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Alejandro Moreno*

Persona alguna puede negar los avances alcanzados en nuestro país gracias a la labor realizada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no sólo a lo largo de la centenaria vida de sus actuales escudo y lema, sino también como Real y Pontificia Universidad desde hace cinco centurias.
 
En sus finalidades y objetivos busca implantar métodos y medios que hagan accesible la educación media y superior para amplios sectores sociales, preservando la identidad nacional al tiempo de alentar la pluralidad y la unidad de la cultura universal.
 
Frente a quienes dicen considerar inexistentes o endebles esas contribuciones, las y los mexicanos de bien reafirmamos nuestra confianza en la gravitación que la educación tiene en la sociedad, su peso y densidad, así como sus efectos transformadores, que hacen posible que la movilidad social, tolerancia, respeto y trabajo sean los medios para llegar a una mejor sociedad que vive en libertad, democracia, bienestar y justicia social.
 
Quien ataca a la Universidad Nacional está agrediendo al pueblo, pues entre ellos existe un hilo conductor indisoluble: mientras el pueblo orienta y define a la educación, a su vez, es guiado por la educación y es ésta la que siembra los proyectos que deben impulsarse para solucionar los graves y grandes problemas nacionales.
 
En un ejercicio innegable de responsabilidad, transparencia y rendición de cuentas, el pasado 19 de abril en la Cámara de Diputados recibimos su Cuenta Anual 2021, en la que se detalla la planeación y la aplicación de los recursos públicos que la Nación otorga a la Máxima Casa de Estudios para el cumplimiento de sus labores sustantivas, destacando que las dos terceras partes de los recursos que recibe son destinadas a la docencia, lo cual permitió que la UNAM tuviera una matrícula de casi 367 mil estudiantes, desde bachillerato hasta posgrado.
 
Ello sin perder de vista que la Universidad genera más de la tercera parte de la producción científica nacional y que es la responsable de la operación de servicios fundamentales como el Sismológico Nacional.
 
Si hay algo qué decir a la UNAM es gracias: gracias por su compromiso inquebrantable con México; gracias por preparar a las y los profesionistas con profunda conciencia social, que son agentes de cambio en su familia y en su comunidad; gracias por ser la conciencia crítica de la Nación y por estar siempre presente en los logros, pero también en las tragedias y en los momentos más difíciles que ha vivido la Patria, poniendo a disposición su capacidad, conocimiento, experiencia y visión en favor de los más altos intereses de la Nación.
 
En la severa crisis económica, social y de seguridad por la que atraviesa México, una de las certidumbres con que contamos es que su Universidad está con él y nosotros con ella.
 

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