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Armando Domínguez

La silenciosa ruta de Adán Augusto hacia 2024

Para comenzar… Hoy domingo es la consulta de Revocación de mandato. Odiada por unos, apoyada por otros. Para los primeros, inútil. Para los segundos, fundamental. Los críticos del ejercicio dicen que no tiene razón de ser; es un gastadero de dinero. Quienes la apoyan consideran que se trata de un nuevo derecho y un mecanismo de democracia directa que los ciudadanos deben hacer suyo. Total, que como en otros tantos temas, unos y otros están en esquinas opuestas, con posiciones que lucen irreconciliables. Pero para no aplaudir o descalificar a la ligera, vale la pena entender cómo llegamos a donde llegamos. No, no es verdad, como algunos aseguran, que “solo el presidente quiere la consulta” y es “su capricho”. De hecho, para que la Revocación se escribiera en la Constitución requirió no solo los votos de Morena y sus aliados, sino de la oposición. La consulta fue aprobada tanto en cámara de diputados como en el Senado por legisladores de todos los partidos. Solo así se alcanzó la mayoría calificada de dos terceras partes de los votos. “La pregunta es para una ratificación”, dicen otros. Probablemente, porque su redacción habla de terminar el mandato o continuar. Pero, como en la reforma constitucional, la pregunta fue avalada por consenso entre todas las fuerzas políticas en el Senado. Lo mismo la fecha, pues AMLO quería que la consulta sucediera el mismo día de la elección federal de 2021, y fue la oposición quien quiso que se llevara a cabo en fecha posterior. “Nadie pidió la consulta”, aseguran los críticos. En realidad, alrededor de 11 millones de firmas fueron entregadas por una organización simpatizante de la 4T. Pero quien validó las firmas y dio su visto bueno para que con base en ellas –una vez cubierto el requisito de casi 3 millones de personas- se organizara la consulta, fue el INE. “El presidente está obsesionado con la consulta”. No sé si está obsesionado, pero es público que como candidato él propuso que la Revocación de mandato estuviera en la Constitución. En ese sentido, podría fácilmente hablar de un compromiso cumplido. “El INE no ha dado difusión al ejercicio”. No con demasiado entusiasmo, pero el árbitro instalará casillas –aunque serán menos de la mitad del pasado proceso electoral-, y organiza la consulta. Ha capacitado a miles de funcionarios de casilla. Y, aunque lo acusen de no promover la consulta, se han transmitido más de un millón de spots en radio y televisión dándole difusión al ejercicio. Hay muchas medias verdades y mentiras completas, alrededor de la consulta. Quienes este domingo vayan a votar estarán en todo su derecho. Y quien decida no hacerlo, por la razón que quiera, se vale. Nadie tendría que presionar a otra persona. Que, en libertad y convicción, cada quien haga lo que crea mejor. Lo que no termino de entender es por qué quienes repiten que les “urge que termine el sexenio”, que “el gobierno es un desastre” y “AMLO hace todo mal”, desperdiciarán la oportunidad de participar en un ejercicio inédito este 10 de abril. ¿Por qué no van a votar los que quieren a “López” fuera?
¿Para quién fue el mensaje de Andrés Manuel López Obrador al declarar con todas sus letras —y sin habérselo preguntado— que ¿Adán Augusto López Hernández no es precandidato a la presidencia?, ¿Para el propio secretario de Gobernación?, ¿para Claudia Sheinbaum y seguidores?, ¿para Marcelo Ebrard?, ¿Ricardo Monreal o alguien más?, ¿para todos ellos?, ¿o simplemente para los “adversarios”, como dijo el Presidente? “Él, para que se tranquilicen, se serenen los adversarios, está ayudándome en la transformación, no es precandidato a la Presidencia…”, fue la frase textual de AMLO en la mañanera. Sin embargo, en los corrillos políticos, las interpretaciones fueron más allá. Lo que más escuchamos: Que se trató de un mensaje para calmar los nervios de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ante las versiones que se han levantado a últimas fechas