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Dr. Gilberto de los Santos Cruz

Como en cualquier parte del mundo, la educación es una de las herramientas que más influye para crecer como sociedad. Además, nos enriquece como seres humanos al brindarnos valores y diferentes perspectivas sobre el mundo. Y, toda esta etapa empieza en los primeros años de vida, que es donde cumple un rol esencial la educadora. Por ese motivo, como ya es costumbre, este 21 de abril se celebra el Día de la Educadora en México.

¿Por qué es importante celebrar el Día de la Educadora en México?

Se trata de rendirle tributo a ese esfuerzo, esa vocación que se ve cada mañana en las aulas preescolares. El Jardín de Niños es el mejor lugar para que los más pequeños conozcan y refuercen sus habilidades y destrezas para que puedan alcanzar sus sueños.

Además, por medio de múltiples actividades, las educadoras son las que van descubriendo qué tipo de talentos tienen estos niños. Los ayudan a creer en sus cualidades y a maximizar el potencial de sus dones. Asimismo, las primeras sesiones de aprendizaje de los infantes se dan justamente mediante ellas.

El origen del Día de la Educadora nos lleva hasta el año 1782. Es en esta fecha que nació Federico Froebel, pedagogo alemán, quien es denominado como el inventor de la educación preescolar y del concepto de jardín de infancia (kinder garden).

En 1837 abrió sus puertas la primera guardería, donde los niños eran considerados metafóricamente como pequeñas plantas de un jardín, y su maestro era el jardinero. Ya muchas décadas después, este concepto sigue siendo la esencia de aquellas educadoras que día a día velan por los niños que tienen a cargo.

Su teoría indica que el infante se expresa a través de las actividades de la percepción sensorial, el lenguaje y el juguete. El lenguaje oral se asocia con la naturaleza y la vida.

Por eso, felicidades a nuestras educadoras(es) que mañana tras mañana hacen su mayor esfuerzo en una constante lucha para formar a los niños y niñas del futuro.

Las educadoras están pendientes del cumplimento y ejercicio de los derechos de las niñas y niños, además de temas de inclusión, promoción de la salud, alimentación adecuada, y desarrollo de actividades y juegos que estimulen el desarrollo integral de las niñas y niños. 

De acuerdo con el doctor en Educación Alfonso Torres Hernández «ser educadora no es entretener a las niñas y niños; ser educadora no es jugar con ellos por jugar; ser educadora no es cuidar niños pequeños. No, la labor de las educadoras tiene implicaciones con mayor sentido. Ser educadora, implica sentar las bases en el pensamiento de las niñas y niños para construir nuevos sentidos y significados a nuestra educación; para pensar en un país más democrático y justo; en una educación que permita la construcción de una ciudadanía mucho mejor que la actual. Sentar las bases desde la educación preescolar para ello, es la esencia de la labor de la educadora. Y si, teniendo como un dispositivo didáctico pensado, el juego. Y si, desplegando todo el conocimiento pedagógico sobre el desarrollo del niño, de las habilidades didácticas y de toda la ética y carisma que les caracteriza. Sumado a lo anterior, el enorme sentir y empatía sobre los vínculos que existen entre una madre y su hijo. En términos de Freire, Ser educadora “exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional, afectiva. Es una tarea que requiere. De quien se compromete con ella, un gusto especial de querer bien, no solo a los otros sino al propio proceso que ella implica. Es imposible enseñar sin ese coraje de querer bien, sin la valentía de los que insisten más de mil veces antes de desistir. Es imposible enseñar sin la capacidad forjada, inventada, bien cuidada de amar” (Freire, 1994). Como podemos advertir, la tarea de la educadora no algo sencillo. Tiene que ser en una jornada cotidiana, amiga, madre, hermana, pedagoga, maestra, bailarina, cantante, actriz, tiene que cambiar su faceta de manera dinámica con el único propósito de instrumentar didácticamente cada uno de los momentos en los que tiene una relación pedagógica con las niñas y niños».

En México, la educadora es una pieza medular en la base de la educación preescolar, pues gracias a sus conocimientos en disciplinas psicológicas y pedagógicas que les permite ayudar al desarrollo del pequeño, lograr una madurez a nivel preescolar, así como realizar actividades que estimulen el desarrollo intelectual, afectivo, físico y emocional de los niños. Desafortunadamente, a la educadora se le ve como una persona cuidadora y no como formadora del desarrollo infantil. Por ello, es importante cultivar el respeto a un trabajo no sólo de los padres de familia, sino de la comunidad a la que pertenece una institución como es el Jardín de Niños. Cabe destacar que gracias a las educadoras en nuestro país se logró la inserción de la mujer en el mundo laboral. Por eso, en este 21 de abril conmemoramos ese esfuerzo, esa dedicación que se realiza cada mañana en las aulas preescolares. En este día conozcamos sobre el trabajo y el gran impacto que tienen las educadoras en el desenvolvimiento y desarrollo de capacidad y habilidad de cada uno de los infantes. Las educadoras son profesionales, no improvisadas, cursan una carrera a nivel licenciatura mediante la cual adquieren conocimientos en disciplinas psicológicas y pedagógicas que les permiten comprender y aprender sobre el desarrollo y la madurez del niño preescolar, y así poder implementar actividades para acompañarle en su desarrollo intelectual, afectivo, físico y emocional.

“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón”.

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