Ricardo Monreal Ávila

El pasado 14 de agosto se llevaron a cabo las elecciones primarias argentinas, también llamadas PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias). La ley de ese país estipula desde el año 2009 que todos los partidos políticos están obligados a elegir a sus candidatas y candidatos para cargos nacionales (o sea, para la presidencia, la vicepresidencia, las senadurías y las diputaciones) en una elección primaria abierta, que se realiza aproximadamente tres meses antes a la general.

Así inicio el proceso que llevará a la próxima elección presidencial del 22 de octubre de 2023. El actual mandatario argentino, Alberto Fernández, no buscará su reelección, por lo que su partido y el resto de las organizaciones políticas eligieron los perfiles que contenderán en los comicios, incluido el presidencial.

Concluidas las elecciones primarias, el primer puesto se lo llevó Javier Milei, ultraderechista, con el 30 por ciento del voto nacional. De las 24 provincias totales, ganó 16, un resultado muy importante considerando su recién ingreso a la política.

El segundo lugar lo alcanzó el actual ministro de Economía, Sergio Massa, con el 21 por ciento de la votación. Y en tercero, con un 17 por ciento, quedó Patricia Bullrich, candidata ganadora de la coalición de centroderecha Juntos por el Cambio (JxC) y ex ministra de Seguridad. 

Milei, el ganador, ataca a lo que llama “casta política” y se presenta como un candidato antisistema que, en pocas palabras, busca dar marcha atrás a todo lo construido hasta ahora en Argentina. Desde su perspectiva, el Estado sólo tiene que ser responsable de la seguridad y la justicia, mientras que el resto de las actividades sociales se autorregularán con el mercado.

Entre sus propuestas más controversiales se encuentran vender todos los activos del Gobierno, desmantelar el Banco Central, eliminar los programas sociales, desarrollar un mercado legal para la venta de órganos humanos y poner fin a la educación sexual en las escuelas.

Es posible que los resultados favorables para Milei radiquen en el sentimiento de enojo frente a la actual situación económica en Argentina, pero aún hay un enorme tramo electoral en el cual estos temas controversiales se discutirán de frente a la sociedad. Durante la campaña presidencial, estas propuestas, entre otras tantas, podrían resultar menos viables a la vista del ojo público. La discusión seria que demanda un proceso de este tipo podría —quizá— debilitar la agenda del candidato.

El segundo en las elecciones primarias, el todavía ministro Massa, podría dar una interesante batalla. Distinto de otros liderazgos de la izquierda argentina, es mucho más pragmático y puede que esté de acuerdo con la necesidad de reformar drásticamente la economía, aunque por ahora muestre un rostro menos radical, por las propias divisiones y discusiones en el movimiento peronista.

Por su parte, la exministra Bullrich también enfrentaría una cruzada importante para competir en la segunda vuelta electoral. Principalmente porque su partido y ella misma son cercanos a algunas propuestas de Milei, por lo menos, en las críticas al actual Gobierno. Su oportunidad se encuentra precisamente en mostrarse como una vía alterna a la situación presente, pero con mayor sensatez y criterio que el candidato de ultraderecha.

Por ahora, resta mantener la atención en ese país con el que México tiene profundas simpatías recíprocas, similitudes e históricas relaciones de amistad. No hay duda de que las próximas elecciones representarán un reto para las instituciones que, independientemente de quien llegue al poder, tendrán la dura tarea de mantener el orden democrático en todo el territorio, a la vez que atienden la profunda crisis económica.

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