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Qué tal estimados lectores, como siempre saludándoles agradeciendo el privilegio de llegar a ustedes. En esta ocasión con la intención de recordar que el panorama de la medicina en su contexto general no ha sufrido grandes de cambios a pesar de la irrupción dramática del coronavirus, los patógenos que ya conocíamos siguen causando problemas en la humanidad y con ese fin amanera de recordatorio retomaremos el tema del Sida.

El Sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) fue reportado en los Estados Unidos por primera vez en el año 1981 y desde entonces se ha convertido en una gran epidemia mundial. El Sida es causado por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que, al matar y destruir las células del sistema inmune, disminuye progresivamente la capacidad del cuerpo para combatir infecciones y de manera concurrente facilitar la aparición de ciertos tipos de cáncer, que se conocen como los tumores de la inmunodeficiencia y que en una ocasión futura retomaremos de manera particular. Las personas diagnosticadas con el Sida son susceptibles a enfermedades fatales llamadas infecciones oportunistas, causadas por microorganismos que generalmente no causan enfermedad en personas sanas.

El VIH frecuentemente se transmite entre grupos de personas que se inyectan drogas comparten jeringas o agujas contaminadas con cantidades minúsculas de sangre de algunas personas infectada por el virus. Sin embargo, en contraste la transmisión de un paciente a un profesional de la salud o viceversa, por pinchazos accidentales con agujas u otros instrumentos médicos contaminados, es rara.

La mujer puede transmitir el VIH al feto durante el embarazo o al recién nacido durante el nacimiento. Aproximadamente entre un cuarto y un tercio del total de las mujeres embarazadas infectadas por el VIH infectar n a sus bebés. El VIH también puede ser transmitido a los bebés a través de la leche de madres infectadas por el virus.

A pesar de que los investigadores han detectado el VIH en la saliva de personas infectadas, no existe evidencia de que el virus se transmita por contacto con la saliva. Los estudios de laboratorio indican que la saliva contiene componentes naturales que impiden la infección por el VIH. Los estudios de personas infectadas por el VIH no han encontrado evidencia de que el virus se transmita a otras personas a través de la saliva, por ejemplo, al compartir un beso. Sin embargo, el riesgo de infección a través de besos con intercambio de grandes cantidades de saliva es desconocido. Los científicos tampoco han encontrado evidencia de que el VIH pueda transmitirse a través del sudor, lágrimas, orina o heces.

Los estudios de familias de personas infectadas por el VIH han demostrado claramente que el VIH no se contagia por contacto casual tal como el compartir utensilios de cocina, toallas y ropa de cama, piscinas, teléfonos o inodoros. El VIH no se contagia por picaduras de insectos tales como mosquitos o chinches.

A pesar de que inicialmente en los Estados Unidos, el VIH se encontró principalmente en hombres homosexuales infectados, el número de hombres y mujeres heterosexuales infectados por el VIH continúa creciendo. El VIH puede infectar a cualquier persona con comportamientos que se consideran de alto riesgo tales como:

* Compartir agujas o jeringas al inyectarse drogas.                                                                                                                * Tener relaciones sexuales sin protección con una persona infectada o con una persona que no sabe si está infectada por el VIH.

El tener otro tipo de enfermedades que se transmiten por relaciones sexuales tales como sífilis, herpes, clamidia o gonorrea puede hacer que la persona sea más s susceptible a contraer el VIH cuando tenga relaciones sexuales con una persona infectada.

Muchas personas no desarrollan ningún síntoma cuando inicialmente contraen el VIH. Sin embargo, algunas otras desarrollan síntomas similares a la influenza un mes o dos después de haber sido expuestas al virus. Estas personas pueden padecer de fiebre, dolor de cabeza, malestar general e inflamación de los ganglios linfáticos (órganos del sistema inmune fácilmente detectados en el cuello e ingle). Estos síntomas generalmente desaparecen entre una semana y un mes, y a menudo se confunden con los datos de otra infección viral.

Con el sistema inmune deteriorado comienzan a aparecer una variedad de complicaciones. Uno de los primeros síntomas experimentados por muchas personas infectadas por el VIH es los ganglios linfa ticos que permanecen inflamados por más de tres meses. Otros síntomas que frecuentemente aparecen meses o años antes del comienzo del Sida son falta de energía, pérdida de peso, fiebre frecuente y sudores, infecciones persistentes o frecuentes (orales o vaginales) causadas por hongos, salpullidos persistentes o formación de escamas en la piel, inflamación pélvica que no mejora con tratamiento o pérdida de la memoria por cortos períodos de tiempo. Algunas personas desarrollan infecciones por herpes severas y frecuentes que causan llagas anales, genitales o en la boca, o una dolorosa enfermedad de los nervios llamada herpes zoster (culebrilla). Los niños pueden tener un desarrollo retrasado o deficiencia en el crecimiento. El término SIDA se aplica a las etapas más avanzadas de la infección por el VIH. Los criterios oficiales para la definición del SIDA fueron acuñados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, siglas en inglés) de Atlanta, Georgia. Estos centros son responsables de llevar un registro de la propagación del SIDA en los Estados Unidos.

