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Dr. Guillermo Flores Flores. drguiff@yahoo.com.mx, drguiff@gmail.com

Enfermedad de Chagas

Más de 100 años después de su descubrimiento, la enfermedad de Chagas continúa siendo un reto para los profesionales de la salud. Los avances tecnológicos y los cambios sociodemográficos han supuesto un elemento de revisión sin precedentes tanto para la visibilidad de la enfermedad como para la comprensión de la generación de la enfermedad y sobre todo para entender el desconocimiento sobre una de las enfermedades más olvidadas para la humanidad. Esta enfermedad es causada por el protozoo Tripanosoma cruzi, la enfermedad de Chagas implica a numerosos reservorios animales selváticos). La enfermedad de Chagas lleva el nombre de Carlos Chagas, un médico e investigador brasileño que el 14 de abril de 1909 diagnosticó la enfermedad en una persona por primera vez. Por tal motivo el 14 de abril, se celebra el Día Mundial de la Enfermedad de Chagas. La enfermedad se transmite principalmente a través de un insecto vector (se han reconocido más de 150 especies de triatomidos), un mecanismo común de transmisión involucra el contacto de madres a hijos, a través de transfusión de hemoderivados y de trasplante de tejidos no controlados y por ingesta de alimentos contaminados (zumos de frutas principalmente). Si a estos factores relativos a la biodiversidad de la enfermedad se le añaden los últimos flujos migratorios, las rutas comerciales de los actuales países emergentes y la modernización de los métodos de transporte, es fácil entender la dificultad en controlar esta enfermedad y el efecto de la globalización en su distribución. Un fenómeno común en México y especialmente en Chiapas es la presencia de masas sociales migratorias en las que no existe un control sanitario suficiente para estimar la posible transmisión de la enfermedad a su paso por las regiones de transito obligado.
Desde su establecimiento como antropozoonosis hace más de 8.000 años en el continente americano hasta la fecha actual, se han sucedido diversos eventos que finalmente han acabado de modelar el panorama actual de la enfermedad de Chagas tanto a nivel clínico incluyendo su presencia fuera del continente latinoamericano. Inicialmente la enfermedad se consideraba circunscrita a la América continental, afectando a una población en la que, al igual que otras enfermedades tropicales
desatendidas, se cebaba con los más desfavorecidos, encontrando en las áreas rurales su mayor prevalencia. Estos factores acabarán modulando la expresividad clínica de la enfermedad. Finalmente, como lo mencionamos líneas arriba; en las últimas décadas los flujos migratorios han favorecido la presencia de pacientes con enfermedad de Chagas en todos los continentes, excepto en África, aunque posiblemente sea cuestión de tiempo ser testigo de la primera notificación en esta región. Según las últimas estimaciones realizadas por la OMS, basadas en datos del 2010, casi 6 millones de personas están infectadas por T. cruzi en los 21 países de América Latina, de los cuales dos terceras partes son países pertenecientes al Cono Sur. Los países con más casos estimados en valores absolutos serían Argentina, Brasil y México, seguido de Bolivia. Si tenemos en cuenta las vías de transmisión, Bolivia, Argentina y Paraguay (en concreto una amplia región conocida como el Gran Chaco) liderarían los países con mayor número de casos adquiridos por transmisión vectorial; en cambio, Argentina, México y Colombia serían los países con mayor número de casos estimados debidos a transmisión vertical.
De manera global, el 13% de toda la población latinoamericana está en condiciones de riesgo de adquirir la enfermedad de Chagas. Si se comparan estas cifras con las estimaciones realizadas por la OMS en base a los datos de 2005, se observa una importante reducción de los casos estimados: de 8 a 6 millones de personas infectadas. Al margen de las posibles diferencias metodológicas entre los 2 informes, destaca la notable reducción observada en ese periodo de 5 años. Sería difícil identificar un único motivo que explicase esa reducción; la mejora de las condiciones de vida, un mejor acceso a los sistemas de salud y la implementación de programas de control vectorial y de seguridad transfusional han contribuido sin duda alguna a evitar nuevas infecciones. De manera concomitante, uno de los hechos más destacables de los últimos años es la presencia de pacientes infectados por T.cruzi en países clásicamente considerados como no endémicos, y portando el riesgo añadido de transmisión en estas regiones, independientemente de la presencia del vector transmisor. Europa y Estados Unidos son las zonas con mayor número de casos estimados, aunque también se han documentado casos en Asia y en Oceanía A pesar de contar con la presencia de personas infectadas en diferentes regiones del planeta, los esfuerzos por parte de gobiernos y agencias de salud pública son heterogéneos y en muchas ocasiones insuficientes para prevenir nuevos casos en estas áreas. Posiblemente España sea uno de los países donde exista un mejor escenario en cuanto a estrategias de prevención. Las donaciones de sangre y tejidos son sometidas a un examen cuidadoso regulado por un decreto ley; en cambio, los programas de prevención de la transmisión vertical recaen sobre regulaciones regionales, garantizando un adecuado manejo de los casos en el territorio, como es el caso de Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia, o sobre iniciativas locales de centros hospitalarios. La enfermedad de Chagas, también conocida como tripanosomiasis americana, es una afección que puede causar problemas serios al corazón y estómago. Es una enfermedad parasitaria común en Latinoamérica, especialmente en áreas rurales y de escasos recursos. También se encuentra en los Estados Unidos, más a menudo en personas que se infectaron antes de llegar al país.
La enfermedad de Chagas como ya lo mencionamos es causada por el parásito Trypanosoma cruzi. Por lo general, se transmite a través de insectos infectados que chupan la sangre, llamados triatominos. También se conocen como vinchucas (o en ciertas zonas como “chinche gaucha”, “chinche besucona”, “chupadora”, “voladora”, “barbeiros” o “chipos”) porque a menudo muerden la cara de las personas. Cuando uno de estos insectos pica, deja excrementos infectados. Puede infectarse si se rasca en los ojos o la nariz, la herida de la picadura o un corte. La enfermedad de Chagas también puede propagarse a través de alimentos contaminados, una transfusión de sangre, un órgano donado o de la persona gestante (embarazada) al bebé durante el embarazo.
Las vinchucas se pueden encontrar en todo el continente americano, pero son más comunes en ciertas áreas. Las personas con mayor riesgo de contraer la enfermedad de Chagas: Viven en zonas rurales de Latinoamérica Han visto los insectos, especialmente en esas áreas que se han quedado en casas con techo de paja o con paredes con grietas
Al principio, puede no haber síntomas. Algunas personas tienen síntomas leves, como:

