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Juan Manuel Asai

Donald Trump es un peligro para México, una pesadilla recurrente. Pensamos, ingenuos, que nos habíamos librado de él, pero no. Al ex presidente de Estados Unidos se le puede aplicar el dicho popular de que “hierba mala nunca muere”.

Cualquier hubiera pensado que después del asalto violento al Capitolio por parte de seguidores de Trump, una horda violenta que estuvo punto de provocar una catástrofe, el ex presidente estaría hoy en prisión o por lo menos lejos de la política. De hecho, tiene un costal de acusaciones en su contra, desde fraudes hasta asaltos sexuales, pero para un muy amplio sector de la población de ese país, eso en lugar de descalificarlo para el puesto, lo catapulta. Eso quieren. Es el líder que la basura blanca está esperando.

Donald, octogenario, se prepara para regresar a la Casa Blanca. Es el mismo mega patán que era en el pasado sólo que ahora es mucho más peligroso porque viene por la revancha. Sigue siendo racista y misógino, pero hoy esos deplorables rasgos de su personalidad tienen el riesgo tangible de convertirse en políticas públicas en el país más poderoso del planeta en contra de México.

No en balde entre los grupos de simpatizantes que festejaron su primera victoria y entre los que se encuentra lo que queda del KKK, lo quieren de vuelta en la Casa Blanca. Tienen sed de venganza. De seguro podrá reclutar nuevos miembros de la derecha supremacista. Arrancó ya en EU un nuevo esfuerzo por regresar al oscurantismo. Estados Unidos es un país profundamente dividido. Las heridas que se abrieron durante la primera campaña no cerraron y volverán sangrar.

El hecho real es que la seguridad de la frontera con México es el eje de la campaña norteamericana. Se puede culpar a los migrantes de todos los problemas al interior de Estados Unidos que es una sociedad adicta, violenta, maniquea, y entonces todos los candidatos compiten por ver quién de ellos plantea la solución más estridente, no la más eficaz, sino aquella que llene las expectativas de los votantes que quieren alguien con mano dura.

Se ha llegado a extremos patéticos como sugerir invasiones y bombardeos, seguro no se llegará a eso, pero sí se concluirá el muro, se redoblará la Patrulla Fronteriza y se obligará a nuestro país a hacer el trabajo sucio, de aguantar a los migrantes en nuestro territorio sin ganarle nada. López Obrador se dobló ante Trump. Marcelo Ebrard también lo hizo. Son dos políticos curtidos en mil batallas y no pudieron con el paquete. Si Trump triunfa otra vez, ya no se las verá con AMLO, sino con Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez. ¿Están estas señoras preparadas para semejante desafío? La verdad no se tiene la respuesta. El tema de Estados Unidos ha estado fuera de la agenda de ambas, que se refieren con generalidades a problemas muy complejos de la agenda bilateral. La doctora Sheinbaum tiene cerca al Juan Ramón de la Fuente, ex embajador en la ONU, que la puede ayudar, pero si Claudia se empeña es hacer lo mismo que hizo AMLO la verdad es que nos aguardan tiempos muy difíciles.

Con respecto a la ingeniera Gálvez, la noticia es que piensa viajar a Estados Unidos la semana que entra. No tendrá más remedio que entrarle al asunto porque los reporteros de medios norteamericanos le preguntarán sobre Trump, Biden, armas, fentanilo, migrantes, comercio. Habrá que seguir con atención su desempeño para calibrar si está lista para jugar en las grandes ligas, o de plano todavía le falta. Del candidato presidencial de MC, cuyo nombre apenas comienza a posicionarse, no se conoce su opinión sobre estos temas, está concentrado en el partido naranja sobreviva.

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