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“La tarea del líder es llevar a la gente desde donde están hasta donde no han estado” Henry Kissinger

Reflexiones

Fernando Álvarez Simán

“La tarea del líder es llevar a la gente desde donde están hasta donde no han estado”

 Henry Kissinger

La historia mundial consigna el ascenso de un país, disputándole a otro la supremacía total. La guerra directa e indirecta y el control territorial además del marítimo eran las características esenciales de la lucha por el liderazgo mundial. En ese contexto, el país en la posición de liderazgo mundial no quiere perder la hegemonía y un país en ascenso, se la disputa. En ese sentido, el siglo XIX fue también conocido como el siglo de la “Pax Britannica” por la dominación geopolítica del reino Británico. El siglo XX fue el de la “Pax americana” porque finaliza con dominio de Estados Unidos y el nuevo siglo, el XXI comienza a llamársele el de la era de la República Popular China. Las potencias mundiales establecidas y las emergentes disputan no solo el poder económico, sino también el militar, diplomático y tecnológico. El choque actual por la supremacía mundial a la luz de la historia, era inevitable. China le disputa el liderazgo mundial a Estados Unidos. Ese choque no es de confrontación bélica directa a pesar de que sus ejércitos se modernizan constantemente. El choque es económico, de influencia regional y mundial y ahora también en el terreno tecnológico. Desde el año pasado, China y Estados Unidos; las dos economías más grandes del mundo, se han visto envueltas en una batalla comercial. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había acusado durante mucho tiempo a China de prácticas comerciales desleales y robo de propiedad intelectual y hasta el año pasado, tomó medidas de corte comercial para detener lo que considera la deslealtad comercial de China.

La disputa comercial que se desató, ha visto a Estados Unidos y China imponer aranceles a cientos de miles de millones de dólares en bienes de uno al otro país. Pero, además, en China existe la percepción gubernamental y también ciudadana de que los Estados Unidos está tratando de frenar su ascenso como potencia económica mundial. Estados Unidos ha impuesto aranceles a más de 360 mil millones de dólares a los productos chinos, y por su parte China ha tomado represalias con aranceles sobre más de 110 mil millones de dólares sobre productos estadounidenses que llegan al país oriental. Este año, en enero; los dos países firmaron un acuerdo destinado a aliviar la guerra comercial; porque esta ha sacudido los mercados mundiales y ha afectado a la economía mundial en un contexto internacional de desaceleración y crisis económica por la pandemia del Coronavirus. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que ese acuerdo con China sería “transformador” para la economía estadounidense. Los líderes chinos lo llamaron un acuerdo “ganar ganar” que ayudaría a fomentar mejores relaciones entre los dos países.

China se ha comprometido a impulsar las importaciones estadounidenses en 200 mil millones de dólares por encima de los niveles de 2017 y también a fortalecer las reglas de propiedad intelectual. A cambio, Estados Unidos acordó reducir a la mitad algunos de los nuevos aranceles que impuso a los productos chinos. El problema es que el acuerdo no aborda los subsidios que China otorga a sus empresas estatales para competir internacionalmente, entre ellas las tecnológicas. A cambio, no disminuye la presión americana sobre el gigante tecnológico chino Huawei y tampoco tiene un panel de expertos para dirimir diferencias comerciales futuras. El acuerdo fue un alivio para relanzar el comercio mundial en medio de la pandemia del Coronavirus. Pero no resuelve la disputa comercial de fondo. Estados Unidos y China van a la guerra tecnológica por la supremacía mundial.

Velando armas El “Deutsche Bank” fundado en Berlín en 1870 como un banco especializado en comercio exterior, estima que los costos de la guerra tecnológica entre China y Estados Unidos será de más de 3.5 billones de dólares durante los próximos cinco años. Aun así, el banco afirma que los líderes de los dos países esperan acelerar el desarrollo tecnológico de su nación convirtiendo la necesidad de desarrollar tecnología emergente en una cuestión de seguridad nacional. Estados Unidos basa su estrategia en restringir el flujo de tecnología a China, reestructurando las cadenas de suministro globales e invirtiendo en tecnologías emergentes en el país. Beijing por su parte desarrolla semiconductores para reducir su vulnerabilidad a las cadenas de suministro que pasan por Estados Unidos. La administración de Donald Trump ha propuesto al Congreso americano un aumento progresivo, hasta llegar al 30 por ciento más del presupuesto actual, en el gasto no defensivo en inteligencia artificial e informática cuántica. La idea es bloquear el flujo de tecnología a China, restaurar algunas cadenas de suministro de alta tecnología y revitalizar la innovación estadounidense.

