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Morena: democracia sin demócratas

Razones

Jorge Fernández Menéndez

Las elecciones internas en Morena para elegir a sus consejeros nacionales han confirmado, una vez más, que el partido en el poder tiene altas capacidades para ganar elecciones, pero muy pocas o ninguna para organizar las propias. No recuerdo una sola elección de Morena, o incluso antes en el PRD, donde convivían muchos de quienes hoy son los dirigentes de Morena, que se pudiera realizar sin graves conflictos.

En octubre del 2019, fue el propio Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el que anuló el proceso interno de Morena, que se estaba llevando a cabo con innumerables irregularidades y denuncias, incluyendo los malos manejos económicos y de la ex presidenta del partido Yeidckol Polevnsky. El TEPJF anuló el proceso interno porque, entre otras razones, no existía un padrón confiable del partido. Los comicios se habían dado en un ambiente de violencia y confrontaciones que no se pudieron solucionar internamente.

Pasó un año hasta que en 2020 otra vez el TEPJF tuvo que intervenir para tomar el control de un proceso interno que el partido no podía conducir y le ordenó al INE que organizara una encuesta nacional abierta que definiera la elección de la dirigencia, pero incorporó, además, la cuota de género que obligó a que la presidencia y la secretaría general fueran para hombre y mujer o viceversa. Esa fue la única elección que terminó siendo relativamente civilizada, pese a que también fue impugnada por Porfirio Muñoz Ledo que aseguró que tenía los mismos índices de aceptación que Mario Delgado, que resultó electo, acompañado, en un decir, en la secretaría general, por Citlali Hernández.

Ahora hemos visto a lo largo de tres días todo tipo de incidentes en las casillas, desde el ridículo de Elizabeth García Vilchis, la célebre presentadora de quién es quién en las mentiras de la mañanera, tratando de colarse en la elección junto con su marido para así no tener que hacer fila, hasta el intercambio, acusándose de intolerantes y antidemocráticos, de dos personajes como John Ackerman y Epigmenio Ibarra. En esta ocasión, los dos tenían razón.

Vimos golpes, batazos, acarreos descarados, robo de casillas. Para el presidente López Obrador y para Mario Delgado fue una jornada democrática, para quienes lo vemos desde fuera es la confirmación de que Morena está muy lejos de ser un partido: es un movimiento que se mueve con base a un jefe, el propio López Obrador, pero que fuera de eso no tiene cómo dirimir sus conflictos internos, ni le interesa, donde el canibalismo político está a la orden del día (como sucede en los distintos equipos de gobierno, incluyendo el gabinete).

Creo que no pueden ejercer la democracia interna porque muchos de sus integrantes y dirigentes no creen en ella. Y lo que sienten hacia afuera lo ejercen dentro. El desprecio y la confrontación con el INE también tiene ese origen, y la forma en que llevan sus procesos internos, es el mejor argumento para demostrar que necesitamos al INE como articulador electoral pero también para que, junto con el TEPJF, ponga límites a los despropósitos de los partidos.

No es verdad que la falta de democracia, la desorganización y la violencia forman parte de los procesos internos de todos los partidos. Por supuesto que en todos hay diferencias, rupturas y expresiones autoritarias, y a veces violencia, pero hemos visto en el pasado organizar al PRI elecciones internas, por ejemplo, la definición de la candidatura de ese partido para los comicios de 1999, que fueron organizativamente impecables. En el PAN, con profundas diferencias muchas veces, rara vez un proceso interno se les fue de las manos en los últimos años, ganara o no el candidato o el aspirante mejor relacionado con sus propios gobiernos. Y no es por el número de votos, en el 1999 el PRI logró que votaran casi cuatro veces más que los que participaron con Morena en este proceso.

Lo que vimos este fin de semana en Morena debería ser por lo menos un llamado de profunda atención para el partido en el poder para la elección de sus candidatos en 2024. Si un proceso abierto mucho más sencillo como la elección de consejeros genera tantos conflictos, imaginemos por un momento lo que ocurrirá en ese año con la selección no sólo de sus candidatos presidenciales sino también a gobernadores, legisladores federales y estatales, munícipes. La elección de la candidatura presidencial podrá ser decisión de un solo hombre, las demás no.

Es una confirmación, insistimos, de que necesitamos al INE y al sistema electoral que hemos construido a lo largo de las últimas tres décadas. Puede haber, como en todo, ajustes y adecuaciones. Pero debe haber un garante democrático.

Mujeres y violencia

Julio ha vuelto a ser un mes especialmente violento, el segundo del año por el muy alto número de homicidios, pero también ha sido un mes particularmente violento para las mujeres, con casos como el asesinato de Adriana Inés Vidal a manos de su esposo, al que se han sumado muchos otros. Un mes de violencia contra las mujeres en las que ha habido de todo, desde homicidios hasta mujeres quemadas, golpeadas, desaparecidas. Los feminicidios y la violencia contra las mujeres se han convertido en una norma cada día más presente entre nosotros.

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