ello, habrá devuelto el poder a quien de verdad lo tiene, pero, sobre todo, habrá regresado las cosas a sus lugares correctos: el representado entendiendo los diferentes problemas que le afectan e involucrándose; mientras que el representante le informa, le consulta y le rinde cuentas y, sobre todo, considera su opinión a la hora de votar. Un ejercicio así nos reeducaría a todos en el civismo que tanta falta nos hace.

Para cerrar el tema, vale la pena echarles un ojo a los llamados Caucus estadounidenses; que no son más que consultas a los militantes de un Partido, para que se pronuncien por tal o cual candidato. Lo que proponemos va más allá: Hacer Caucus constantes, no sólo para elegir candidatos, sino como ejercicio permanente para que los ciudadanos, se manifiesten sobre los temas que les interesan.

Ojalá que sí. Además, opino que es necesario e importante, generar políticas públicas educativas, en relación al cuidado, protección y preservación del ambiente.

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