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Vigilan que el
fuego no reavive

José Cancino / Tapachula
Agobiados por el intenso calor, decenas de pepenadores trabajan en la recolección y acomodo de la basura que se genera a diario en Tapachula.
El incendio registrado hace más de un mes ha dejado cenizas donde hubo fuego, pero las llamas han sido controladas casi en su totalidad.
La probable reactivación de la conflagración, auspiciada por las ráfagas de viento que se generan en el terreno de casi 40 hectáreas, es exterminada a la primera insinuación con pipas del Ayuntamiento, que llegan hasta el sitio, a un costado de la Carretera Costera, para sofocar el fuego antes de que cause más destrozos.
Sólo en ciertos puntos de las cordilleras de basura que se han formado con el paso del tiempo, se ve el humo dispersarse y poner en alerta a todos, pero la situación está bajo control con la constante presencia de elementos de Protección Civil y el anuncio oportuno de los trabajadores del lugar que avisan antes de que la desgracia se expanda.
Para los pepenadores, la tarea ahora es menos complicada, aunque por lapsos del día el humo entorpece sus labores. La niebla tropieza con los cúmulos de basura y luego se eleva para formar una cortina que se disuelve al pasar unos minutos.
“Y ahorita no es nada, a veces la tierra es tanta que se hunden los pies. Habría visto cuando esto se estaba quemando, teníamos que ir librando el fuego porque teníamos que trabajar”, sostiene Wilfrido, un guatemalteco que acumula plásticos en el lugar.
La labor de mujeres y hombres es titánica. Los perros y los buitres tienen que sortear el calor arrojándose a una pila de agua inmunda para darle tregua a la piel y no morir de calor. Pero la vida es así en el basurero, y todo es mejor que esté lleno de fuego.
El tiradero de Tapachula lleva en operaciones más de 35 años. A lo largo de su historia, fuertes incendios se han resentido que han afectado a la mancha poblacional debido a la fuerte contaminación que expiden los residuos e inmundicia generada.
En esta ocasión, y a más de 30 días de haberse suscitado otra fuerte conflagración, la lección ha sido aprendida y los centinelas de este lugar están alerta ante la posibilidad de que el monstruo de llamas se haga presente e intente arrasar de nuevo con los desperdicios que a diario son depositados en este terreno.
Para los cuerpos de socorro, la fase roja ha pasado y ahora se mantiene un trabajo de alerta preventiva, por lo que el servicio de acumulación de basura ha regresado a lo que ellos denominan “normalidad”.

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