En el año 1993, el CDC revisó su definición de SIDA para incluir a todas las personas infectadas por el VIH que tienen un nivel de células “T” menor de 200. (Los adultos sanos generalmente tienen un recuento de 1,000 o más). La definición actual, adema s, incluye a 26 condiciones clínicas que afectan a las personas con la infección por el VIH avanzada. La mayoría de estas condiciones son infecciones oportunistas, las cuales raramente causan enfermedad en personas sanas. Sin embargo, en las personas que tienen Sida, estas infecciones frecuentemente son severas y a veces fatales debido a que el sistema inmune esta tan destruido por el VIH que el cuerpo no puede combatir ciertos virus, bacterias ni otros microorganismos.

Las infecciones oportunistas comunes en las personas que tienen Sida causan síntomas tales como tos, falta de aire, ataques, demencia, diarrea persistente y severa, fiebre, pérdida de la vista, dolores de cabeza agudos, pérdida severa de peso, fatiga persistente, nausea, vómito, falta de coordinación, coma, calambres abdominales o, dificultad o dolor al tragar. Aunque los niños que tienen SIDA son susceptibles a las mismas infecciones oportunistas que contraen los adultos que tienen la enfermedad, padecen adema s de infecciones bacterianas severas comunes en la niñez como conjuntivitis, infección de oídos y amigdalitis.

Las personas que tienen SIDA son particularmente propensas a desarrollar distintos tipos de cáncer tales como el sarcoma de Kaposi o los tipos de cáncer del sistema inmune conocidos como linfomas. Estos tipos de cáncer suelen ser más agresivos y difíciles de tratar en las personas que tienen SIDA. Una de las características comunes del sarcoma de Kaposi es placas (manchas) que se desarrollan en la piel o en la boca, de color púrpura, rojizo o marrón en las personas de piel clara, y más pigmentadas en las personas de piel oscura.

Durante el desarrollo de la infección por el VIH, la mayoría de las personas experimentan una disminución gradual en el número de células T CD+4, aunque algunas personas pueden tener un abrupto y drama tico descenso en el recuento de células T CD+4. Una persona con un recuento de células T CD+4 mayor de 200 puede experimentar alguno de los síntomas iniciales de la enfermedad. Otras personas pueden no tener síntomas a pesar de tener un recuento de células T CD+4 menor de 200.

Muchas personas esta n tan debilitadas por los síntomas del SIDA que no pueden mantener un empleo fijo ni pueden hacer las tareas del hogar. Otras personas que tienen SIDA pueden pasar por etapas intensas de enfermedades peligrosamente fatales seguidas por etapas de funcionamiento normal.

Un número pequeño de personas infectadas por primera vez por el VIH hace 10 o más años no han desarrollado los síntomas de Sida. Los científicos esta n tratando de determinar cuáles son los factores que han contribuido a la falta de progresión del Sida en estas personas, tales como características particulares de sus sistemas inmunológicos, si fueron infectadas con una especie menos agresiva del virus o si su composición genética puede protegerlas de los efectos del VIH.

Debido a que la infección por el VIH frecuentemente no causa síntomas en las primeras etapas, ésta se detecta principalmente examinando la sangre de la persona, determinando de esta manera la presencia de anticuerpos (proteínas que defienden al cuerpo de las enfermedades) para el VIH. Los anticuerpos para el VIH generalmente no alcanzan niveles detectables hasta entre uno y tres meses después de la infección y pueden tomar hasta seis meses para desarrollarse en cantidades lo suficientemente grandes para ser detectados en pruebas corrientes de sangre.

Las personas que han sido expuestas al VIH deben ser examinadas para determinar la presencia de infección por el VIH tan pronto como se crea que han desarrollado anticuerpos para el virus. Esta pronta examinación les permitirá a estas personas recibir un tratamiento apropiado en el momento m s adecuado para combatir el VIH y prevenir el desarrollo de ciertas infecciones oportunistas. Adema s, el examen temprano alerta a las personas infectadas por el VIH les ayuda a evitar comportamientos altamente arriesgados que pueden transmitir el VIH a otras personas.

La prueba para el VIH se hace en la mayoría de las oficinas de los médicos o en clínicas de salud y deben ser acompañadas por asesoramiento. Las personas pueden hacerse los exámenes en forma anónima en muchos lugares, si les preocupa el problema de confidencialidad.

Se usan dos tipos diferentes de pruebas de anticuerpos, ELISA (sigla en inglés) y «Western Blot» (nombre en inglés), para diagnosticar la infección por el VIH. Si una persona tiene una posibilidad alta de estar infectada por el VIH y, sin embargo, ambas pruebas resultan negativas, el médico puede hacer un examen para detectar el VIH directamente en la sangre. Adema s la persona puede repetir el examen de anticuerpos para el VIH tienen más probabilidad de haberse desarrollado.

Los bebés de madres infectadas por el VIH pueden o no estar infectados por el virus, pero todos llevan los anticuerpos para el VIH de la madre por varios meses. Si esos bebés no manifiestan ningún síntoma, no se puede hacer un diagnóstico definitivo de infección por el VIH hasta que tengan 15 meses de edad. A esa edad, posiblemente los bebés ya no tienen los anticuerpos de sus madres y, si esta n infectados, han desarrollado sus propios anticuerpos. Se están usando nuevas tecnologías para detectar el VIH y para determinar con más precisión la infección por el VIH en bebés que tienen entre 3 y 15 meses. Se está evaluando un número de pruebas de sangre para determinar si puede diagnosticar la infección por el VIH en bebés menores de tres meses.

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