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Los traslados de poderes: decisiones políticas

Marco A. Orozco Zuarth
Diario de Chiapas
El día de hoy, estamos conmemorando un año más del traslado definitivo de los poderes del Estado de Chiapas a la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez. Pocos son los que recuerdan que en un día como hoy, hace 130 años, Tuxtla se convirtió en la Capital del Estado. En efecto, fue el 11 de agosto de 1892 cuando se promulgó el Decreto No. 18, mediante el cual se declaró a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez como sede de los poderes del estado, siendo gobernador el Lic. Emilio Rabasa.
Poco más de dos meses antes, el Congreso del Estado había autorizado ese traslado, mediante Decreto No. 17, del 1º de junio del mismo año, en el que “Se autoriza al Ejecutivo para trasladarse temporalmente a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez”.
El 11 de agosto de 1892 fue la fecha en que definitivamente los poderes se establecieron en esta ciudad. No obstante, ya en otras ocasiones se habían hecho traslados. El 25 de diciembre de 1833, Joaquín Miguel Gutiérrez realizó el primero; pero el 25 de mayo de 1835, siendo gobernador José Maria Coello, lo restituyó a San Cristóbal. El 4 de enero de 1858, Ángel Albino Corzo ordenó el segundo traslado; sin embargo, el 18 de enero de 1861 se derogó el decreto anterior y regresaron los poderes a San Cristóbal. EL 1 de febrero de 1864, siendo gobernador José Gabriel Esquinca, ordenó que los poderes se trasladaran nuevamente a Tuxtla. EL 31 de diciembre de 1867, José Pantaleón Domínguez ordenó que los poderes se establecieran en Chiapa y el 26 de octubre de 1872, regresaron a San Cristóbal.
Todos estos hechos obedecieron a decisiones políticas, ya que la pugna entre liberales y conservadores fue la causa. Los liberales querían que los poderes estuvieran en Tuxtla y los conservadores en San Cristóbal, de tal manera que cuando llegaba una u otra fracción al poder, se realizaban estos traslados.
Algunos historiadores y escritores argumentan que la decisión fue por las vías de comunicación, pues Tuxtla estaba más cerca de la Ciudad de México. Otros dicen que fue una decisión de la entonces poderosa dama llamada doña Juana Cata, que tenía mucha influencia en Porfirio Díaz. Otros más argumentan que fue por un desaire que le hiciera la sociedad alteña al gobernador Rabasa. Puede ser posible que estas razones hayan confluido e influido, pero la decisión fue política, planeada y con la aprobación del Congreso.
No se ha podido comprobar que Juana Cata hubiera conversado el tema con Porfirio Díaz, es difícil creer que una decisión de tal magnitud se tomara en la alcoba. La versión del desaire no puede ser motivo de tan grande decisión; tal vez fue el momento más álgido de una relación ya de por sí incómoda entre el gobernador y la clase pudiente de Los Altos.
La sede de los poderes es un tema fundamental para la gobernabilidad en un sistema federal. El lugar de la sede significaba la estabilidad del Estado en ese momento, de tal suerte que cuando los liberales llegaban al poder, no podían gobernar plenamente en un ambiente de conservadores, como lo era la otrora Ciudad Real. Igualmente, si llegaban estos últimos al poder, no podían gobernar bien en un Tuxtla de liberales.
La rivalidad de las dos ciudades no era nueva, no solo era una rivalidad ideológica, sino política, económica y social. Esta parte zoque y otras zonas, desarrollaron un mercantilismo que les permitió crear grupos fuertes en política y economía, que se identificaron con las ideas liberales.
Sobra decir la importancia del hecho para la ciudad; inmediatamente se iniciaron las mejoras y construcciones de obras dignas de una capital, como el Palacio de Gobierno, el Parque Madero, los puentes Madariaga y Colón, entre otras.
Por esta razón, es que el día de hoy debe festejarse en todas las escuelas, en las instituciones y en todos los hogares tuxtlecos.

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