de que Sheinbaum habría caído del ánimo de López Obrador y, en cambio, quien está ganando puntos rumbo al 2024 es Adán Augusto López Hernández. Otros comentarios apuntaron a un “jalón de orejas” al exgobernador tabasqueño, “para que no se la crea”, dado que como titular de Segob, Adán Augusto ha ganado buena aceptación entre propios y extraños, entre morenos y adversarios. Incluso, dentro del propio partido guinda se habla ya de la poderosa tríada que conforman López Hernández desde Bucareli y con toda la confianza de Andrés Manuel; Alfonso Durazo (gobernador de Sonora y alguien que rara vez falla en sus acercamientos hacia los presidenciables) y Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, con vistas a la sucesión. Opiniones hubo también en el sentido de considerar la posibilidad de que el recado de AMLO fuera realmente dirigido a la oposición para evitar que le alcen demandas a su secretario de Gobernación por violar la ley electoral —promover la Revocación de Mandato y utilizar un avión de la Guardia Nacional para asistir a eventos de Morena— y tratar de mantenerlo como interlocutor confiable ante las reformas por venir. El propio mandatario explicó que Adán Augusto “no está haciendo campaña”. —Yo necesitaba un secretario de Gobernación que me ayudara al cumplimiento de la agenda, que tiene que ver con el interés público, con la defensa del pueblo, con la paz, con la tranquilidad; que no tuviese su agenda, sino que me ayudara a cumplir la agenda que tiene que ver con la transformación de México y a eso está dedicado—, explicó. Pues a lo mejor hay un poco de todo esto. Por lo pronto, lo que sí sabemos es que Adán Augusto acudió ayer mismo a Palacio Nacional alrededor de las 14:30 horas, que se reunió con AMLO y al salir sólo dijo “traigo prisa”.
Para finalizar… Si se trata de futurismo. El presidente López Obrador engorda su caballada y quien se fortalece ante el poder que le da el Líder del Ejecutivo, es su secretario de Gobernación, Adán López; su paisano, amigo y hermano. Él no pertenece a ninguno de los grupos que se les sumaron en el trono del poder. Al llegar al gobierno del Distrito Federal es hijo de quien tiene la confianza total del Presidente, su notario público Payambe López Falconi. Sin abundar más en su historial profesional y político, siempre mostró un perfil bajo. En el Senado, durante la LXI legislatura, ni ruido hacía. Llegó de la mano del PRD, pero de inmediato se convirtió en legislador independiente para que cuando se le dio el registro a Morena, se sumó a ese partido. Ya en el 2018, ganó las elecciones para la gubernatura de Tabasco y obtuvo un 61.37% de los votos. El efecto López Obrador, en la entidad que lo vio nacer, fue arrasador. Andrés Manuel le tiene una fe ciega. En su relación no hay un origen de otro tipo que no haya sido la amistad. Esto le da una gran ventaja sobre todos los aspirantes: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y el resto. No hay relaciones políticas, ni de conveniencia electoral. Eso la hace más sólida y, lo que lo hace aún más fuerte, es su presencia en la secretaría de gabinete más importante, que es la de política interna o Gobernación. Desde ahí tiene el control del gabinete y de todo el país, con la relación con gobernadores, alcaldes, legisladores y, de paso, con el poder judicial. Algunos gobiernos han tenido a secretarios de Gobernación muy poderosos, pero ninguno había sido tan amigo como lo es ahora Adán López de López Obrador. Por ello, se convierte en el personaje clave de la sucesión presidencial, ya que, al revisar las simpatías de AMLO, está por las lealtades, no por las relaciones políticas o de otro tipo. Algunos piensan que el proyectar abiertamente a Claudia Sheinbaum, como la preferida del inquilino de Palacio Nacional, es una bola de humo, como dicen en el béisbol. Pero, todavía faltan algunos meses, ya menos, pero falta un año para que se pueda saber quién será el candidato a la presidencia por Morena.
 
¿Cómo ve?
Así las cosas…

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