Fiebre
Fatiga
Dolor de cuerpo
Dolor de cabeza
Pérdida de apetito
Diarrea
Vómitos
Sarpullido
Párpado hinchado
En general, estos primeros síntomas desaparecen. Sin embargo, si no trata la infección, ésta permanece en el cuerpo. Más tarde, puede causar graves problemas intestinales y cardíacos como:
Arritmia severa (un problema con el ritmo o los latidos del corazón) que puede causar muerte súbita
Corazón agrandado que no bombea sangre bien
Problemas con la digestión y evacuación de las heces
Mayor probabilidad de derrame cerebral
Para saber si tiene enfermedad de Chagas, su profesional de la salud puede:

  1. Hacer un examen físico
  2. Preguntar sobre su historia clínica, incluyendo acerca de
    sus síntomas y dónde ha vivido y viajado.
  3. Hacer un análisis de sangre para la enfermedad de Chagas
  4. Hacer pruebas para ver si la enfermedad ha afectado los
    intestinos y el corazón
  5. Los medicamentos pueden matar al parásito, especialmente
    al principio. También se pueden tratar los problemas relacionados, por ejemplo, un marcapasos ayuda con algunas complicaciones cardíacas.
    No existen vacunas o medicamentos para prevenir la enfermedad de Chagas. Si viaja a zonas afectadas, usted está en mayor riesgo si duerme al aire libre o en viviendas en mala condición.
    Es importante usar insecticidas para prevenir las picaduras, y la práctica de la seguridad con los alimentos.
    Se calcula que en el mundo hay entre seis y siete millones de personas, la mayoría de ellas en América Latina, que están infectadas por Tripanosoma cruzi, el parásito causante de la enfermedad de Chagas.
    La enfermedad de Chagas es curable si el tratamiento antiparasitario se inicia precozmente, en la fase aguda. En infecciones crónicas, el tratamiento y el seguimiento pueden prevenir o frenar la progresión de la enfermedad y evitar la transmisión, por ejemplo, durante el embarazo y el parto.
    Hasta un tercio de las personas con infección crónica desarrollan alteraciones cardiacas, y una de cada diez, alteraciones digestivas, neurológicas o combinadas que pueden requerir un tratamiento específico.
    Las estrategias clave para prevenir la enfermedad de Chagas incluyen el control de vectores (en América Latina); el tamizaje de la sangre antes de transfusiones y trasplantes; la realización de pruebas y el tratamiento de las niñas, las mujeres en edad reproductiva, y los recién nacidos y otros hijos de madres infectadas; e información, educación y comunicación para las comunidades y los profesionales de la salud.
    Se estima que entre 6 y 7 millones de personas en todo el mundo están infectadas por T. cruzi, lo que provoca aproximadamente 12 000 muertes cada año. A pesar de ser una afección de creciente presencia mundial, la enfermedad de Chagas se da principalmente en áreas endémicas de 21 países continentales de América Latina, donde la transmisión está relacionada en gran medida con la presencia del vector. Actualmente se considera que hay unos 75 millones de personas en riesgo de infección.
    Hubo un tiempo en que la enfermedad de Chagas se limitaba por completo a las zonas rurales continentales de las Américas. Debido al aumento de la movilidad de la población, la mayoría de las personas infectadas viven ahora en entornos urbanos, y la infección se ha detectado en 44 países (entre ellos el Canadá, los Estados Unidos de América y muchos países europeos y algunos del Pacífico Occidental, África y el Mediterráneo Oriental).
    En América Latina, el parásito T. cruzi se transmite principalmente por contacto con las heces o la orina infectadas de triatominos que se alimentan de sangre. Por lo general, estos insectos viven en las grietas de paredes y tejados de casas y estructuras circundantes, como gallineros, corrales y almacenes, en zonas rurales y suburbanas. Normalmente permanecen ocultos durante el día y entran en actividad por la noche para alimentarse de la sangre de animales y seres humanos. En general, pican en zonas expuestas de la piel, como la cara, y defecan u orinan cerca de la picadura. Los parásitos penetran en el organismo cuando la persona que ha sufrido la picadura se frota instintivamente, haciendo que las heces o la orina entren en contacto con la picadura, los ojos, la boca o alguna lesión cutánea abierta. T. cruzi también puede infectar a los animales; las zarigüeyas comunes se consideran uno de los reservorios silvestres de la infección más importantes.
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