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Letras Desnudas

Mario Caballero

Va Por Chiapas

Las elecciones intermedias no serán ningún día de campo para nadie. Especialmente para el presidente López Obrador y su partido.

En Chiapas, como en el resto de los estados, todo indica que Morena llegará el 6 de junio con una ventaja sobre el resto de los competidores. Sin embargo, se observan por lo menos cuatro oportunidades para que la alianza Va por Chiapas (PRI/ PAN/ PRD) logre obtener el éxito que pretende. Éstas son la intención del voto, la fragilidad del partido gobernante, las malas gestiones morenistas en los municipios y las fortalezas de los tres partidos tradicionales.

Empecemos por analizar el voto. Los encuestadores saben que, a estas alturas del proceso, las mediciones de la intención del voto son todavía una imagen borrosa de lo que está por venir. Por lo regular, cuando de elecciones intermedias se trata, en México se conoce desde mucho tiempo antes del día de la votación que las preferencias para el partido en el poder están muy por arriba. Esta vez no es así.

Se diría que esto último se debe a varios aspectos inéditos. En primer lugar, por supuesto, el mal manejo de la pandemia de parte del gobierno federal. En segundo lugar, la crisis económica y la inseguridad. Esto ha provocado efectos en la preferencia política de los electores.

Las encuestas que vemos hoy reflejan que Morena es hasta el momento el partido con más intenciones de voto a nivel nacional, pero está muy lejos del 53% de los sufragios que obtuvo López Obrador en la elección presidencial de 2018 e incluso está por debajo del 42% de los votos que capturó la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PT y PES) en la elección de diputados federales el mismo año.

En la serie de encuestas de Buendía&Laredo, las preferencias a favor de Morena traen una clara tendencia a la baja. Del 52% que tenía en febrero de 2019, en diciembre de 2020 alcanzaba el 32%, una caída de 20 puntos porcentuales. Esto debe tener preocupados a Mario Delgado y a los liderazgos morenistas en los estados. O debería.

Recordemos lo que pasó en Coahuila. AMLO ganó en 2018 con el 44% de los votos. Dos años después, el PRI arrasó en las elecciones de diputados locales: se llevó el carro completo, es decir, los 16 distritos que estaban en juego.

En Hidalgo, AMLO ganó con el 61 por ciento. Dos años después, el PRI logró el primer lugar en las elecciones municipales, alzándose con el triunfo en 32 de los 84 ayuntamientos, incluyendo la capital del estado. En cambio, Morena quedó en un tercer lugar, bastante lejano, con sólo 6 de las 84 presidencias municipales.

Nadie puede dudar que la pandemia y la crisis económica mucho influyeron en los resultados electorales de esas dos entidades. Lo mismo podría ocurrir en Chiapas. Sobre todo, tomando en cuenta el desastre que causaron los gobernantes morenistas en los municipios. Lo que nos lleva al segundo punto.

MALOS GOBIERNOS

Mucho se ha dicho que la oposición está hecha pedazos. Pero si consideramos la simple aritmética de los votos, la cosa cambia.

Imaginemos que un distrito o en un municipio de Chiapas el PRI tiene el 20% de las preferencias, el PAN 15% y el PRD 5%, pues la suma de los tres da un 40 por ciento. Eso ya los pone en la competencia. Y si a eso agregamos la corrupción, los abusos de poder y la falta de sensibilidad de algunos diputados locales y presidentes municipales de Morena, las probabilidades de triunfo crecen para la oposición.

Pensemos en Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal, Comitán o Tapachula, ciudades bajo regímenes morenistas, donde la corrupción no ha sido la excepción sino la norma.

En Tuxtla, por ejemplo, el alcalde Carlos Morales Vázquez está bajo sospecha de enriquecimiento ilícito. Se le han documentado una serie de fraudes, principalmente los relacionados con la compra de contenedores de basura que el ayuntamiento hizo por adjudicación directa a la empresa Veolia. Se presume que por dichas transacciones, Morales pudo haber recibido 15 millones de pesos de diezmo.

Aparte, durante los casi diez meses de haberse decretado la emergencia sanitaria por coronavirus en Chiapas, Morales Vázquez ha llevado hasta lo más mínimo las acciones de prevención y combate.

Para muestra un botón. En lugar de instalar unidades móviles para atender a la población, prefirió utilizar al personal médico municipal como publicistas de su gobierno. Pues hemos visto médicos y enfermeras repartiendo publicidad de casa en casa de los supuestos logros del gobierno.

Ha venido haciendo esto a pesar de que la capital es el municipio con el mayor número de contagios y fallecimientos a nivel estatal. En pocas palabras, abandonó a los tuxtlecos en la pandemia.

Por otro lado, la alcaldesa de San Cristóbal de las Casas, Jerónima Toledo Villalobos, en la Cuenta Pública de 2019, dejó sin comprobar un gasto del orden de los 700 millones de pesos. La acusan, asimismo, de utilizar los recursos públicos en la compra de residencias y en la construcción de una escuela privada en el Istmo de Oaxaca, todas supuestamente de su propiedad y compradas bajo prestanombres. Por si esto fuera poco, en plena pandemia la han visto tomando el café con sus amistades en distintos restaurantes de la ciudad.

Una situación similar se vive en los municipios de Tapachula y Comitán, donde en los últimos dos años han incrementado la violencia, los asaltos a mano armada, el crimen organizado y las tasas de homicidios.

En eso radica la propuesta de la alianza PRI, PAN y PRD: contener la discrecionalidad del gobierno, respetar el Estado de Derecho, combatir la inseguridad y lograr la unidad de las fuerzas políticas para devolver la gobernabilidad, la paz social en los municipios. Promesas de gobierno que los alcaldes morenistas no pudieron o no quisieron cumplir.

TERCER Y CUARTO PUNTO

La tercer ventaja de la coalición Va por Chiapas tiene que ver con la debilidad del partido gobernante. Si lo pensamos bien, Morena es grande por la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero de ahí en adelante no es un partido organizado, sino una organización sin ninguna ideología sólida, sacudida por tensiones internas y pleitos por el poder.

En Chiapas figura como partido mayoritario y tiene una importante cifra de simpatizantes, pero no sabemos qué alcances tendrá sin la presencia de AMLO en la boleta electoral. Además, su liderazgo es muy cuestionable y no exento de culpas.

En cambio, las divisiones y choques de poder visibles en Morena no se ven en el PRI. La inspiración, el trabajo político y el liderazgo del nuevo dirigente estatal, Rubén Zuarth Esquinca, han unido a la militancia y recobrado el orden, ahora ajustado a los principios ideológicos que le dieron vida al partido. Esa nueva visión política hizo posible la alianza con el PAN y el PRD.

Todo parece indicar que tendremos una elección muy competida. Y en la medida en que el PRI, PAN y PRD logren presentar candidatos competitivos, capitalizar políticamente los yerros de los gobiernos municipales de Morena y trabajar en unidad, formarán un bloque opositor que puede traer un realineamiento del poder local, con las obvias correcciones, planteamientos y beneficios que eso representa para la democracia. ¡Chao!

yomariocaballero@gmail.com

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