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General, don Emiliano Zapata Salazar “El Caudillo del Sur”

Roque Gil Marín Vassallo

Comitán, Chiapas

8 de Agosto de 1879 (San Andrés Anenecuilco, Mor.) – 10 de Abril de 1919 (Chinameca, Mor.).

Junto con “El Mártir de la Democracia” en México, don Francisco Indalecio Madero González; con el Gral. don Venustiano Carranza Garza, “El Varón de Cuatro Ciénegas”; don Álvaro Obregón Salido, “El Manco de Celaya”; don Plutarco Elías Calles Campuzano, “El Maistrito de Guaymas”; don José Doroteo Arango Arámbula “Pancho Villa” o “El Centauro del Norte”, y don Lázaro Cárdenas del Río, “Tata Lázaro”; el General don Emiliano Zapata Salazar, “El Caudillo del Sur”, forman el grupo reconocido como “Los Siete Pilares” que sostienen y dan vida y destino a la Revolución Mexicana y al pueblo mexicano, que aún no pierde la esperanza de que los postulados y principios que los llevaron a entregar su esfuerzo y su vida, se puedan alcanzar.

Emiliano Zapata Salazar, nació el 8 de Agosto de 1879 en el pueblo de San Andrés Anenecuilco, del municipio de Villa de Ayala, en el central estado de Morelos, de una familia de clase media baja, que sólo pudo estudiar hasta el tercer año de primaria, que le permitieron enterarse de los movimientos mediante los que el sector rural era el más desatendido y marginado del país y que tanto la pobreza, la ignorancia, la marginación y la semi-esclavitud en que vivían los hombres y mujeres del campo en su tierra natal, requerían de la unión y del esfuerzo comunitario y de una decisión valiente para emprender una lucha armada y realizar una real y verdadera Reforma Agraria en bien de todos.

Zapata empezó su lucha con la gente de su pueblo, pero luego se le fueron uniendo muchos grupos de inconformes con la situación que imperaba en el país, por lo que, con el apoyo firme de Cecilio Montaño y de Antonio Díaz Soto y Gama, proclamaron el 28 de noviembre de 1911 el Plan de Ayala, en el que se proponen hacer la Reforma Agraria, repartir los latifundios abiertos y disfrazados, capacitar a los hijos de los campesinos en escuelas agropecuarias, aplicar el uso de maquinaria agrícola, distribuir fertilizantes e insumos de labranza y diversificar los cultivos.

Como punto principal de la estrategia política de los firmantes del citado Plan de Ayala, estaba el referente al desconocimiento de don Francisco I. Madero del cargo de Presidente de la República, porque según ellos y de otros muchos de los más importantes y valiosos hombres de la Revolución Mexicana, Madero no estaba cumpliendo con los compromisos contraídos con el pueblo mexicano, y decían que Madero resultó peor que don Porfirio Díaz, amén de que se dejaba llevar “por lo que dicen los espíritus” a los que consultaba en los centros espiritistas, y los que le leían las cartas, y no consultaba con asesores expertos que le sugirieran programas de desarrollo, que fueron rezagados del interés nacional. El grupo que encabezaba Zapata, propuso que Madero fuera sustituido del cargo de Presidente de México, por el valiente soldado mexicano, Gral. don Pascual Orozco, lo que no pudieron lograr.

Los Zapatistas desconocieron como presidente interino a don Pedro Lascuráin, que fue nombrado por el H. Congreso de la Unión para sustituir a Madero, así también desconocieron a don Victoriano Huerta, a don Francisco Carvajal y a Venustiano Carranza, para lo que el 16 de octubre de 1914, durante la Convención Revolucionaria de Aguascalientes, tanto Villistas como Zapatistas se unieron en esta convención, en la que desconocieron a Carranza y en su lugar nombraron a don Eulalio Gutiérrez, quien se instaló en Palacio Nacional el 3 de diciembre de 1914, y permite que Francisco Villa y Emiliano Zapata se reúnan al día siguiente el Xochimilco, lo que provocó serios temores en el gabinete de Carranza, que desde el Puerto de Veracruz -donde había establecido su gobierno- expide por medio del Lic. Luís Cabrera, miembro de su gabinete, la famosa “Ley Agraria del 6 de enero de 1915” reconociendo los postulados del Plan de Ayala propuesto por Zapata.

Don Emiliano se retira hacia el sur del país y en Villa de Ayala pronuncia su lema de campaña o grito de guerra, que dice “Tierra y Libertad”, y lanza su consigna de que “La tierra es de quien la trabaja”, que fue el único principio o ideal supremo que tuvo la Revolución Mexicana, que hasta ese momento no tenía ni principios ni objetivos; por lo que de forma popular, se le conocía como “La Bola”(porque todos se hacían bola).

Como el gobierno de Carranza no podía someterlo, el Gral. Pablo González urdió un plan para asesinarlo comisionando el Gral. Jesús Guajardo, que lo engaño fingiendo unírsele y el 10 de abril de 1919 en Chinameca, lo acribillaron a tiros junto con sus leales. ¡Viva México!

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