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David Gutiérrez Fuentes

No todos de quienes firmaron la carta de “apoyo” a Ciro Gómez Leyva son odiadores de tiempo completo, ni fomentan el encono público desde sus tribunas contra el presidente constitucionalmente electo por los mexicanos, tampoco todos son periodistas ni académicos. Sin embargo, de ese variopinto mosaico que representa la “pluralidad” anti presidencial, hay individuos que solicitan algo que son incapaces de ofrecer: contención. Se desbordan empuñando el bastón o el paraguas a la menor provocación. “En un gobierno populista hay más frutsis que medicinas.” Escribió sin ninguna gracia Marco Levario a propósito de la marcha del pasado 27 de noviembre y promotor y abajofirmante de la carta de “apoyo” que fue reproducida en varios medios sin ningún responsable visible de la publicación.

Muchos son rabiosos activistas anti López, como varios de ellos se refieren al jefe del Ejecutivo, y seguirán ejerciendo su actividad porque es en este sexenio en el que más se respeta la libertad de expresión y lo tienen claro. Si hay un clima polarizado es el que emana de las palabras de algunos abajofirmantes que no paran de insultar a AMLO, restarle méritos a su política social y, sobre todo, inventarle falsedades menospreciando al electorado que votará nuevamente en las urnas por un nuevo presidente o presidenta en el 2024. Otros de plano se van directo a la descalificación sin ningún ejercicio de respiración previa. Como el cuñado de Felipe Calderón, Juan Ignacio Zavala que en su texto de El Financiero titulado “El orate”, publicó: “tenemos un orate en la Presidencia, un hombre que insulta a la mitad de sus gobernados, que se siente ofendido si no le contestan como él quiere, un tipo que goza con el sufrimiento de los que aborrece; es una mente polvorienta, un alma podrida, una boca suelta y amarga. Y todavía faltan dos años.” Parafraseando al “periodista”: Se necesita estar orate para no darse cuenta de que ese tipo de discurso multiplicado por un puñado de opinócratas genera odio o risa, sin medias tintas, eso sí.

Como ya es costumbre, no se tuvo el mínimo cuidado en la redacción del documento de marras dirigido a una ciudadanía a la que imaginan cretina y despolitizada, como en la no tan lejana época en la que sus netas no se cuestionaban y hasta eran aplaudidas por incondicionales o cobeneficiarios de las prebendas o estipendios que varios de ellos repartían casi siempre provenientes de recursos públicos.

Dice el primer párrafo de la carta de marras dirigida a la ciudadanía:

“El jueves por la noche el destacado colega Ciro Gómez Leyva sufrió una emboscada y fue atacado a balazos, para matarlo.

Nuestra solidaridad con Ciro es total, y nuestra indignación por el hecho nos lleva a exigirle al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, que cese el hostigamiento que ejerce contra periodistas críticos.” ¿Qué lectura sensata se le puede dar a esta muestra de “solidaridad” con el compañero Ciro Gómez? Que son las palabras del presidente, esas que ejerce desde la mañanera, el combustible que les dio ánimo a estos frustrados asesinos para disparar contra el vehículo del comunicador “crítico” de 2018 a la fecha. Ya dieron su veredicto y cualquier resultado policiaco que no vaya con esta conclusión amparada en un puñado de firmas será descalificada por ellos mismos. Es decir. Al parecer Ciro no les importa, lo que quieren es silenciar las mañaneras.

Del canal que día y noche transmite odio contra el presidente, Atypicall TV, recupero esta pregunta y respuesta.

Reportero Equis, desde Miami: Carlos ¿Cómo hacer entender en Latinoamérica que el generador de esta violencia contra los periodistas en México es Andrés Manuel López Obrador?

Carlos Alazraki, abajofirmante: Andrés sufrió una enfermedad esa es una realidad se llama delirio.

Continúa la carta: “Prácticamente todas las emanaciones de odio hacia los periodistas se incuban, nacen y se esparcen en Palacio Nacional.” Así qué fácil ¿no? Por esta razón, otros abajo firmantes sin ninguna prueba de por medio, sembradores y fertilizadores de odio como Javier Alarcón escriben sandeces como ésta, publicada por El Universal: “Ignoro quién fue el autor intelectual y material del atentado contra Ciro. Pero me queda claro que nadie se atrevería a semejante salvajada de no ser por un clima de división y ofensa verbal que se escucha, lee y respira en la sociedad, provocado por el mismísimo presidente y su diatriba.”

Para muchos sembradores de odio que no se ven al espejo para no espantarse, el “indio patarrajada de Macuspana”, “enfermo de delirio”, “repartidor de frutsis”, “de mente polvorienta, alma podrida, boca suelta y amarga.” Está obligado a “autocontrolarse” porque, amenazan en su carta, de no hacerlo “en sus impulsos de ira hacia periodistas críticos, el país entrará en una etapa aún más sangrienta que ya han experimentado otros países latinoamericanos: asesinar periodistas para desestabilizar al gobierno, o matar en pago de favores al gobierno.” ¿Quiénes juegan con pólvora aparte de los criminales que atentaron contra la vida de Ciro Gómez Leyva? Debemos tener cuidado con nuestras palabras. Más en estas fechas.

Letras al pie

A todos los lectores de esta columna les deseo que sigan pasando una feliz navidad.

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