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Una vida con vida…A mitad de un siglo

Jorge Éver González Domínguez/Chiapa de Corzo, Chiapas jevergonzalez@hotmail.com

A mitad de un siglo, es un poemario del joven creador Delman Escobar, que por primera vez se aventura al bosque de las letras.
Libro con el sello de la editorial Herencia Mexicana, ha caminado floreciendo con la frescura de sus versos.
Con ciento veintiséis poemas, el poeta se interna en la poesía de su ser, lo aroma con la flor del café que destilan sus manos campesinas.
A mitad de un siglo, es un referente de la vida de su autor, combina las imágenes literarias con los acontecimientos de su vida.
Con un prólogo del poeta Cesar Manrique de León Galindo, multipremiado escritor guatemalteco, y una portada del artista visual Narcizo López, le dan brillantez a la obra.
Comienza con el poema que le da título a su obra.
A mitad de un siglo vuela sobre los sentimientos de hijos, esposa, del pueblo de donde brota esa voz que dobla los versos incendiados de figuras literarias.
Delman Escobar nace en Nueva Independencia, municipio de Ángel Albino Corzo, hijo de Héctor Escobar y Ofelia Macario Gutiérrez, nacido el día 30 de octubre de 1970.
Su poesía viene de la blancura de las flores del café, de la voz de la montaña, del cantar del río.
El poeta escribe cuando abona las plantas, riega sus poemas con sudor que vierte su actividad bucólica y sonríe con la felicidad que cae de las nubes.
Cada surco sembrado de plantas de café, lo abona con letras y cada verso lo riega con agua del río para que crezcan las ideas.
Hacia el sur
Hacia el sur las nubes son más blancas en octubre y el cielo es más azul. Hacia el sur, la luna duerme entre los árboles y se viste de estrellas blancas en la floración del café, regalando su sonrisa hasta el amanecer.
Los desiertos del norte suspiran por estar aquí.
Cobijarse en abril bajo las copas verdes, al arrullo del ulular del silencio de la noche.
Hacia el sur, evoco un suspiro, recordando el oro en cada puesta de sol.
Hacia el sur se sube el cielo entre veredas, entre margaritas silvestres y estrellas amarillas que engalanan con la primavera el canto de quetzales. Hacia el sur anhelo volver y bajo la sombra de un árbol contemplar la mano portentosa de Dios.
Hacia el sur hay ojos tristes que divisan a menudo el horizonte que llega al norte, la ocasión de verme regresar.
El sur es un corazón que late con ritmo suave entre maderas.
En el sur vive firme la esperanza de mis sueños, abrazar los míos, y que me cubran al morir los brazos amorosos de mi tierra.

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