Inmigración, asignatura pendiente

Inmigración, asignatura pendiente

 

Juan Carlos Gómez Aranda

Se dice que todos somos migrantes o descendemos de migrantes. Es cierto; sin embargo, no es lo mismo emigrar como opción de una vida con mayor certeza, que verse obligado a hacerlo para sobrevivir. Unos buscan trabajo, otros refugio. Todos quieren un mejor futuro.

Desde hace muchos años, de muchas partes del mundo nos llegan noticias de las tragedias que ocurren como consecuencia de la desesperada emigración masiva de personas y familias que dejan todo en su país, en la búsqueda de nuevas oportunidades. Sirios se refugian en Turquía, Jordania y Líbano, países árabes reciben a miles de personas del golfo Pérsico que buscan empleo, oleadas de africanos ven a Europa como la tierra prometida y naufragan en el intento de llegar, mientras que en Etiopía mueren bajo el sol quienes se atrevieron a emprender su larga caminata.

Abandonan patria, amigos y familia huyendo de la violencia, de la pobreza, del desempleo y desastres naturales que les cancela el futuro. Nos calan las tragedias humanitarias que los afligen y sin embargo, para muchas personas y autoridades, este problema se ha normalizado y convertido en parte del paisaje social.

Recientemente conocimos de la crisis migratoria en el Canal de la Mancha, donde murieron 27 indocumentados y en nuestra propia casa, hace apenas unos cuantos días, fueron 56 los emigrantes que fallecieron en Chiapas.

Ahogado el niño se tapa el pozo. Británicos proponen a franceses instalar patrullas marítimas conjuntas para evitar que las embarcaciones de los solicitantes de asilo salgan de las costas francesas. Mientras que, en nuestro país, después del desastre causado por criminales en el tráiler desbocado, iniciarán una investigación que ya veremos en qué concluye.

Los antecedentes nos mueven al pesimismo pues, según datos disponibles, en lo que va de 2021 se detuvo un total de 479 personas por su presunta participación en el tráfico de migrantes, pero entre 2017 y junio de este año, sólo 33 fueron sentenciadas.

El sur de México es el lugar de mayor conflicto por la creciente movilidad de personas indocumentadas cuyo perfil se ha modificado en los años recientes, pasando de población joven y masculina a caravanas conformadas por niños, lactantes, adolescentes, mujeres y adultos mayores. Centroamericanos, caribeños y africanos en éxodo y en condiciones de extrema vulnerabilidad caminan, en busca del sueño americano.

Es la ciudad de Tapachula, en la frontera chiapaneca con Guatemala, el epicentro y primer destino de extranjeros en tránsito principalmente provenientes de Guatemala, El Salvador, Honduras y Haití. El elevado número de personas en movilidad que por ahí transitan o se detienen temporalmente ha colapsado la región, ante la impotencia de sus pobladores y autoridades que han sido rebasadas.

Estos viajeros forzados y exhaustos se enfrentan durante su trayecto a manifestaciones de racismo, prácticas xenofóbicas, secuestros del crimen organizado, abusos de ciertas autoridades y de los pícaros que en muchos casos organizan las marchas, padecen criminalización, falta de atención médica, hambre y violación de sus derechos humanos.

He conversado con jóvenes inmigrantes, casi niños, y admiro que con gran carácter corren los riesgos que entraña ir en busca de un sueño. Pero la mayoría de los integrantes de estas serpientes humanas que se aglomeran en carreteras y caminos de extravío, no se embarcan en una aventura humana, pues es cuestión de sobrevivencia y llevan a cuestas -literalmente- al abuelo o hijos pequeños.

Por otra parte, es importante recordar que la marcha de nuestros paisanos hacia el norte no cesa y se ha triplicado en los últimos tres años, llegando a más de 600 mil los detenidos en la frontera en lo que va de 2021. Es una tragedia que esta fuga de connacionales suceda, por más que algunos celebren los importantísimos montos de las remesas que leales, siguen enviado a sus familias y que se han convertido en un motor de la economía nacional pues están por encima de exportaciones petroleras y agroalimentarias, rebasando también ingresos por turismo e inversión extranjera. Cifras del Banco de México indican que entre enero y octubre pasado nuestros paisanos han enviado más de 42 mil millones de dólares.

La inmigración ilegal de mexicanos que no encuentran opciones de vida en su propia patria se incrementa, siendo un problema del tamaño de una catedral. Sin embargo, líderes políticos voltean la vista hacia otro lado y prefieren competir en quien parece más indignado porque se aplazó el Proceso de Revocación de Mandato. Los recursos para este ejercicio, si deciden liberarlos, harían más bien si son reorientados a los municipios colapsados, a la Comisión de Ayuda a Refugiados, al Instituto Nacional de Migración, al IMSS, a la Secretaría de Salud y a las Iglesias que de manera ejemplar coadyuvan a mitigar la pena de los indocumentados.

Mientras tanto, los gobiernos de los Estados Unidos y de México anuncian que promueven inversiones para generar empleos en el sur, qué bien porque es el camino correcto, pero mientras se hacen realidad se aplicará el programa Sembrando Vida, que para el reto que es colosal, será una aspirina.

 

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