Por su parte China se está preparando para un futuro en el que no puede depender de Estados Unidos para tecnologías esenciales. En julio, el líder Xi Jinping se reunió con los 25 empresarios chinos más importantes y les pidió que sus empresas sean patrióticas e innovadoras. Les solicitó que fabriquen chips, semiconductores y servicios de internet. Incluso, para asegurar y diversificar su cadena de suministro, China se ha interesado en las paqueterías informáticas de código abierto para evitar las sanciones estadounidenses. En consecuencia, China y Estados Unidos se están preparando para una rivalidad tecnológica a largo plazo, una que probablemente no cambiará de rumbo en el corto plazo, incluso sin importar el resultado de las próximas elecciones presidenciales estadounidenses. Pero el avance chino ha sido impresionante. Desde hace 40 años, el mundo documenta el número de patentes anuales que solicita un país. Hace diez años Beijing tan sólo reunió 276 peticiones de patentes. El año pasado, esas solicitudes de patentes fueron 59 mil. Por su parte, Estados Unidos presentó 58 mil solicitudes. La progresión china fue impresionante y en el 2019 superó a su rival americano. El objetivo es que China no dependa de la tecnología que le pueda suministrar el resto del mundo, sino que sea un proveedor como lo es Estados Unidos. Las solicitudes de patentes del país oriental tienen origen en las universidades y los institutos científicos. 20 de sus universidades está rankeadas mundialmente entre los solicitantes.

La diplomacia del “guerrero lobo” Durante la “Guerra Fría” China al mando de Mao Zedong participó desde “las sombras” en varios de los conflictos bélicos que enfrentaban a oriente con occidente o al socialismo con el capitalismo. Esa política de apoyo logístico o ideológico, cambió con la desaparición física de Mao y la llegada al poder de Deng Xiaoping, el denominado “arquitecto de la “reforma y apertura china”. Deng Xiaoping inició una política de distensión y amistad internacional que fuera acorde con el deseo de la dirigencia de lograr el “ascenso pacífico” de China hacia el liderazgo mundial. La idea era evitar las controversias internacionales y a cambio, ofrecer cooperación financiera a los países del mundo. El mandato del alto mando chino a sus diplomáticos era “ocultar la verdadera fuerza de China al mundo”. Esa política de “ascenso pacífico” de China fue continuada por los sucesivos liderazgos del Partido Comunista e incluso ratificada por el líder actual Xi Jinping. Sin embargo, en medio de la pandemia del Coronavirus, la diplomacia china dejó de tener un lenguaje conciliador de cooperación y se volvió más directo y agresivo. Los diplomáticos del país oriental rechazan cualquier crítica a su país en cualquier entrevista e incluso las redes sociales. “Aunque esté lejos, cualquiera que se oponga a China pagará”. Es el lema de la película de acción china “Wolf Warrior” o “Zhànláng” en idioma mandarín estrenada en 2015. Su secuela “Wolf Warrior 2” estrenada en el 2017 ha sido la película más taquillera en la historia del cine chino. En la producción de la primera parte, se utilizaron cinco misiles del Ejército Popular de Liberación, cada uno con valor de 5 millones de yuanes; se dispararon 30 mil rondas de municiones de salva y se utilizaron tres diferentes tipos de aviones militares, además de tanques de combate.

Aprovechando la popularidad de la película, los círculos diplomáticos internacionales describen el cambio en las relaciones internacionales china de pacífico a agresivo como la “diplomacia del Guerrero Lobo”. Los factores que explican ese cambio diplomático son la creciente hostilidad americana, la consolidación del poder político del líder Xi Jinping, el cambio generacional entre los dirigentes chinos y la necesidad de contrarrestar el activismo dentro de las redes sociales de los diplomáticos occidentales, especialmente los americanos. Batalla tecnológica e ideológica Estados Unidos acusa a China de prácticas comerciales desleales y los dos países se acusan mutuamente de lanzar una guerra comercial contra el otro. Estados Unidos no solo acusa a China de robar propiedad intelectual, sino que quiere que Beijing haga cambios en sus políticas económicas porque, afirma el gobierno americano, estas favorecen injustamente a las empresas nacionales chinas a través de subsidios. La guerra comercial es el preludio de la guerra tecnológica en ciernes. Todos los países del mundo ahora reconocen que lograr su prosperidad, mantenerla o incrementar su riqueza, su seguridad económica y su seguridad militar estarán en el futuro vinculadas a mantener una ventaja tecnológica sobre los demás países. En el fondo, con la caída del Muro de Berlín en 1989 y el consecuente colapso de la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991, se pensaba que el mundo giraría finalmente hacia el libre mercado y la libertad económica. Ante el avance económico chino, era posible pensar que el ascenso futuro del gigante asiático descansaría sobre la apertura política. Hoy occidente y Estados Unidos tienen casi la certeza de que esa apertura política esperada dentro del gigante asiático no llegará en el corto plazo. Ello porque la economía de China ha crecido junto con un sistema político centralizado, no a pesar de ese sistema. A medida que los dos países se embarcan dentro de una carrera o “Guerra Fría tecnológica”, es posible esperar que Estados Unidos continúe utilizando medidas no arancelarias para hacer retroceder a China. Para contener o retrasar el avance chino, Estados Unidos utiliza restricciones a la inversión china en los Estados Unidos, también fomenta de manera legal límites a la capacidad de las empresas estadounidenses para exportar tecnología a China y ejerce una mayor presión sobre las empresas chinas en Estados Unidos. El gran dilema mundial es en cuanto tiempo China logrará superar totalmente a Estados Unidos en la supremacía y liderazgo internacional o si esa carrera por la supremacía será cooperativa. Probablemente el futuro político mundial vea a China de líder único o el primero entre iguales junto con Estados Unidos.

*Docente-Investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas

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