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Educación: crianza en niños pequeños

Lilia Ma. Calderón/Las Margaritas, Chis.

El estilo de crianza se puede definir como un constructo psicológico multidimensional, que representa características o estrategias de crianza de los padres; a pesar del interés generalizado en el estudio de la misma, en México se reconoce la escasez de estudios al respecto, sobre todo cuando se trata de la relación de padres con niños pequeños.

De acuerdo con algunos expertos, los problemas identificados con las medidas de estilos de crianza en la literatura, incluyen: que la mayoría evalúan intenciones u opiniones de los padres en lugar de prácticas concretas; los ítems se formulan de forma genérica o en tercera persona (por ejemplo, un castigo a tiempo vale más que tres explicaciones), lo que favorece la deseabilidad social y los hace poco claros o ambiguos, provocando que los padres respondan los ítems opinando sobre la educación de los hijos en general, pero sin expresar cuál es su comportamiento real con los suyos; además, también deben señalarse problemas metodológicos, puesto que muchos cuestionarios no dan información de sus propiedades psicométricas, ni de la escala de respuesta utilizada.

Ahora bien, en una revisión de los pocos estudios de crianza con niños pequeños, se buscó el instrumento de valoración que cumpliera con los señalamientos a los que se hizo referencia, el cual se expondrá brevemente a continuación:

Se trata de la Escala de Comportamientos para Madres y Padres con Niños Pequeños (ECMP), que: a) valora prácticas disciplinarias y de crianza; aunque también incluye las expectativas sobre el desarrollo actual de los niños; b) los ítems se formulan de forma clara y precisa, en prácticas de crianza: “yo paso al menos una hora al día jugando con mi niño(a), o leyéndole”, o en prácticas disciplinarias: “yo le grito a mi niño(a) cuando tira la comida”. Y en expectativas del desarrollo: “mi niño(a) ya tiene suficiente edad para tomar líquidos en una taza, sin mi ayuda”; c) va dirigido a edades específicas de 1 a 5 años, y presenta reactivos con calificación inversa para controlar los rápidos cambios evolutivos del período de infancia (1 a 3 años) al preescolar (3 a 5); d) un buen número de estudios apoyan las propiedades psicométricas y la escala de respuesta utilizada.

Además, el modelo propone dos dimensiones de exigencias y responsividad cuyas conceptualizaciones parecen más adecuadas para igualarlas con las prácticas disciplinarias y con las de crianza; por ejemplo, responsividad se refiere ampliamente al afecto o apoyo, abarcando no solo prácticas contingentes sobre el comportamiento del niño, sino aquellas que realizan los padres sin referencia al propio comportamiento del niño o, en otras palabras, a la simple sensibilidad de los padres ante las necesidades de sus niños; oportunamente, la subescala de prácticas de crianza de la ECMP incluye ambos tipos de responsividad, por ejemplo: “Si mi niño(a) es demasiado activo(a) yo hago que participe en actividades tranquilas”(crianza contingente); y “Yo planeo sorpresas para mi niño(a) (fiestas de cumpleaños, regalos)”, respectivamente (sensibilidad).

Finalmente y a un nivel especulativo, siempre se deseará obtener resultados de más prácticas de crianza en estilos indulgentes que en autoritarios, porque las estrategias de los indulgentes suponen que se concentran más en permitir o facilitar actividades promotoras del desarrollo de los hijos, que en el control.

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